La virtud de la perseverancia
Imagen: Archivo La Razón
Ricardo Bajo
Imagen: Archivo La Razón
Introducción: la “Academia” busca el pase a octavos y suena con el primer lugar de un grupo donde se ha vuelto favorito tras la goleada sorprendente en Asunción.
El Bolívar de la Libertadores es otro. El vasco Benat cambia el dibujo cuando nadie lo esperaba. Vuelve a la línea de cuatro defensas, su esquema favorito.
La hinchada de Barcelona de Guayaquil, apostada en la bandeja alta de la curva sur, enciende dos bengalas. La recta se pinta con globos celestes. La Conmebol pasará por caja a cobrar pues hasta gritar más de la cuenta está prohibido. Hay una luna que parece un pedazo de sandía sobre la Preferencia.
Los bolivaristas juegan con Bejarano y Sagredo, como laterales; Bentaberry-Ferreira, de centrales; Saucedo y Villamil en el doble cinco; Hervías por derecha y “Patito”, por izquierda; para conectar con Lucas Chávez y el nueve Ronie Fernández, recién llegado de Chile, enmarascado.
Los ecuatorianos se meterán atrás con dos líneas de cuatro bien apretaditas, un enganche (Ortiz) y un solo punta, el “Polaco”. Es por eso que San José ha desmontado la línea de tres centrales.
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Nudo: la “Academia” tiene la pelota pero se estrella contra la doble muralla ecuatoriana. Abusa del centro. Sus extremos (“Pato” y Hervías) no pueden con sus laterales. Tampoco recién ayuda para hacer el dos contra uno.
Solo cuando aparecen los espacios, solo cuando los ecuatorianos pierden la pelota, surgen los misiles fuera del área. La pelota se estrella dos veces (Villamil y Bejarano) en el palo de Víctor Mendoza, de gran actuación toda la noche. A Bolívar le falta fútbol pero le sobra ilusión. No se cansará de ir al frente, no se cansará de creer.
Desenlace: Benat no cambia nada en el descanso. Lo hará después con la entrada de Ramiro Vaca (muy lejos de su mejor momento por la suplencia), lo hará con el que siempre desequilibra saliendo de la banca (el talentoso Uzeda), lo hará con un pobre Poveda, con un entusiasta Miguel Villarroel, lo hará con un “Patito” más efectivo por derecha.
Creará chances por dentro, centrará hasta el cansancio. Aceptará la loca propuesta de la visita de convertir el partido en un ida y vuelta infartante/emocionante. Padecerá una ansiedad que cerrará el arco incomprensiblemente. Y logrará el gol de la perseverancia en la última jugada cuando aparezca el que desapareció toda la noche, el chileno Ronnie Fernández, su carta de gol.
El tanto llegará justo cuando desde las gradas bajaban gritos de “Fuera Benat”.
Post-scriptum: Bolívar vive una paradoja como un piano de grande. Sufre y juega mal en el torneo local con un Benat cuestionadísimo. Gana sin fútbol, a pura garra y fe en la Libertadores.
(23/05/2023)