La siesta del Tigre
Introducción: el Tigre viaja a la “Caldera del diablo”, más caldera que nunca a las tres de la tarde de un caluroso octubre. El técnico stronguista, Cristian Leonel Díaz, mete dos cambios con respecto al último “eleven”: Wayar deja su sitio a Richet Gómez y Castro a Arrascaita. Los Sagredo son los laterales; la pareja de la zaga central es para Jusino y Castillo; el doble cinco para Richet y Quiñónez; los volantes por afuera para Arrascaita y Flores; y la punta para Blackburn y Reinoso. El dibujo es el mismo que el Guabirá de “Tucho”, un 4-4-2 para copar el sector de la cancha donde se ganan los partidos.
Nudo: sin Ramiro Vaca (extrañado hasta el infinito) y sin Chura (por sanción) el Tigre es un equipo vulgar. Nadie rompe líneas, nadie filtra pelotas al espacio. Los gualdinegros dividen y apuestan al rebote, a la segunda jugada, amén del inevitable pelotazo. Díaz lleva como técnico seis partidos y ha tenido un parate de la selección para trabajar su idea, dejar su sello. ¿Se nota su mano? No. Es el mismo Tigre de Florentín, defensivo, timorato, inapetente arriba, nervioso abajo. Es la vieja normalidad. El que tampoco cambia es Daniel Vaca, sacando pelotas con destino de red.
Desenlace: tras el descanso, Jair se queda afuera y deja su lugar a Ronaldo Martínez, el paraguayo; y Flores a Castro. La falta de ambición es la misma. Parece que el Tigre no sabe que necesita imperiosamente los tres puntos, que el empate no sirve para seguir la huella de Always Ready. Solo cuando faltan quince minutos para el final, Díaz reacciona desde la banca y mete a Barbosa (por Quiñónez) y a Rudy Cardozo (por un inexpresivo Arrascaita). Solo entonces se comienza a ver fútbol tras una tarde de modorra y aburrimiento. Los 20 minutos jugados son de ida y vuelta, trepidantes, emocionantes. Kevin Mina para el “azucarero” perdona la más clara del «match» en otro relajo de la zaga central gualdinegra. El Tigre, volcado y enrabietado, estrella una a la madera (Castro) y falla tres chances de gol (Rudy, Martínez y Blackburn-Barbosa).
Post-scriptum: el «Derribador», relajado durante más de una hora, puso el despertador tarde y echó la siesta en Montero. Cuando despertó, fue demasiado tarde. La punta se aleja y los perseguidores se acercan a dos fechas para la disputa del clásico contra un Bolívar en ascenso.