Tras las huellas de Djokovic en Múnich, el lugar donde se hizo grande
Imagen: AFP
El serbio Novak Djokovic posa con el trofeo del torneo de Wimbledon.
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De 1999 a 2003, la progresión de Djokovic fue fulgurante. Entre estancias de dos a tres meses en Múnich, iba encadenando torneos.
«Un pequeño profesional que solo tenía un objetivo en la cabeza: convertirse en el número uno del mundo». Cuando aterrizó en 1999 en Múnich, Novak Djokovic entró en la academia de formación de Niki Pilic, donde el entonces adolescente se forjó como estrella del tenis.
En Oberschleisseheim, en la periferia norte de Múnich, la Academia Niki Pilic muestra con orgullo en sus paredes imágenes de su pupilo más prestigioso.
La foto de Novak Djokovic, que está ahora en Londres para afrontar el reto de conquistar Wimbledon por octava vez, corona un pasillo que el serbio atravesaba siendo adolescente, entre sus 12 y sus 16 años, para ir al entrenamiento.
«Jugaba siempre en la pista número 4 o en la número 8», explica Wolfgang Reiner, que fue entrenador de ‘Nole’ durante dos años. El técnico alemán de barba blanca recuerda varias anécdotas de aquel joven serbio de «revés excepcional».
«Nada más que terminaba el entrenamiento, se ponía a ver partidos de tenis en la televisión. Parodiaba a los jugadores, sus golpes, sus discursos. Era muy gracioso», asegura. A finales de los años 1990, Pete Sampras y Andre Agassi eran las estrellas del momento.
Una vez en el circuito, Djokovic también se dio a conocer por esa afición a las imitaciones, parodiando por ejemplo a Rafa Nadal o Maria Sharapova.
En Múnich le recuerdan también dando pelotazos contra una pared o en busca de compañeros de juego para entrenarse una y otra vez.
«Durante la pausa para comer, el primero que terminaba de comer era siempre Nole. Buscaba a alguien para jugar al tenis contra él, antes de retomar el entrenamiento. Una vez, íhasta se lo pidió al portero!», ríe Wolfgang Reiner.
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«Padre en el tenis» para Djokovic
Novak Djokovic llegó a Alemania en 1999, en plena guerra de los Balcanes, que causaba estragos en su ciudad, Belgrado. Dejó sus maletas en una pequeña habitación del complejo deportivo, entonces nuevo, destinado a formar a jugadores profesionales.
Fue el entrenador croata Niki Pilic el que propuso a aquel niño Nole instalarse en Múnich para entrenar en su academia. El técnico tenía ya una gran reputación, como capitán de la Alemania ganadora de tres Copas Davis con Boris Becker (1988 y 1989) y Michael Stich (1993).
«Djokovic tenía una disciplina fuera de lo común para un chico de su edad, una buena mentalidad y un físico excelente. Era un pequeño profesional que solo tenía un objetivo en la cabeza: convertirse en el número uno del mundo», señala en declaraciones a la AFP el entrenador, que tiene ahora 83 años, desde su casa de Croacia.
«Niki Pilic, que era mi padre en el tenis, y que lo sigue siendo, es una de las personas más perseverantes y apasionadas por el tenis que me he encontrado en la vida»: después de haber ganado en junio su 23º título del Grand Slam en la tierra batida parisina de Roland Garros, Djokovic rindió así homenaje a Pilic.
El jugador con más títulos del Grand Slam, a sus 36 años, considera que tuvo «mucha suerte» por haber encontrado a Pilic y poder aprender de él en un momento en el que sus padres pasaban por «muchas dificultades, financieras y emocionales».
En la academia alemana, Djokovic tenía jornadas muy cargadas, que incluían cuatro horas de tenis y una de refuerzo muscular.
Cuando se podía, con la decena de jóvenes de su edad alojados en el complejo, Novak corría alrededor del canal para remo situado junto a la academia, construido para los Juegos de Múnich-1972. En verano, los adolescentes se bañaban en él después de entrenar.
El despegue
De 1999 a 2003, la progresión de Djokovic fue fulgurante. Entre estancias de dos a tres meses en Múnich, iba encadenando torneos.
«Tenía un nivel de juego fenomenal aunque no se podía saber todavía cómo de grande iba a llegar a ser», cuenta Niki Pilic, acordándose de un torneo en 2001 en el que Djokovic se proclamó campeón de Europa sub-14.
«Era ya increíble», afirma Nic Marschand, que entrenó también a Djokovic durante sus años bávaros. Este preparador alemán se acuerda de un adolescente «que tenía ganas de aprender» y que «se desplazaba muy bien».
«Todos sus golpes eran buenos, olía el juego. Tácticamente, siempre conseguía contrarrestar el juego del adversario. Tenía una visión fuera de lo común», analiza.
Aunque había momentos en los que Djokovic era menos disciplinado, «siempre trabajó diez veces más que los demás, quería mejorar permanentemente».
«Nole era un joven muy inteligente que pensaba, vivía y dormía para el tenis», coinciden sus entrenadores.
(02/07/2023)