No estaba muerto…
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El periodista Oscar Dorado Vega
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Despertó del letargo. A tiempo. Propulsado por dos golazos y después de poco más de una hora en la que los espectros del debut rondaron en el estadio Lusail, seguramente porque México propuso la destrucción como estandarte de su accionar y en Argentina la inspiración demoró en aparecer. Pero apareció.
Es verdad que en el fútbol actual el rubro táctico – la disciplina, casi militar, para interpretar una planificación – importa mucho. Sin embargo, a la postre termina desequilibrando el talento de los actores. Por sobre todo.
Gerardo Martino pensó el partido en función de chico a grande. Lo enredó y en esa espesura la albiceleste no funcionó porque Messi decidió retrasarse en pro de iniciar las jugadas, Di María quiso emprender soluciones personales y Lautaro Martínez pasó desapercibido, sin ignorar que De Paul, hasta ahora, es más ímpetu que calidad y Rodríguez ( una de las cinco variantes de Scaloni en la formación) combinó menos buenas que malas.
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Los aztecas propusieron una lucha – lenta, por lo general – para empate. Y salieron con la suya hasta el intermedio, periodo en el cual la escasez se tradujo en apenas un tiro libre de Vega que Emiliano Martínez, en lo alto, conjuró no sin solvencia y elasticidad.
Tras el descanso el campeón de América se instaló. Pisó en mayor medida terreno contrario, se arropó de la determinación que la coyuntura exigía y a consecuencia del agotamiento del oponente capitalizó espacios que hasta entonces no le pertenecieron.
Otro factor ? El ingreso de Fernández, que a estas alturas ( más allá que hace tres meses ni siquiera figuraba en las convocatorias) debe ser titular. Aporta fluidez al juego, va al frente lúcido, encarador, valiente, y encima tiene gol: la rúbrica al triunfo argentino fue obra suya; un derechazo precioso.
Todo se descomprimió a los 63 minutos, cuando Di María se asoció con Messi – ya situado donde más gravita – y el disparo de Lionel, fulminante, instantáneo, súbito, se metió en un rincón imposible para Ochoa.
Argentina mejoró sustancialmente a partir de los cambios. Alvarez, Palacios, además del ya citado Fernández ( todos moldeados en sus progresos por Marcelo Gallardo en River Plate ), refrescaron el andar pero, fundamentalmente, devolvieron a la estructura el sello, la identidad de una Selección que cuando posee el balón y lo usa con propiedad despunta en su máximo enunciado.
El epílogo dejó una imagen tremenda, la de los futbolistas cantando a coro con la hinchada. Jubilosos. Un desahogo completo. Borrón y cuenta nueva. Es verdad que la clasificación pasará por lo que ocurra el miércoles, ante Polonia, pero esta victoria no sólo representa sumar y prenderse en la tabla. Implica recuperar cualidades extraviadas a través del debut y reencontrarse con la esencia propia, así más no fuera en un periodo, el complementario. Suficiente para la ocasión.
Argentina es, en Qatar, un seleccionado vivo. Superó una presión y ansiedad enormes. Se despabiló y todo eso no deja de ser noticia de primera plana en el planeta futbolístico.
(26/11/2022)