La agonía de la ‘Academia’
Introducción: el presidente Marcelo Claure pide respeto y calma ante un clima “bélico” cargado por los propios jugadores bolivaristas. El recibimiento de la hinchada celeste es por todo lo alto. Un trapo en la curva norte dice así: “se juega donde se vive, 3.600 metros”. Zago pone toda la artillería de inicio: Herrera va de líbero (y hace de Martins); y la dupla brasileña (Da Costa y Sávio) espera los centros de Roberto Carlos y “Patito” Rodríguez. “Platiní” Sánchez coloca un dibujo para atacar y no meterse atrás con un 4-4-1-1. Hay más de 10.000 espectadores en el Siles (casi dos mil hinchas de Oriente Petrolero en la bandeja alta de la curva sur).
Nudo: el partido se transforma rápidamente en una batalla campal; se juega poco y las reyertas, fuera y dentro de la cancha, toman protagonismo en desmedro del fútbol. El más acelerado de todo es “Chico” Da Costa. El juego sucio reina sobre todas las cosas. Los entrenadores, de ambos lados, no ayudan a que llegue la calma, imprescindible para jugar. La “Academia” es un manojo de nervios mientras el “refinero” se para bien con dos líneas de cuatro y se da el lujo de llegar al arco de Cordano. Bruno Miranda, en la banca, recibe una amarilla que grafica a la perfección la sobreexcitación celeste. La “centritis aguda” es el único recurso de los “académicos”. Wilson Quiñónez se convierte poco a poco en figura con Da Costa fallando el primer penal.
Desenlace: la segunda parte es una “fotocopia idéntica”. El desorden celeste se repite “ad nauseam”. Una tonta expulsión del capitán verdolaga, Daniel Rojas, inclina más la cancha. La pelota quema en los pies de los hombres de Zago, que desmonta su línea de tres centrales. Miranda entra y también se hace expulsar; el partido no es una “guerra”, es una locura. Oriente se refugia demasiado temprano esperando la heroica. Granell falla otro penal. La batalla psicológica se perdió antes de arrancar el “match”. Solo cuando entra el menos experimentado de todos, Javier Uzeda (ex Always Ready), llega el gol en los descuentos que nos llevan a los penales. Todo va a terminar 7-6 con dos lanzamientos errados por los orientistas.
Post-scriptum: Bolívar hizo un torneo casi perfecto pero cuando se la tuvo que jugar, el fútbol no apareció. Agonía es el período de transición entre la vida y la muerte. Así estuvo Bolívar. También es una angustia/padecimiento intenso. Así la sufrió la “Academia” y toda su hinchada, a prueba de infartos. Ahora viene una semifinal “celeste” (contra Blooming). Ojalá no sea otra “guerra”.