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Criterios para el recuento de títulos en el fútbol boliviano

Triverio de The Strongest y Fernández con sus trofeos

/ 21 de diciembre de 2023 / 17:01

La organización y el reconocimiento de un título nacional de fútbol profesional lo da la entidad organizadora

Después de casi 30 años de la publicación del libro La epopeya del fútbol boliviano y de 12 años de la creación, junto a mi hijo Borja, del blog historiadelfutbolboliviano.com, que me permitieron investigar a conciencia el polémico tema de un recuento exhaustivo y fundamentado de los títulos logrados por nuestros clubes a lo largo de la historia, vuelvo sobre el tema para poner a consideración criterios mínimos que nos permitan contar con una base común, fiable, seria y estandarizada de los títulos del fútbol boliviano.

10 DATOS

1. Para reconocer un título como válido, este debe ser el resultado de un campeonato organizado por una asociación o federación (local o nacional) adecuadamente estructurada y, desde el momento en que fue posible, con personería jurídica y afiliada a la federación nacional (las locales) y a la CONMEBOL y a la FIFA (la nacional).

2. La caracterización de un título como amateur o profesional, debe hacerse distinguiendo el fútbol no rentado del rentado, asumiendo la diferencia cuando de manera oficial una asociación o federación establece en sus estatutos y reglamentos la existencia en su seno del fútbol profesional rentado.

3. Las instituciones con capacidad para organizar campeonatos oficiales en Bolivia han sido y son las nueve asociaciones departamentales, la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) y -en el periodo 1977-2018- la Liga del Fútbol Profesional Boliviano (LFPB), hoy desaparecida.

4. En el caso del fútbol amateur, de acuerdo a la secuencia de creación e ingreso al fútbol profesional de cada una de las asociaciones departamentales, los periodos en los que se califican los títulos amateurs por asociación son: AFLP (La Paz): 1914-1949; ACHF (Chuquisaca): 1914-1968; ACF (Santa Cruz): 1917-1964; AFO (Oruro): 1921-1953; ATF (Tarija): 1922-1984; AFC (Cochabamba): 1924-1954; APF (Potosí): 1924-1969; ABF (Beni): 1936-1975; AFP (Pando): 1997-2013.

5. En el caso del fútbol profesional nacional se reconocen tres organizadores: La AFLP (1950-1959) -que creo su división profesional antes que la FBF-, la FBF (1960-1976 y 2018 en adelante) y la LFPB (1977-2018). En el periodo 1960-1976 se reconocen títulos profesionales locales en las siguientes asociaciones: La Paz, Chuquisaca, Santa Cruz, Oruro, Cochabamba y Potosí, que entraron al profesionalismo -en diferentes momentos- antes de 1976.

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6. La organización y el reconocimiento de un título nacional de fútbol profesional lo hace la entidad organizadora. Si esta establece un título anual, no se puede interpretar que, si para el logro de ese título se jugaron dos campeonatos con una final entre los dos campeones para dirimir dicho título, se separan los campeonatos y se suma una estrella por cada uno al palmarés de un club. Está claro en este caso que se cuenta un solo título y no dos.

7. Si la entidad organizadora reconoce dos o más títulos nacionales por año, esos galardones son oficiales y deben ser contados como tales.

8. Aquellos campeonatos del profesionalismo nacional organizados por las entidades con potestad para ello, pero que no son parte del o los torneos de la secuencia regular de campeonatos, serán reconocidos como un título legítimo del club ganador, especificando su carácter especial, pero no se incorporarán a la lista oficial de títulos nacionales.

9. A partir de 1977, en que los principales clubes profesionales se separaron de sus asociaciones para integrar la LFPB, los torneos nacionales como el Simón Bolívar, el nacional B y los locales de 1º A en cada asociación departamental, se consideran de categoría inferior a la de la Primera División (División Profesional) y no se cuentan entre los títulos de la primera categoría a nivel nacional o local.

10. Se reconocen los siguientes títulos oficiales: Campeón Nacional (fútbol profesional); Campeón local (fútbol profesional) y Campeón local (fútbol amateur). Especificando la naturaleza distinta de las tres categorías anteriores, se reconocen también a los campeones de torneos especiales reconocidos por la FBF, siendo obligatorio detallar su característica.

