Medio siglo de la partida de Bendeck, el gran ídolo cruceño
Fue el primer deportista de Santa Cruz querido en todo el país. Falleció el 14 de septiembre de 1971
El 14 de noviembre se cumplirán 50 años de la muerte de William Bendeck Sikaffy, el piloto cruceño devenido en el primer gran ídolo boliviano en los 60, merced a sus brillantes participaciones en Bolivia y en el extranjero.
Su carisma también le permitió triunfar en los corazones de los bolivianos, según dan fe personajes y reportes de la época, y tal cual pudo confirmar su único hijo, Carlos ‘Pimpo’ Bendeck Daza, también piloto y dirigente deportivo de fútbol.
Los cinco títulos nacionales obtenidos por Willy Bendeck, las anécdotas relatadas por aficionados y ocasionales rivales y su trágico deceso durante el accidente en una carrera en 1971, son rememorados en estas fechas en su mausoleo del Cementerio General y su busto en la avenida Alemania y segundo anillo en Santa Cruz.
Si bien la relación física con su padre fue corta, debido a que Willy se trasladó a La Paz para desarrollar su carrera en el automovilismo, a Pimpo le quedan recuerdos imborrables. “Mientras él vivió en Santa Cruz, recuerdo su taller mecánico, ahí pasaba las tardes en mi infancia.
Estudiaba en el Colegio Alemán y por las tardes iba con él. Me sentaba en su falda para que yo condujera. Falleció cuando tenía 13 años y quise participar en una competencia en su homenaje, pero mi madre se enteró, se fue hasta el punto de largada, y con un chicote me sacó de ahí. Al año siguiente, de consuelo, me permitieron dar una vuelta en otra carrera de homenaje que se organizaba cada 14 de noviembre. Pude dar una vuelta al circuito con una foto suya pegada junto al volante. Mi madre Edith Daza (ahora con 82 años) en esa época se fue acostumbrando a la idea de que yo también fuera corredor de autos”, relata.
Los años dorados
Los escritos de la época dan cuenta de que Willy Bendeck tuvo su debut en las pistas en 1959, durante una competencia en el circuito Potosí-Tarija-Potosí con un coche de paseo, que no estaba preparado como el resto, en una época dorada para el automovilismo nacional, plagado de competidores de gran talla, en especial en el occidente del país, como Óscar Crespo, Dieter Hubner, Marco Sarmiento, Juan Rodríguez Vera, entre otros.
No tardó en abrirse su espacio el ‘camba’ Bendeck, al consagrarse campeón nacional en 1961, tras imponerse en pruebas como ‘Ciudad de La Paz’ y la ‘Doble Oruro’. Repitió la consagración en 1964, 1967,1969, con su conducción intrépida para superar a los coches de Fuerza Libre, y sumó en 1968 el campeonato nacional en Cilindrada Límite, categoría en la que se le otorgó el título póstumo en 1971.
“Es de los pocos cruceños que se ganó el cariño de la gente en todo Bolivia. Esto lo digo porque lo pude comprobar personalmente, durante mi trayectoria en el deporte. El automovilismo y mi actividad en la dirigencia del fútbol con Blooming me permitieron recorrer todos los rincones del país y donde estuve siempre me expresaron el cariño que, 50 años después de su muerte, todavía sienten por mi padre. En el altiplano, en los valles, en el Chaco, me demostraron que se hizo querer. Me hace sentir orgulloso porque era un cariño del pueblo”, evoca.
Un antes y un después
La meteórica carrera de Willy Bendeck fue interrumpida por la fatalidad, el 14 de noviembre de 1971. Ocurrió durante una competencia en Santa Cruz de la Sierra, en el circuito urbano que recorría el segundo anillo de circunvalación y que por aquel entonces demarcaba el límite urbano de la capital oriental. Durante muchos años fue el circuito ‘natural’ a falta de un escenario deportivo construido para tal propósito.
Willy había salido victorioso temprano en la carrera de la categoría Cilindrada Límite e iba por el doblete en la categoría Fuerza Libre. Al mediodía de ese fatídico 14/11, tras una decena de vueltas a la circunvalación al mando de su Ford Mustang, un reventón de llantas hizo que su coche se desplazara dando un par de tumbos, para colisionar arrastrado por el impulso primero contra un poste de madera cuchi, luego una barda, hasta quedar en el patio de una casa, según testigos. Así moría Willy, con apenas 33 años, y nacía su leyenda.
“De haber seguido vivo, el automovilismo nacional hubiera progresado mucho. Papá tenía ideas innovadoras. Él introdujo la Fórmula 4 en Bolivia, construía los autos de F4 y los entregaba a bajo costo a pilotos a varias ciudades; René Cronenbold, Pipío Seng, Nando Bowles y José Villarroel. Hasta hace unos años, el corredor Miguel ‘Papillón’ Aburdene tenía uno de esos autos en el patio de su casa. Mi padre también tenía el proyecto de dotar a Santa Cruz de un autódromo asfaltado. Esas iniciativas se truncaron con su muerte en 1971”, sostiene Carlos Bendeck.
En el cincuentenario de la muerte del ídolo nacional, su hijo pide mantener ese legado “de gran campeón, de inspirador para que mucha gente se hiciera seguidora o competidora de automovilismo. Y está también esa faceta de protagonista en las luchas cívicas. Mi padre fue un ganador, pero más que eso creo que se ganó el cariño de la gente por su carisma, por su forma de ser, frontal, por ser consecuente y darlo todo, por ir a fondo”.
En 1971, el grupo musical Los Cunumis que interpretaba música del oriente boliviano grabó una canción en homenaje póstumo a Willy Bendeck Sikaffy, el gran piloto cruceño e ídolo de todos los tiempos. En una de las estrofas del taquirari se escucha una frase que resume la esencia de la vida del Loco, del Turco, como lo apodaban, cuando a raudo paso unía las poblaciones bolivianas: “El corazón del pueblo fue su meta… y llegó”.