¿Qué pasa en el Tigre?
Imagen: Archivo La Razón
Ricardo Bajo
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Introducción: arranca la segunda era del “Pampa”. El español Rescalvo yace en el olvido después de su “espantá”, después de su acto desleal de abandonar el barco en plena travesía seducido por el oro de los aztecas.
Dicen que los jugadores pidieron el regreso de Biaggio. El primer onceno del argentino deja pistas sobre su “nueva” idea”: cuatro, cuatro, dos; fútbol vertical, simple, al frente.
El lateral derecho (tremendo problema) es ahora un venido a menos Saúl Torres; el doble cinco es para Quiroga y el mixto Ursino; las bandas, para Ortega y un entusiasta Quaglio; y el doble nueve ya no es doble nueve pues Junior Arias cae al costado zurdo y pivotea para asistir a Triverio. Guabirá va a rezar por una derrota honrosa. La logrará y los de Portugal se irán felices.
En la previa, Torres y Castillo son homenajeados con dos camisetas con el número cien. Llegaron en 2019 y 2020, respectivamente. Estamos apenas tres mil personas en una tarde/noche gélida.
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Nudo: el Tigre juega (bien) media hora y luego se borra. Ortega y Quaglio levantan aplausos. El palmarino/colombiano se coloca como Messi; de ocho para trazar diagonales y filtrar pelotas al espacio desde la posición de enganche.
La letalidad/eficacia del Tigre de Rescalvo ha desaparecido. Los gualdinegros perdonan (especialmente Triverio) y se van con un corto “score” al descanso. El (único) gol lo hace Arias, ya lleva seis.
“Algo” ha cambiado: se ve a un Tigre más vertical, sin tanto toque. Irá de más a menos. Los que no aparecerán nunca serán sus laterales: Torres ni marca ni sube; Roca es una sombra del que entusiasmó a la hinchada. Ursino tampoco es el mismo tras la lesión. Suena pitos al final de la primera parte.
Desenlace: la segunda arranca igual: pitos (“in crescendo”). Es un Tigre apático, desganado, sin ritmo, sin bandas. Apenas llega al arco de Araúz. Aburre, hace enojar. Es un equipo que invita al rival al empate. Los dos cambios en el ataque no son solución: ni Sotomayor ni Flores aprovechan la chance (una vez más). Robles entra por Ursino para tener más contención. El Tigre camina la cancha.
El gualdinegro va a conservar el invicto; saca cinco unidades al segundo (Nacional Potosí) y siete puntos al tercero, Bolívar pero las señales de preocupación están más prendidas que nunca. Biaggio luce resignado cuando mira la banca. Acaba dirigiendo desde la cal su segundo, Antonio Mur. Son los peores 45 minutos de la temporada. El Tigre termina metido atrás, incapaz ni siquiera de montar “contras” letales. Extraña al bueno de Arrascaita.
Post-scriptum: el Tigre vence pero no convence. La garra (la contundencia y el compromiso) brillan por su ausencia. ¿Qué está pasando en Achumani?
(10/05/2023)