Breve historia de las Políticas Públicas en Bolivia

El concepto “políticas públicas” puede ser entendido de una manera tan amplia que acaba abarcándolo todo. De manera explícita hemos hecho énfasis en aquellas acciones de gobierno que se enmarcan de manera bastante rigurosa a lo que hoy se entiende por políticas de Estado.

/ 22 de junio de 2014 / 04:02

La idea de las políticas públicas, sistematizada en el mundo desde fines del siglo XIX, la primera mitad del XX (escuelas francesa, alemana y austriaca) y muy especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, ha cobrado una relevancia cada vez mayor en cualquier acción de gobierno que busque lograr resultados concretos.

¿Cómo se desarrollaron las políticas públicas en Bolivia? ¿Cuáles fueron sus alcances? ¿Tenemos un criterio claro sobre lo que éstas significaron y significan para la planificación y el desarrollo del país? ¿Se puede hablar de políticas públicas en Bolivia? ¿Desde cuándo?

El libro Breve Historia de las Políticas Públicas en Bolivia no tiene otra pretensión que dar un panorama general sumario y muy sintético de las políticas públicas a lo largo de nuestra historia. Quien lo lea entenderá sus alcances y, sobre todo, podrá asumir que los temas tocados en cada capítulo no son otra cosa que el punto de partida para iniciar investigaciones especializadas en profundidad sobre cuestiones específicas. Esos temas abordados intentan dar una visión integral de los esfuerzos que se hicieron en el periodo prehispánico, colonial y republicano por responder a las demandas de la sociedad, y por establecer una planificación de corto, mediano y largo plazo en beneficio de los bolivianos.

A pesar de haberse hecho frecuentemente de manera intuitiva, se puede apreciar con bastante claridad los objetivos y razón de ser de las políticas de Estado, que hoy conocemos como políticas públicas, en función de los intereses y metas de cada periodo de la historia y de cada estructura de poder (el imperio incaico, el imperio español o la república, por ejemplo). A la vez, se podrá apreciar el momento en que esas políticas son encaradas de manera clara como parte de un mecanismo nacional de planificación guiado por criterios científicos y profesionales de alto nivel.

Es muy importante comprender que el concepto “políticas públicas” puede ser entendido de una manera tan amplia que acaba abarcándolo todo. De manera explícita hemos hecho énfasis en aquellas acciones de gobierno que se enmarcan de manera bastante rigurosa a lo que hoy se entiende por políticas de Estado, conceptualización desarrollada en el primer capítulo.

Por esa razón y de manera intencional no se han considerado de manera exhaustiva en la obra temas referidos a la geopolítica, las relaciones internacionales (salvo cuando éstas tienen relación directa con políticas públicas específicas de educación, infraestructura, etc.) o nuestras guerras internacionales, y se hacen sólo referencias generales o imprescindibles sobre aspectos ideológicos vinculados a los grupos o partidos políticos que asumieron el poder, sin pretender por ello hacer un desentrañamiento en profundidad de las razones por las que lo hicieron. Esto, por supuesto, no quiere decir que no sea evidente y se pueda entender sin dificultad que la síntesis de la historia de las políticas públicas, refleja de manera inequívoca las grandes líneas y tendencias ideológicas dominantes en todo el desarrollo de nuestra historia.

Quien lea la obra apreciará que hay ciertos temas en los que se puede percibir debilidad o información escasa. En la investigación se tropieza con algunos vacíos que son parte de los desafíos que tenemos todos pendientes para precisar y afinar el concepto de las políticas públicas en Bolivia, y realizar trabajos de investigación en profundidad que nos den como resultado, por ejemplo, una historia completa de la educación o una historia de la salud en Bolivia. Esto, porque si bien es cierto que se han escrito libros fundamentales sobre la historia indígena, la obrero-sindical, la de nuestras relaciones exteriores y otras muchas de carácter especializado, todavía enfrentamos vacíos muy importantes en cuestiones cruciales.

El libro está dividido en tres partes. La introducción y el capítulo I permiten el contexto imprescindible antes de entrar en materia, la síntesis histórica propiamente dicha.
La Parte I incluye un capítulo, el dedicado a la etapa prehispánica que se denomina “los originarios” para hacer una referencia a los aspectos más destacados de dos de las varias culturas de ese largo periodo, Tiahuanaco e Incas, que fueron las expresiones más sofisticadas y conocidas del periodo precolombino.

