El talento no se vio, es hora de recambio
Jorge Barraza, columnista de La Razón
Jorge Barraza, columnista de La Razón
El viernes conversaba con el estupendo periodista chileno Danilo Díaz acerca de Ben Brereton, esa piedra preciosa hallada por Chile que es la revelación de la Eliminatoria. Nos ilustró: “Un empleado de la federación descubrió que era hijo de una chilena, Reinaldo Rueda vio videos de Brereton, le gustó y fue el primero en establecer contacto con él. Lo convenció de venir a jugar por Chile. No pudo hacerlo debutar porque justo se fue, pero dejó todo arreglado para que viniera”. Luego le comentamos del arquero Brayan Cortés, Montecinos, Marcelino Núñez, nuevos talentos muy prometedores de la Selección Chilena y, sobre todo, de Gabriel Suazo, excelente lateral izquierdo. “Rueda lo convocó cuando Colo Colo peleaba el descenso y eso le deparó ácidas críticas, pero ahora se ve que fue un acierto”. Reinaldo llevó al Mundial a Honduras y a Ecuador, ganó la Libertadores en gran estilo con Nacional. Pero es malo.
Egipto, conducido por Carlos Queiroz, eliminó al local y favorito Camerún y esta tarde disputará la final de la Copa Africana frente a Senegal. Dirigió a seis selecciones, clasificó a tres Mundiales, una con Portugal y dos con Irán (¡Dos con Irán…!), fue entrenador del Real Madrid, mano derecha de Ferguson en el Manchester United, básicamente porque recomendó a Cristiano Ronaldo a los Diablos Rojos (lo revela el mismo Sir Alex en su libro Liderazgo). Pero es malo.
Pekerman ganó tres Mundiales juveniles y transportó a la Argentina y a Colombia a la Copa del Mundo (dos veces). Pero era malo, anticuado.
Jesurún (presidente de la federación) es malo, los periodistas somos malos, Barranquilla como sede es mala y el público colombiano que silba, también. Los únicos buenos son estos cracks fenomenales que van séptimos. Séptimos entre diez… “El profe nos dijo que cuidáramos el cero”, dijo Falcao, arrojándolo a las ruedas del tren. Ellos no tienen nada que ver en este asunto de la Eliminatoria. El problema es el profe. El Pibe Valderrama, que sí era crack, se las mandó sin anestesia: “No le meten un gol ni al arco iris”. Y John Jairo Tréllez fue aún más cáustico: “Banda de muertos”, los apostrofó. Pero para salvaguardar el prestigio (ergo, la cotización), por si no van al Mundial, es importante cargar el fracaso en la mochila del técnico. Y propalarlo: “Está desactualizado”, “perdió el rumbo”, “no transmite nada”, “se le fue el equipo de las manos”… Es posible que se le haya ido, con estos jugadores se te va hasta la salud. Están solos frente al arco y la tiran alta, o al cuerpo del arquero, o pifian el tiro. Pero nunca es culpa de ellos.
Decirle a los hinchas de un país que los jugadores de su selección son malos es una afrenta imperdonable. Es como decirles que el país entero es malo. Más vale abuchear el himno o escupir la bandera que blasfemar contra ellos. Una frase remanida sostiene que “es un crimen perderse un Mundial con los jugadores que tiene Colombia”. ¿Tanto así…?
“Es un plantel lleno de talento”, escuchamos como un clisé. ¿Cómo se expresa el talento…? En la gambeta, en una pared, en una definición exquisita frente al arquero, en un pase milimétrico entre líneas, en un desborde con freno y enganche, en un amague que genere espacios, en un golazo al ángulo, en el entendimiento memorizado de dos o tres jugadores que combinan triangulando, en un gran cambio de frente, en la inspiración. Hay diversas formas. No vimos ninguna de ellas en esta Colombia. Todo es lucha, esfuerzo, marca, confusión -colectiva e individual-, impotencia, futbolistas que quieren y no pueden, puros centros (y mal tirados), falta de ideas. Por eso no elabora fútbol ni genera situaciones de gol. Ni goles. Hay cuatro elementos que sobresalen: Ospina, Cuadrado, Barrios y Díaz. A excepción de este último, que sí es muy hábil, Cuadrado d…