Que te gane Venezuela…
Jorge Barraza, columnista de La Razón
…Pero que no te baile… Que no te golee… Que no te genere quince situaciones de gol… Esa te pido Farías.
Debemos admitir que Venezuela produce en el imaginario popular una idea falsa: que es el colista y el Pulgarcito de Sudamérica al que se le puede ganar siempre que uno lo necesite. Nada más equivocado. Venezuela tiene jugadores excelentes, probablemente superiores en calidad y cantidad, como mínimo a los de Perú, Bolivia, Paraguay y Chile. Y está ahí con otros. Salomón Rondón, Darwin Machís, Yefferson Soteldo, Wuilker Faríñez, Yangel Herrera, Yordan Osorio, Josef Martínez, John Chancellor, Rómulo Otero… Todos en equipos europeos, mexicanos o de la MLS. Se tiró una Eliminatoria la Vinotinto, la despilfarró por sus desastres organizativos, pero juegan mucho. Si no fuera así, José Pekerman no aceptaba ni en una etílica sobremesa la propuesta venezolana. Porque no se trata sólo de dólares, también está el prestigio, y Pekerman hizo una tomografía computada del potencial Vinotinto antes de dar el sí.
Puede que el hincha común desconozca el tema, pero César Farías no. Se dedica a esto. Y es venezolano. Era para ir a jugar con las máximas precauciones, para ir a pelear el partido con muchos efectivos en mediocampo y, si se daba el empate, aceptarlo y festejarlo. Insistió con una línea de tres defensas y dos carrileros -Ramallo y Roberto Carlos Fernández- que no defienden, que son naturalmente ofensivos y se desentienden de la tarea de custodiar sus laterales. Siendo que esos tres defensas era Diego Bejarano, que no es justamente un portero de discoteca, y que Venezuela, un plantel motivadísimo por la llegada del técnico argentino, quería demostrar y le puso cuatro hombres con mentalidad de ataque como Soteldo (habilísimo), Otero, Machís y Rondón. Lo pisaron.
Posiblemente Farías soñó con un triunfo consagratorio en su país, sobreestimó las capacidades propias y subestimó las del rival. Alejandro, el más grande capitán de la historia, fue un guerrero feroz, pero ante todo hacía un culto de la prudencia. Nunca invadió una ciudad sin estar completamente seguro de la victoria. Y jamás perdió una batalla. Ahora le queda a Bolivia la tibia esperanza del repechaje. Y eso si gana los nueve restantes.
El fútbol no es una actividad cualquiera ni un deporte más: cuando se pierde así, el país se amarga y pierde autoestima. Hay que pensarlo.
* Una guerra sin muertos. Eso fue Ecuador 1 – Brasil 1. Nos pareció ver una final de Libertadores de los años ’60, cuando los partidos no se jugaban, se guerreaban y abundaban pierna fuerte, discusiones, protestas, roces, tironeos al árbitro, partidos que se interrumpían y resultaban interminables… Era esperable que Brasil jugara a fondo: tiene un prestigio que defender y sus hombres pelean la titularidad o bien su inclusión en la lista de viajeros. Lo mismo decíamos de Argentina, y aún sin Messi derrotó a Chile en Calama. Los grandes lo son por algo. La del jueves y viernes fue una fecha plena de sucesos remarcables.
* El bendito VAR. Hubo miles de sentencias apocalípticas sobre la implementación del videoarbitraje: “Es la muerte del fútbol”, “Con esto es otro deporte”, “Le quita la esencia”. Pero el VAR es precisión, justicia, reducción de errores, y el empate de Quito es un reflejo perfecto: las cuatro veces que el árbitro Wilmar Roldán se equivocó, la cabina lo corrigió y, acertadamente, le hizo cambiar sus fallos. Las dos expulsiones del arquero Alisson eran incorrectas, la del arquero ecuatoriano Domínguez sí correspondía, el penal a Estupiñán no era, el gol de Brasil estaba bien… La única vez que no lo llamaron a revisar fue en la expulsión de Emerson. Y estuvo mal expulsado, hizo una falta común, que no era ni de amarilla. En diez años se hablará de dos eras futbolísticas: antes y después del VAR. Y el mejor ejemplo de sus bondades es que, si en un partido no se emplea este recurso tecnológico, hasta el más acérrimo de sus detractores pone el grito en el cielo: “¿Cómo…? ¿No hay VAR…?”