La Parte II incluye a su vez un solo capítulo y hace la síntesis del periodo colonial que tuvo tres fases, la conquista, la organización colonial hecha en el Perú por el virrey Francisco de Toledo y las reformas borbónicas en las postrimerías coloniales.

La Parte III, la más importante y más desarrollada, está dedicada al periodo republicano y tiene seis capítulos. La división cronológica considera los momentos de cambios más importantes dentro de la República. El capítulo IV desde el primer grito independentista hasta la Guerra del Pacífico; el intenso debate entre librecambio y proteccionismo. El capítulo V, de 1880 a 1936, en el que se imponen las ideas liberales. El capítulo VI, el periodo de transición 1936-1952, muy importante porque en él se vislumbran los primeros proyectos de planificación desde el Estado y la propuesta consciente de políticas públicas. El capítulo VII que abarca el periodo 1952-1982 dominado por el nacionalismo revolucionario y el nacionalismo militar. El capítulo VIII contempla la etapa de 1982 a 2003, la primera fase del largo periodo de democracia real en el país. El último, el IX, va de 2003 a nuestros días y contempla la transformación de la República en Estado Plurinacional.

La publicación se cierra con un capítulo dedicado a las conclusiones, en el se hace un resumen sumario de aquellos temas que se consideran fundamentales en el proceso y aplicación de políticas públicas en el país.

Se trata, en suma, de una primera aproximación a una cuestión del mayor interés para quienes quieran tener un panorama de lo hecho en políticas públicas en una historia, la boliviana, cuyas raíces se remontan a un horizonte de más de 10.000 años de antigüedad.

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La apertura de Bolivia tiene una respuesta chilena preexistente

El desafío hecho por Morales a Bachelet de superar la propuesta de Pinochet encuentra ya una respuesta preexistente en Chile: no dialogar sobre el mar por estar el tema en La Haya.

/ 30 de marzo de 2014 / 04:01

—Cómo interpretar el discurso del presidente Evo Morales del 23 de marzo?

— Se observa que se ratifican las líneas generales de Bolivia en relación al juicio internacional que se va a llevar adelante en La Haya. Veo que esa línea estuvo reforzada por el contenido de referencias de carácter histórico que complementan la posición boliviana y explican su porqué. Sin duda, el elemento más sensible que ha subrayado la prensa nacional y chilena es la intención de Morales de mostrar algo que me parece interesante, aunque en la forma uno puede tener diferencias: el desafío a Bachelet de superar al dictador Augusto Pinochet.

En el fondo, el desafío es el siguiente: ¿cómo es posible que el punto al que más lejos llegó Chile en relación a Bolivia fue en el contexto de una durísima dictadura y que el gobierno socialista y progresista de la señora Bachelet no pueda plantear una acción más arriesgada, más propositiva y mejor que la que hizo Pinochet?

Para mí, este desafío encuentra ya una respuesta preexistente en Chile. Parece que Santiago no se va a mover de ahí. ¿Cuál es su respuesta? Si Bolivia ha decidido ir a un juicio internacional, nosotros no vamos a entablar un diálogo sobre el tema del mar. Entonces, la posición boliviana es poner en evidencia que, en el pasado, el dictador llegó más lejos que nadie en el tema marítimo y por ello desafía a un gobierno progresista a hacerlo. La respuesta de Chile sigue siendo la misma. Lo que Chile plantea es una posición estratégica de su política exterior, podemos compartirla o no.

— Pero el fallo más favorable que puede obtener Bolivia es que La Haya inste a Chile a dialogar seriamente.

— Yo creo que es posible un diálogo independientemente del juicio, en cambio Chile generalmente se maneja con conceptos absolutos, diciendo que no se va a dialogar porque el juicio representa para ellos que se ha agotado la solución por el diálogo; no comparto esa posición pero la respeto.

— Entonces, ¿qué posición debe adoptar Bolivia?

