Trabajar para ser competitivos
Imagen: Oswaldo
Jorge Barraza, columnista de La Razón
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“Me voy la mitad conforme, defensivamente no pudimos presionar tan arriba, pero nos faltó muchísimo en la tenencia de balón y es importante tenerla para poder respirar”. Gustavo Costas fue diplomático en la conferencia tras la derrota de Bolivia ante Ecuador. No puede tirar abajo la moral de la tropa ni de los hinchas, tampoco derribar la ilusión antes de comenzar la Eliminatoria.
Eso es hacia afuera. Para adentro no puede estar ni la mitad de conforme. El resultado es bastante decoroso (0-1 apenas). Fue muy pobre presentación. No era Francia ni Alemania el rival, era Ecuador. Que es el fútbol de mayor evolución en Sudamérica, de acuerdo, pero sigue siendo Ecuador.
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Consciente del discreto nivel individual de su plantel, Gustavo Costas no salió a jugar de tú a tú. Alistó una línea de cinco en el fondo (bien al fondo), dos mastines en la media cancha (Quiroga y Danny Bejarano) y dos creativos que no crearon y también estaban cerca de su área para colaborar (Ramiro Vaca y Miguel Terceros).
Y allá arriba, huérfano, peleando contra molinos de viento, Algarañaz contra tres, ¡y qué tres…! Félix Torres, William Pacho y Piero Hincapié, tres zagueros fenomenales.
Como ir a la guerra con una honda. Eso derivó en que Bolivia contabilizara en 96 minutos apenas un remate al arco, no muy fuerte y desde lejos, de Ramiro Vaca, que el arquero Moisés Ramírez echó al córner sin demasiada dificultad.
Famélico saldo para una selección nacional que competía contra un rival directo en la próxima clasificatoria.
Tal dispositivo defensivo de Bolivia llevó a Ecuador a gobernar el partido a voluntad, de principio a fin. Las estadísticas dimensionan el predominio: la TRI tuvo un 72% de posesión de balón. Abrumador. Dado que Bolivia no tenía planeado atacar, el análisis se centraba en los movimientos de Ecuador, sobre todo ofensivos.
Cómo rompería el vallado boliviano. Efectuó 16 remates al arco, de los cuales 4 fueron entre los tres palos, y uno resultó en gol. El dato habla de poca eficacia de disparo, caso contrario… Hubo muchas aproximaciones al área de Carlos Lampe, aunque el arquero de Bolívar no sufrió demasiadas situaciones de gol. Ecuador produce defensores y mediocampistas de alto nivel, pero no delanteros.
Es su gran déficit. Félix Sánchez, técnico catalán de Ecuador, dio la ventaja de dejar en el banco a Enner Valencia, el goleador histórico de su selección, para probar una vez más a Leonardo Campana, quien en 13 presentaciones nunca hizo gol. Pero luego entró Enner por Campana y enseguida marcó el gol que definió el partido.
No obstante la supremacía ecuatoriana, el gol llegó por un grueso error de Gabriel Villamil, el jugador con mayor proyección del fútbol boliviano. Intentó parar la bola, se le fue un poco larga, Carlos Gruezo reaccionó como un águila y se la robó; de su quite, Gonzalo Plata habilitó a Valencia y este ejecutó a Lampe.
Esa es la parte que pudo conformar a Costas: si no había error propio no había gol rival. Pero el fútbol tiene dos grandes facetas: ataque y defensa, en ese orden, puesto que el objetivo primario es ganar. Cuando un equipo no puede sostener tres segundos la pelota porque la pierde, cuando no puede hacer tres pases seguidos, cuando no logra crear una situación de gol, algo no funciona. Hubo una blandura desagradable. No alcanza solo con defender. Sería mínimamente deseable contener al rival veinte metros más arriba, en el centro del campo, para estar más cerca del arco rival cuando se recupera la pelota.
Pero para dividir la tenencia hacen faltan capacidades individuales, y a nivel individual pocos se salvan. Aunque es muy joven, se esperaba otra cosa de Miguel Terceros, muy liviano, lo mismo que Ramiro Vaca. Carlos Roca fue sustituido seguramente porque Costas advirtió que casi todo el volumen de llegadas de Ecuador venía por el sector izquierdo. A Roca le pasa lo mismo en The Strongest: su fuerte no es la marca y los entrenadores rivales estudian, ven videos. Por trajín, por esfuerzo, se salvan los dos Sagredo y los dos Bejarano, el resto no aprobó.
Este no es un problema de entrenador, Costas apenas había dirigido un puñado de entrenamientos y dos amistosos. Había mucha diferencia de niveles. De los quince jugadores utilizados por Ecuador, sólo dos actúan en su país, el arquero y un suplente. Del resto, 6 en Europa (y con suceso), 2 en México, 2 en Estados Unidos, 2 en Brasil y uno en Argentina. De los 17 que alineó Costas, quince militan en Bolivia, apenas Jairo Quinteros viene de la Segunda de España y Marcelo Martins está en Ecuador, donde no es titular fijo.
De ahora en más el objetivo primario debe estar claro: ser competitivos. Se necesitaría muchísimo laboratorio, mañana y tarde, de acá a septiembre, para lograr progresos de funcionamiento. El trabajo ayuda, permite crecer, disimula las menores potencialidades. Por ejemplo, pedir el predio de Ananta y ensayar, dado que la mayoría de los jugadores son de Bolívar y Strongest, están ahí. Y armar partidos ante equipos locales.
Jugar ayuda, aunque sea con rivales menores, permite asimilar conceptos, automatizar movimientos, conocerse entre compañeros. No esperar otra fecha FIFA porque no la hay. Pero esto es utópico: el calendario está ocupado y los clubes inmersos en sus torneos, no cederán a sus mejores jugadores. Lo inquietante es que frente a Chile, mañana, es el último ensayo antes de ir a Brasil a inaugurar el camino al Mundial.
“La gente se acuerda de la Eliminatoria del ’93 y piensa en Etcheverry, Platiní Sánchez, Baldivieso, Melgar, Ramiro Castillo y que teníamos un gran equipo, pero con esos mismos jugadores veníamos de salir últimos en nuestro grupo en la Copa América de Chile en 1991. ¿Qué hicimos…? Nos pusimos a trabajar, a trabajar y a trabajar. Solamente trabajando se pueden reducir las distancias con los que tienen más. Hicimos mil cosas para tratar de optimizar nuestro potencial, hay que pensar en todo”. La reflexión es de Guido Loayza, el almirante de aquella flota que finalmente desembarcó en el Mundial ’94.
(18/06/2023)