* Hidalguía. La de Wilmar Roldán, un árbitro emblemático en Sudamérica, para cambiar sus decisiones cuando el VAR le llamó tantas veces y le hizo ver que estaba equivocado. Supo aceptarlo.
* Coraje. El de Ecuador para buscar el empate, mostrando una vez más que la clasificación al Mundial es causalidad, no casualidad. Y que, además del portentoso biotipo físico y de la buena técnica, le sobra entereza para enfrentar a cualquiera. Ecuador tiene todo para ir a hacer un brillante papel en Catar. Lo principal, el coraje. Pena que no esté Spencer para verlo. Alberto siempre se lamentaba: “Mis compatriotas juegan bien, les falta ese poquito de personalidad que se necesita para triunfar”. Ya no.
* Revivió. Después de cuatro derrotas consecutivas, tres de ellas por goleada, y de la destitución de Óscar Tabárez, Uruguay reaccionó y venció a Paraguay en Asunción con un solitario golazo de Luis Suárez. Se reacomodó en la tabla y ahora parece difícil que se caiga de nuevo. Cambió la cara la Celeste en el debut del DT Diego Alonso, fue menos defensiva y más audaz. Apareció una vez más la categoría del Pistolero. Una pelota en profundidad por izquierda, el lateral Juan Escobar estaba durmiendo la siesta y Lucho, con ventajas es letal, aún estando grande y sin la agilidad atlética de antes. Para este cronista, por lejos el mejor futbolista uruguayo de la historia.
* Increíble. Que un equipo pegue lo que pegó Chile frente a Argentina y haya terminado el partido sin expulsiones. Hubo incluso dos que, además de la reciedumbre exagerada, incurrieron en agresiones: Guillermo Maripán y Erick Pulgar. La única forma de entenderlo es que dirigió el inepto Anderson Daronco. Dejó pasar todo. Inentendible que este juez siga arbitrando en el nivel internacional. Es el del gravísimo error en un partido de Libertadores entre River e Independiente y el mismo del Uruguay 1 – Ecuador 0, cuando debió expulsar a Nández y Bentancur y no sancionó un penal clarísimo a Michael Estrada. Tiene otras manchas, pero sigue.
* Imposible. “Quedan nueve puntos, todavía”, es la ilusión a la que se aferran en Chile. Pero los puntos hay que ganarlos. Y le tocan Bolivia en La Paz, Brasil y por último Uruguay. Debería ganar los tres. Además, va a la altura sin Claudio Bravo, Vidal, Pulgar y Maripán. Primero ganó dos Copa América seguidas, ahora se queda sin dos Mundiales. Duro. Le puede pasar lo de Paraguay, porque detrás de la Generación Dorada no se vislumbran nuevas figuras. Salvo Ben Brereton, el delantero inglés que fue descubierto por un aficionado. Este se percató de que Brereton era de madre chilena e inició una campaña para nacionalizarlo y convocarlo. Ben juega en el Blackburn Rovers y es espectacular por potencia, habilidad y gol. Una piedra preciosa hallada de casualidad.
* Histórica. Es esta formación de Paraguay, que tiene amplias posibilidades de terminar última: muchos coinciden en que es “la peor Selección Paraguaya de todos los tiempos”. Sin figuras, sin juego, sin gol y sin lucha. Ni siquiera el tradicional espíritu aguerrido de los guaraníes. La albirroja se despidió por tercera vez consecutiva de un Mundial. No va desde Sudáfrica 2010. Y no se avizoran jóvenes talentos que ilusionen para la próxima Eliminatoria.
* Increíble II. La victoria de Perú en Barranquilla. Colombia dominó amplísimamente, forzó 13 córners, tuvo 28 tiros al arco y no pudo convertir; Perú remató cuatro veces, uno sólo a puerta, y con ese ganó. Para peor, sobre el final del juego. Colombia lleva 6 partidos sin marcar un gol, una sequía que lo martiriza. Ahora está sexta y ya no depende de sí misma. Le queda un salvavidas: el repechaje.
* Héroe. Si Ricardo Gareca mete doblete mundialista con Perú, no va a alcanzar el bronce para las estatuas que le van a dedicar. Una en el estadio Nacional y otra en el Aeropuerto de Lima. Eso para arrancar. Otra vez lo metió en la pelea y desató la euforia en todo el país. El Flaco va a ser muy, muy codiciado para la próxima Eliminatoria. Es un grande.