El Mundial no se juega en Júpiter
Introducción: Bolivia juega sabiendo el resultado de sus rivales cara al puesto cuarto o quinto de las eliminatorias. Los jugadores y el cuerpo técnico hablan de “guerra”, del partido más importante en los últimos 30 años de la historia del fútbol boliviano. La motivación es buena, la sobreexcitación/exageración, no. Farías añade: “queremos llegar a Júpiter”. Venezuela estrena (buen) técnico en la figura de Pékerman que apuesta por un ofensivo 4-3-3. El argentino ha logrado el regreso de figuras a la “vino tinto”. El técnico de la “verde” insiste con su controvertido “dibujo”: línea de tres (con laterales haciendo de centrales como Bejarano y Sagredo); dos carrilleros (uno de ellos, Ramallo, no siente la marca); tres al medio (Justiniano-Villarroel-Arce); y dos arriba (Miranda y Martins).
Nudo: Bolivia arranca bien con presión alta pero pronto se convierte en un equipo largo, partido al medio. Un error de salida de Sagredo trae un ataque letal y el primer gol de Rondón. El inmediato 2-0 retrata el desastre táctico de Farías: Soteldo se divierte con Bejarano mientras Ramallo mira de palco. Rondón, la pesadilla, hace lo propio con un sometido Jairo Quinteros. La contención no existe y la marca, tampoco. Los carrileros ni defienden ni atacan. Todos los duelos se pierden, todos. Ni siquiera aparece la única idea de la era Farías –el pelotazo a Martins. En el primer disparo boliviano al arco rival, llega el descuento de Miranda, un espejismo.
Desenlace: Farías, tozudo, no mueve la línea de tres y se sienta en la banca, resignado, para que Pablo Escobar haga de técnico. El venezolano sigue dejando solo a Jairo Quinteros con Rondón. La “verde” trata de repetir el primer libreto (el bloque alto) pero un error garrafal “made in Bejarano” (el “blooper” de la fecha) sentencia el partido. Solo la roja contra Justiniano provoca la reacción de Farías, que tarde (como siempre) mete cinco cambios (Chumacero, Saavedra, Enoumbá, Ramiro Vaca y Ábrego). Lo único que no toca es la maldita línea de tres. Con los brazos caidos, llega una goleada humillante propiciada por el colero. En Barinas se escucha el “olé, olé”.
Post-scriptum: Bolivia lleva 62 partidos seguidos sin ganar fuera de casa. Es nuestro triste récord mundial. Todos los rivales jugaron para Bolivia, menos Farías. El martes chocamos contra Chile en La Paz: ¿nos daremos el gustito otra vez de dejar a la “roja” sin Mundial como hace cuatro años? Parece ser que es lo único que sabemos hacer.