El Tigre perdió el timón
Introducción: mientras el presidente transitorio Ronald Crespo se va quedando más solo que la una y el plantel va perdiendo potencial (con la marcha de Camacho, Henry Vaca y la posible de Amaral), el equipo -con el técnico ausente- siente la grave crisis institucional del club. Ramondino, el segundo que siempre fue el primero, coloca un “eleven” mixto ante Oriente Petrolero en el “Tahuichi”: Viscarra; Torres-Castillo-Benegas-Aponte; Richet-Ursino-Saucedo; Flores-Prost-Reinoso. Al final va a meter a los presuntamente titulares. ¿Alguien entiende a estas alturas al cuerpo técnico, el único aliado que le queda al señor Crespo?
Nudo: el partido arranca con ritmo para ir diluyéndose poco a poco. Oriente crece más por desméritos ajenos que otra cosa. A la media hora, Torres pierde la marca con un Richet fuera de lugar para que llegue un golazo de otro “match”, obra de un ex atigrado como Ronaldo Sánchez. ¿Era, Viscarra, para sacar esa pelota con la mano cambiada? Crespo y Díaz, Díaz y Crespo armaron un plantel sin laterales. ¿Reconocerán por lo menos ese gravísimo error de cálculo? La desesperación se grafica con una roja en contra de Saucedo; es el símbolo de la descomposición.
Desenlace: en la segunda parte, “Platiní” Sánchez entrega inteligentemente la pelota a un Tigre autista/ausente para jugar al contragolpe y matar el partido. Así lo hará (3-0) sobre el final. Los cambios inexplicables de Ramondino (¿por qué sacó a Richet Gómez que era el único en la contención?) no surten ningún efecto. Amaral es una sombra de lo que, al igual que Arrascaita y Esparza, otrora futbolistas desequilibrantes/enchufados. Partido al medio y sin marca/alma, los stronguistas son humillados y goleados a placer por un equipo menor. La crisis inunda todos los estamentos del club de Achumani. Prost y Reinoso dejan la cancha sin apenas haber tocado la pelota. Otro día charlaremos del lamentable nivel físico del primer equipo con jugadores que trotan sobre la cancha, sin pena ni gloria.
Post-scriptum: The Strongest ha perdido todo. La garra, la mística y la esencia han desaparecido por arte de magia en un club que deambula a la deriva, sin timón ni timonel. El Tigre ha dejado de ser el Tigre y es incapaz de crear ni juego ni fútbol. La nave ha quedado totalmente abandonada con un presidente testarudo/ hipercuestionado, con una tripulación confundida, mareada, extraviada. El único que no avizora el inminente naufragio es Ronald Crespo; no hay peor ciego que el que no quiere ver. El presidente/candidato ha ordenado que la orquesta siga tocando. La soledad es el lugar más seguro que conoce.