El lobo blanco y la Caperucita
Imagen: Archivo La Razón
Ricardo Bajo
Imagen: Archivo La Razón
Introducción: es el segundo amistoso del argentino Gustavo Costas en la dirección técnica de Bolivia. El escenario es un espectacular estadio vacío (hay seis hinchas bolivianos, perdón).
La ciudad se llama Yeda y la cancha, “Rey Abdullah”, el antiguo monarca absolutista de la dictadura de Arabia Saudita.
El rival es una ex república de la Unión Soviética, la “poderosa” Uzbekistán, van de blanco.
El partido se “retransmite” a través de una (fallida) plataforma de pago de la Federación.
A partir de la segunda parte, una cadena (Abya Yala) pasa el partido en abierto. La Federación aduce “problemas técnicos” y anunciar reembolsos.
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Es una metáfora de nuestro fútbol. Costas sorprende con la titularidad de Lampe (en vez de un mejor Viscarra) y Martins (sin equipo tras su salida por bajo rendimiento de Cerro Porteño).
El mejor hombre de Bolívar, Ramiro Vaca, está en la banca.
Nudo: Bolivia tiene la pelota pero no hace daño. Los “lobos blancos” uzbekos regalan la tenencia; parecen respetar a una selección sudamericana. Con el paso del tiempo se van a dar cuenta que no pasa naranjas.
El dibujo de Costas es un defensivo 4-1-4-1. El volante central por delante de los zagueros es Danny Bejarano que juega en el Lamia de Grecia.
¿Cuántos partidos ha visto Costas del cruceño? ¿Lo ha visto en vivo alguna vez? En un error en salida de Bejarano llega el primer (y único) gol de los asiáticos.
El otro agujero negro son los laterales. Diego Medina deja espacio a su espalda, no tiene oficio de marcador. Roberto Carlos Fernández, ídem de ídem. ¿No está Roca en mejor forma?
El poco fútbol que tiene la “verde” está en los pies de un atrevido Miguel Terceros; el hombre surgido del proyecto Bolivia 2022 (no viene de la cantera de ningún equipo profesional); el jugador que lleva solo dos partidos en la primera del Santos. Así estamos.
Desenlace: Uzbekistán no es nada del otro mundo y juega a lo único que sabe: contragolpe y verticalidad.
La “verde”, una Caperucita para los “lobos blancos”, marca mal atrás y no genera nada arriba. A la hora entran Jaume Cuéllar (del Lugo, colero de la segunda división española), Carmelo Algarañaz y Gabriel Villamil; entran por Chura, Arrascaita y Ursino.
Se cambia a un esquema más «ofensivo»; un clásico 4-4-2 con Martins y Algarañaz como atacantes. Cuando entran Ramiro Vaca (por un cansado Terceros) y Boris Céspedes (del Servette suizo, por Bejarano), la “verde” aprieta pero no ahoga.
Post-scriptum: de diez selecciones sudamericanas, seis clasificarán directamente al Mundial de Estados Unidos/México/Canadá en 2026; la séptima irá al repechaje. Solo tres países sudamericanos se quedarán afuera. A día de hoy, somos un serio candidato a esos tres malditos cupos.
(24/03/2023)