La revelación de Sudamérica es… Un inglés
Jorge Barraza, columnista de La Razón
“Cayó del cielo”, dice Danilo Díaz, notable periodista chileno. Habla de Benjamin Anthony Brereton Díaz, el fornido delantero inglés que La Roja se encontró de casualidad en un recodo del camino. “Un empleado de la federación fue alertado de que era hijo de chilena, Reinaldo Rueda vio videos de Brereton, le gustó y fue el primero en establecer contacto con él. Lo convenció de venir a jugar por Chile. No pudo hacerlo debutar porque justo él se fue, pero dejó todo arreglado para que viniera”, agrega Danilo.
Un regalo fantástico, una piedra preciosa hallada de casualidad. Chile también se le cruzó a Brereton por azar y le cambió la vida. Lo explicó en una entrevista: “Cuando me fichó el Blackburn me hicieron una nota en un diario local y me preguntaron si tenía alguna curiosidad personal para contar. Dije: mi madre es de Chile. Dos años después alguien de allá encontró ese dato y lo pasaron a la Federación. Y me llamaron para la Selección”. Hay dos versiones sobre el “descubrimiento americano” de Brereton. Una dice que, a partir de comentar sobre su madre chilena (Andrea Díaz), en el videojuego Football Manager comenzaron a poner su nombre y al lado las banderitas inglesa y chilena. Eso despertó la curiosidad de un usuario, Álvaro Pérez, quien a través de las redes sociales movilizó a la federación de Chile y ahí tomó nota el videísta y reclutador Ricardo García, quien investigó su árbol genealógico, confirmó que podía ser elegible por ley de consanguinidad y avisó a Reinaldo Rueda.
Big Ben, como fue apodado, ya había disputado 18 encuentros con la Selección Sub-19 y uno con la Sub-20 de Inglaterra. Hubo que convencerlo de cambiar de camiseta, una decisión delicada porque ya no puede volver atrás, pero aceptó y Chile se hizo de un atómico delantero de 22 años, que puede ser figura durante una década.
No hablaba una palabra de castellano y no había viajado nunca a la patria materna. Pero en mayo del año pasado se encontró sobrevolando el océano una y otra vez, para la Copa América y la Eliminatoria. Y pasó a ser un ídolo nacional, por su calidad futbolística, desde luego, pero sobre todo por su inmediata y fabulosa integración al país, al equipo, a la camiseta. Y por su desbordante positivismo. Casi no parece un futbolista. No ha concedido más que una entrevista por no dominar el idioma y porque en el futbol inglés no son usuales los encuentros mano a mano entre periodistas y jugadores, como aquí. Se manejan con conferencias de prensa organizadas por el club.
“Lo mejor es que no aprenda a hablar español -dice un exfutbolista, también seleccionado-. Donde aprenda, lo van a meter en el grupo de los bandidos, de los farreros. Lo mejor es que siga con el inglés, que sonría, les caiga bien y nada más”.
Martín Lasarte, lo convocó por primera vez para las fechas de junio pasado de la clasificación mundialista frente a Argentina y Bolivia, aunque hizo banco y no entró. Durante la Copa América, en Brasil, sumó sus primeros quince minutos en el estreno de la Roja. Y al siguiente juego ya marcó el gol de la victoria sobre Bolivia con excelente definición. Fue el preanuncio de que no era un negado técnicamente y podía ser más que un exotismo o una perla estadística (primer gol de un inglés en la Selección Chilena). Y lo era: una suerte de Batistuta por la potencia física, óptimo en el juego aéreo y con excelente remate, buen finalizador y con una entrega conmovedora, que genera desequilibrio. Presiona, pica a todas, lucha, corre con la misma intensidad y entusiasmo los noventa y cinco minutos que hoy dura un partido. Un castigo para los defensas.
La tarde del Bolivia 2 – Chile 3 en el Hernando Siles realizó un despliegue que dejó perplejos a todos. “Lo de Brereton lo encuentro increíble porque el tipo va a jugar a un lugar donde todos se asustan, yo me asustaba de sólo caminar ahí, pero él te mete, te pica para allá y para acá… Yo pensaba: este huevón está loco de seguir corriendo”, lo elogió Luka Tudor, exdelantero de Universidad Católica, actual comentarista. Corrió como si hubiese vivido toda su vida en La Paz. Tiene un entusiasmo colosal y es la gran revelación de la Eliminatoria Sudamericana junto a la sensacional zaga central ecuatoriana compuesta por Félix Torres y Piero Hincapié, al finísimo zurdo brasileño Raphinha y los también centrales argentinos Cuti Romero y Lisandro Martínez.
En apenas seis meses con La Roja marcó 4 goles y conquistó a todo Chile. “Se ha dado un fenómeno especial: en poquísimo tiempo se ganó a todos. La gente lo adora como si fuera la mayor figura de nuestro fútbol porque es muy simpático, sonríe, saluda a todo el mundo y tiene un comportamiento diferente al de otros jugadores”, agrega Danilo. Ben ya hace publicidades en Chile y los restaurantes ofrecen platos con su nombre. Un caso de popularidad fulminante.
Hijo de un expolicía británico, Brereton Díaz es nacido, criado y formado en Inglaterra. Debutó en el Nottingham Forest con sólo 17 años y tras dos temporadas lo fichó el Blackburn Rovers en 8,3 millones de euros. Pero lleva 20 goles en apenas medio año y su cotización ha subido a 10 M€, aunque el suceso con Chile disparará ese valor y ya es pretendido por clubes más poderosos. Pertenece a la escudería de la agencia norteamericana Wasserman, el gigante mundial de la representación, con centenares de deportistas, artistas y escritores en tutela. El Balckburn está en zona de ascenso directo a la Premier. No sería extraño un pase de alto calibre en el próximo verano europeo.
Hubo, hace setenta años, un caso similar que sacudió las placas tectónicas en Chile: el de los hermanos Jorge y Eduardo Robledo, conocidos en Inglaterra como George y Ted. Eran hijos de madre inglesa, de apellido Oliver, y padre chileno. Emigraron a Gran Bretaña cuando Jorge, el más famoso, tenía cinco años. Ingleses de crianza, trabajaban en las minas de carbón y jugaban fútbol. Jorge comenzó en el Huddersfield, pero cobró fama grande tras ser fichado por el Newcastle, con el que ganó dos Copa de Inglaterra. Fue goleador absoluto de la Liga Inglesa de 1952 con 33 goles y en 1953 lo trajo Colo Colo. Su debut en el estadio Nacional de Santiago resultó un acontecimiento excepcional. George fue dos veces máximo artillero en su patria de nacimiento y marcó 8 goles en 31 cotejos con la casaca nacional. Recibido de ingeniero, se quedó a vivir en Viña del Mar hasta su muerte. Su hermano Ted era zaguero, vino con él a Colo Colo, pero a los dos años volvió a la tierra adoptiva para actuar en el Notts County.
Chile se ganó la lotería sin comprar el billete. Encontró un crack inesperado, al que no formó y del que hasta hace poco tiempo ni sabía de su existencia. Puede que veamos muchos goles de Brereton en los próximos años.