El Tigre, contra todo/todos
Introducción: unos 20.000 hinchas gualdinegros llegan al Siles en una tarde fría. Dos centenares de aficionados de Atlético Palmaflor alientan a las “fieras” desde la curva norte. Díaz repite esquema ofensivo (4-3-3, atrás han quedado sus planteamientos timoratos). El Tigre juega con Viscarra; Wayar-Jusino-Richet-Aponte; Saucedo de cinco, Ursino y Arrascaita; Chura-Triverio-Esparza. Viviani, con pasado stronguista como jugador, coloca un 4-2-3-1 para no meterse atrás.
Nudo: los cochabambinos arrancan atacando y Terrazas estrella una pelota en el palo de un sorprendido Viscarra. Las sociedades por los costados no aparecen: Wayar no se conecta con un desaparecido Chura (el cruceño no recupera su nivel); y Aponte no combina con un combativo Esparza. Triverio, cada día más asentado como hombre gol, provoca un penal que es desperdiciado por Arrascaita. ¿Debió patear el yungueño? El error contagia de nervios al gualdinegro y asienta a Palmaflor que toca bien y llega.
Entonces ocurre algo inédito: el “línea” de la “Prefe” (excedido de peso) discute con Jusino y luego con Díaz, al que insulta con epítetos xenófobos. El “referee”, que debió con cambiar a su asistente, saca amarilla al técnico por invadir la cancha. El arbitraje boliviano atraviesa una profunda crisis y la Federación debe tomar cartas urgentes. El gol de la visita (de un buen 10 brasileño como Igor Soares Santana) trae más ansiedad. La doble amarilla de Aponte deja al Tigre con uno menos. La llamada a la heroica se hace presente en el Siles. El golazo del “Menona” Saucedo (un disparo letal de 30 metros) pone justicia en el “score”.
Desenlace: el trabajado equipo de Viviani no se desordena. Solo cuando Jusino agarra la bandera desde la zaga y se incorpora al ataque, la clásica garra se transforma en la mejor/única arma. Amaral salta en el descanso pero se pega a la banda izquierda donde se pierde. Henry Vaca tarda mucho en entrar y Esparza se cansa de subir y bajar, de cubrir el lateral y el extremo. Con presión y prisas, el Tigre -en una de las pocas trepadas de un cansado Wayar- hace el segundo con el olfato de Triverio. El “Derribador” da la vuelta al marcador con uno menos, contra todo, contra todos; con poco fútbol, con mucho “huevo”.
Post-scriptum: la llave sigue abierta y The Strongest está ante su escenario favorito: definir el pase a la final en condición de visitante, su mejor virtud. El espíritu ganador y la unidad del plantel en torno a la dupla Díaz/Ramondino son dos de sus mejores armas.