Alemania y España, dos formas de estar
Imagen: Archivo La Razón
Ricardo Bajo
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Cuando el partido Alemania-España arranca, hay dos selecciones ya eliminadas: Qatar y Canadá. La FIFA, un suprapoder por encima de países, soberanías y derechos, aumentará el número de países que participarán en el próximo Mundial: de 32 a 48 equipos. Bolivia sueña.
La FIFA es grande y la plata es su profeta. Antes del “match” entre españoles y alemanes, estallan graves disturbios en Bruselas tras la épica victoria de Marruecos contra la decepcionante Bélgica, otrora imperio en África. Es la bronca del Sur. Y pensar que algunos creen que esto solo es un juego con 22 tipos corriendo en calzones detrás de una pelota…
Luis Enrique es un técnico diferente, es un “general” testarudo. La estrella es él. Su filosofía de juego no se negocia.
En un mundo donde cambiar de partido político o de equipo está a la orden del día, un tipo que se mantiene fiel a una idea es un extraterrestre. La traición está de moda; la lealtad cotiza a la baja.
Con Luis Enrique juegan los suyos, sus “soldados”. No importa que no sean titulares en sus clubes. Cuando llegue el tanto español, el defensa que mete el centro no corre para abrazar al goleador, sale disparado para montar una piña alrededor del entrenador. Es Jordi Alba, el tercer lateral zurdo del Barsa. En España, el titular —Balde—, es su suplente.
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Dani Olmo —que conoce bien a los teutones— se coloca de “falso nueve”, como en la “semi” de la Euro 2020 ante Italia (para tormento de Bonucci/Chiellini). El primer palo del partido es precisamente un remate suyo. Al escurridizo Olmo, le puedes pedir todo, menos peras. La pesadilla alemana de quedar afuera en primera ronda asoma por la ventana (como en Rusia 2018). La sorpresa de Costa Rica —ganando a Japón— rebaja la presión.
España jugó bonito (que no siempre significa mejor); tocó y tocó, corrió y corrió (ahora se corre más que se juega). Y cuando entró un nueve de verdad, Morata, marcó y encendió el “match”. Luego perdonó porque no tiene gol; no lo cerró.
Es vulnerable cuando no tiene la pelota (su zaga central -Laporte y Rodri- es un experimento). A ratos, aburre, cansa y sufre al pedo.
Alemania jugó feo (que no siempre significa peor); esperó y esperó a que no pasara nada, apretó y apretó sobre el final y casi lo gana. Logró empatar en un partidazo gracias a un tipo que lo pide toda la hinchada, Niclas Fullkrug, del Werder Bremen. Nadie lo conoce fuera de su país.
Alemania no se entrega nunca, es puro físico. Tiene un corazón de hierro. Ese es su estilo. Son dos formas distintas de estar en el mundo. Si ganan Costa Rica y Japón en la fecha del jueves, España y Alemania quedarán afuera.
Es el Mundial más loco de la historia en un país lunático; y se juega en unas fechas dementes. Infantino sonríe; los hinchas también.
(27/11/2022)