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Messi: nunca es sorpresa que gane el mejor

Hacia el año 2010, Juan Pedro Damiani, entonces presidente de Peñarol, deslizó la intención de construir por fin un estadio propio para el glorioso club aurinegro. En 2011 presentó el proyecto en sociedad. “Eso es humo”, dijeron socarrones los hinchas de Nacional. Pasó el 2012 sin novedades. “Se demoran en darnos la habilitación”, informó Juan Pedro. “Ja, ja… ¿no te dije…? puro humo”, siguieron los de enfrente. En 2013 llegó la aprobación de los planos y Damiani anunció que en 2014 comenzarían las obras. “Más humo”. El 30 de marzo de 2016 fue inaugurado con toda la pompa el bellísimo coliseo. Ese día lo entrevistaron en el centro del campo a Damiani, éste señaló las tribunas y dijo: “El humo tiene capacidad para más de 40.000 personas”.

Con Messi sucede algo similar: para el madridismo, los maradonianos, los fans de Cristiano y buena parte de Latinoamérica todo lo suyo es márketing, prensa y humo. Pero el humo tiene 756 goles, 38 títulos (siempre siendo la máxima figura), 10 ligas de España, 8 Pichichis, cuarenta o cincuenta récords, 7 Balones de Oro. Sin contar la clase, su punto más alto. Le pasa, a Leo, lo que a Guardiola: su excelencia está bajo sospecha.

«Ya ha ganado dos y será el jugador con más Balones de Oro de la historia. Ganará cinco, seis o siete». La profecía de Johan Cruyff en 2012 se hizo realidad. Lionel Messi alcanzó el lunes último la estratosférica cifra de 7 Balones de Oro conquistados en su extraordinaria carrera. No puede aventurarse que no será superado, todo es posible en futbol, aunque tal vez pasen décadas para eso. Lo mismo acontece con sus ocho Pichichis logrados en España. Aún así, nada de eso se compara con su juego único, inteligente, sutil. Un mérito adicional: este séptimo le llegando pisando los 35 calendarios. El premio refiere “al mejor jugador del mundo”. Cuando Messi juega bien (y es muy seguido…) lo suyo es tan lujoso y espectacular que deja uno o dos escalones atrás a cualquier otro crack, llámese Mbappé, Haaland, Cristiano Ronaldo, Salah, Neymar o Benzemá.

Leo aventajó por ligero margen a Robert Lewandowski: 613 puntos a 580. Tercero fue el brasileño Jorginho con 460, cuarto Benzema con 239, quinto N’Golo Kanté con 186, sexto Cristiano Ronaldo, 178. Luego se encolumnaron Mohamed Salah, 121; Kevin De Bruyne, 73; Kylian Mbappé 58 y Gianluigi Donnarumma 36.

Con el séptimo oro cerró, de paso, el mano a mano que disputa desde hace quince años con Cristiano. El marcador quedó 7 a 5 y al portugués no se le avizoran chances de sumar otro galardón, ya cumple 37. A propósito de CR7: desde que se fue del Bernabéu no volvió a obtener el premio. Se lo habían dicho: hace frío fuera del Madrid. El que se va, pierde la más poderosa red de protección y promoción que el fútbol haya conocido jamás.

El nuevo Balón tuvo un resultado inobjetable, muy bien dado. Estaban parejos Messi y Lewandowski, Leo desniveló al ganar la Copa América. Un torneo continental pesa y, como dijo el inquieto colega boliviano Roberto Acosta Echavarría, “es la primera vez que la Copa América decide un Balón de Oro”. A Messi se le achacaba no conquistar un título con Argentina. Ahí está.

Se hizo un cotejo estadístico anual entre Leo y Lewa contando goles, asistencias, situaciones de gol creadas, pases acertados, gambetas completadas, recuperaciones, partidos en que fue el jugador más valioso… De quince ítems, Messi superó al polaco en catorce. Aparte de ello, no hay que olvidar el contexto: Lewandowski ha logrado sus números excepcionalmente rodeado, en un Bayern que es una máquina en el campo y muy serio en los escritorios, bien gobernado. Messi lo hizo en el Barça, en el peor año de su hecatombe institucional, económica y deportiva. Sumido, por cierto, en una espiral de derrotismo.

