Calmando la ‘ansiedad bonita’
Introducción: sostiene Farías que la selección está viviendo una “ansiedad bonita”. Falta una semana para jugar contra Venezuela en Barinas y luego recibir en La Paz a Chile. La “verde” –por más increíble que parezca- mantiene intacto el sueño de clasificar al Mundial que arrancará en Qatar en noviembre de este año. La elegida para el amistoso –con la idea de atesorar ritmo de competición- es Trinidad y Tobago: dos islas caribeñas –colonias británicas hasta los años sesenta- que están en el puesto 100 del ranking FIFA (nosotros estamos en el 77). En el túnel de vestuarios, la arenga no la pronuncia el capitán Marcelo Martins sino Juan Carlos Arce, un jugador que en la actualidad no tiene equipo. En los prolegómenos, Daniel Vaca recibe un justo homenaje. Los trinitenses saltan al “Patria” –césped muy alto y cancha lenta- con uniforme rojo. El partido se hace difícil para un daltónico como yo.
Nudo: Farías no negocia el “dibujo”, la línea de tres zagueros y dos carrilleros, un esquema que necesita mucho trabajo y mucho tiempo, algo que la “verde” no tiene. Los tres centrales son: Jusino, Bejarano y Sagredo; y los dos carriles son para Saavedra y Ramallo. En el doble cinco aparecen Saucedo y Villarroel; y el enganche es el “Conejo” para asistir a Moreno Martins y Bruno Miranda. La primera parte es un constante asedio y derribo contra los “soca warriors” del Caribe. Los trinitenses no corren, no marcan y no salen. El “score” –corto por la falta de puntería- al descanso marca un 2-0 con tantos de Arce (de penal) y Ramallo de disparo de fuera del área.
Desenlace: la segunda parte es una fotocopia idéntica de la primera. Llegan tres goles más (de Martins, de Justiniano y de Miranda) para dibujar una “manito”. Farías mete seis cambios para que tengan minutos Chumacero y “Justi” (una nueva sociedad para el doble cinco), Alexis Ribera, Marc Enoumbá, Luis Haquín y Yesit Martínez (el hombre de la casa, de Independiente Petrolero de Sucre). Para demostrar que el partido es en realidad una práctica con público, Moisés Villarroel se coloca como zaguero central zurdo.
Post-scriptum: ¿sirven para algo estos amistosos contra rivales tan sumamente débiles? No. ¿Es mejor jugar que no jugar? Si. Para calmar/paliar esa “ansiedad bonita” sirven este tipo de “match”. En Barinas contra la “vino tinto” de José Néstor Pékerman será otra cosa.