Queda una sensación de injusticia hacia el de Varsovia, en la que no tiene nada que ver Lionel. Pasó que Robert tuvo un año sensacional la temporada anterior: marcó 59 goles y fue la cereza de ese Bayern campeón de todo: Bundesliga, Copa y Supercopa de Alemania, Champions y Supercopa de Europa. Ya fuera de plazo sumó el Mundial de Clubes. Un carro de goles y cinco títulos lo avalaban. Sin embargo, en curiosa decisión, los directivos de France Football decidieron que, al ser el peor año de la pandemia, que mantuvo inactivo al fútbol varios meses, no debía entregarse el trofeo. Aunque después se reanudaron los torneos. El campeonato francés se dio por finalizado unas fechas antes y, por tanto, la revista consideró que “no todos los futbolistas tenían las mismas posibilidades de competir por la estatuilla”. Y Robert se quedó con las manos vacías. Pero eso fue en 2020. En 2021 su producción resultó excelente, aunque inferior a la de Leo. Y nunca olvidemos que, jugador contra jugador, no hay color: Lewandowski es un finalizador, Messi además es realizador. No cabía reparar en 2021 el error de 2020.

«Lewandowski merecía ganar el Balón de Oro, para mí. Pero los que alzaron los brazos con disgusto porque ganó Messi deben estar locos. Ganó la Copa América siendo el máximo goleador del torneo. Y sus números a nivel de clubes volvieron a ser monstruosos. No es para indignarse», señaló Michael Owen, Balón de Oro 2001, hoy comentarista en TV.

En materia de selecciones, el líder de Polonia no obtuvo ninguna corona y pasó al repechaje en la clasificatoria para Catar. Le anotó goles a Andorra (4), San Marino (2), Bosnia (2), Suecia (2), Albania (1), España (1), Holanda (1), Hungría (1). Messi, en cambio, hizo una impecable Copa América y una magnífica Eliminatoria, logrando la clasificación al Mundial con Argentina. Dos sucesos de bastante simbolismo lo encumbran todavía más: su octavo título de goleador en España (una hazaña), los últimos cinco consecutivos, y haber superado a Pelé en goles con selección: 80 a 77. Son datos fuertes.

Desde dos meses antes de la entrega del Balón, los medios europeos, casi todos, hicieron encuestas: L’Equipe (Francia), Voetbal International (Holanda), World Soccer (Inglaterra), As, Marca, El Chiringuito (medios ultramadridistas). En todas arrasó Messi, en algunas con más del 70% de las preferencias. O sea, el público en general ya lo ungía ganador. En las casas de apuestas pagaba 1,30 Messi y 3 euros Lewandowski. No se entiende que su triunfo generara sorpresa, era ultrafavorito.

 Por último, se agita siempre la fantasía de que “estos premios están arreglados” o que “son producto del marketing”. Un absurdo nacido del desconocimiento. Hablamos con Danilo Díaz, periodista chileno de alto prestigio acerca de los procedimientos del voto. Él es uno de los 180 que elige el Balón de Oro cada año. “No, ¿qué marketing…? Jamás me hicieron alguna insinuación sobre a quién votar ni me cambiaron el voto. Es de una transparencia total, muy seria la gente de France Football. Voté a Messi porque en un año de transición no hubo una figura superlativa que descollara en club y selección y a él le fue bien en el Barcelona y salió campeón de América, nada menos que en Brasil. A Lewandowski lo puse cuarto, él tuvo una temporada extraordinaria, pero en el 2020”.

El estentóreo y descriptivo narrador Paché Andrade, de RCN, lleva más de quince años votando por Colombia en el premio anual al mejor futbolista del mundo. Certifica lo de Danilo: “Nunca recibí una recomendación o presión para inclinarme por alguien, y con otros colegas extranjeros que también comparten esta responsabilidad hablamos siempre de la libertad que nos dan para elegir y el respeto por nuestro voto. Yo también voté a Messi, segundo Jorginho, tercero Lewandowski”.

France Football publica el voto de cada elector, también el suyo, y Pascal Ferré, editor de la revista, se decantó por Lewandowski. En ninguna de las dos últimas ediciones eligió a Messi, pero este igual ganó. France Football no decide quién gana el premio, apenas lo organiza.

Cualquier futbolista redondea una temporada excepcional con 38 goles; Messi en un año malo marca 45. Alguien hace 20 asistencias y se lo proclama el rey del pase-gol, pero Messi, estando flojo sirve 22. En todos los ítems es igual. O sea, el problema no son France Football o la FIFA, es Messi.