— La perspectiva del diálogo en torno al tema del mar es difícil, lo que no quiere decir que si Chile se mantiene en su posición, Bolivia no va a hacer lo propio.  La línea estratégica boliviana tiene dos conceptos básicos, uno es que el juicio en La Haya no se levanta bajo ningún concepto, y el segundo, que si hay una voluntad de diálogo en términos propositivos por parte de Chile  —que Bolivia de hecho tiene— podríamos intentar una solución antes de que el juicio llegue a su final. Esas dos líneas complementarias no deberían cambiar, más allá de que la respuesta de Chile no se modifique, dado que nunca se puede saber las circunstancias políticas que podrían darse en los cuatro años de gestión de Bachelet. Esas variantes ahora no pueden ser vistas claramente. Por lo tanto, yo no cambiaría la lógica con que se está manejando el tema. Donde sí hay que profundizar un diálogo es en los otros puntos que no están vinculados al conflicto marítimo.

— Cree que la posición cortante chilena se debe a la cercanía de la presentación de la memoria?

— No soy partidario, ni tampoco creo que sea posible, aunque Chile lo planteara de esa manera, de evitar un diálogo sobre la vinculación cotidiana de la relación bilateral. Sin duda, estamos en un momento álgido en que hay mucha exposición mediática a causa de la cercanía de la presentación de la memoria boliviana el 17 de abril, por lo que el Gobierno de Chile tiene que mostrar una línea interna de solidez ante su opinión pública. Luego vendrán tres meses que también van a ser importantes —y de cierta tensión— hasta que Chile ponga su propia interpretación y la posibilidad de que Santiago diga o no que no consideran que el tribunal internacional tenga jurisdicción sobre el tema. Eso es una posibilidad, por tanto, son tres o cuatro meses en que vamos a vivir muy condicionados.

En ese lapso de tiempo, Bolivia debe ser prudente, asumir un tono mesurado y respetuoso, aunque enérgico solo si es imprescindible. Va a ser tan importante el impacto de la memoria que va a presentar Bolivia que todo va a girar en torno al contenido de la misma, a su orientación y a sus objetivos. Por supuesto que el país no solo va a presentar la memoria en detalle, sino que también va a hacer internacionalmente y de cara a la opinión pública boliviana, una exposición de sus motivos . Por lo tanto, en los próximos días no vamos a tener la necesidad de inventar ninguna estrategia que no sea girar en torno a fortalecer el punto de vista boliviano en la presentación de su memoria.

— ¿Qué opina del anuncio del Gobierno de la búsqueda de cinco puertos alternativos, considerando la cercanía de la entrega de la memoria boliviana?

— Desde la Guerra del Chaco, Bolivia tiene una lógica de abrir un espacio de salida al océano Atlántico, de hecho ése fue uno de los motores de la guerra: conseguir soberanía sobre el río Paraguay, lo cual se ha conseguido en Puerto Busch.
Bolivia viene desarrollando esa estrategia de salida hacia el Atlántico, como se ve con la construcción de puerto Aguirre, y la aprobación del acuerdo internacional de la hidrovía que permite la navegación Paraguay-Paraná. También están Rosario y Nueva Palmira en Argentina y en Uruguay, lo que muestra que Bolivia tiene una orientación en esa dirección. En el otro océano está Ilo, como una intención desde los acuerdos de 1992. Por tanto, no es que Bolivia hoy genere una estrategia en esas direcciones, sino que es una vieja estrategia de política exterior que complementa la relacionada a la recuperación marítima. La razón de que ello ocurra es que hay que establecer una búsqueda de puertos alternativos y porque como somos parte de la Cuenca del Plata, tenemos una vocación atlántica natural que tiene que hacerse realidad.

El camino de concreción de estas alternativas es lento, si bien muchas ya son utilizadas en la actualidad. En todo caso, es legítimo marcar con Chile que nuestras opciones son varias y que si Chile es una de nuestras opciones (por Arica, Antofagasta e Iquique), tenemos otras alternativas que estudiamos. Que Bolivia lo subraye es una estrategia legítima y no veo nada malo en que se lo haga en este momento que es particularmente sensible.

En ese sentido, Bolivia deberá ser paciente, prudente y enérgica solo si es necesario y darnos cuenta de que el gobierno de Bachelet durará cuatro años y que por tanto solo se está en el comienzo. Hay que dejar que pase este momento altamente sensible de la presentación de la memoria y la respuesta chilena. Después de que eso ocurra hay que analizar cuáles serán los acontecimientos en la relación bilateral. Por tanto, no me apresuraría, pues no nos estamos jugando la vida en estos próximos días. Se trata de un camino que va a durar hasta siete años, y hay que mirarlo en esa perspectiva, incluso podría darse el caso de que el fallo llegue después del fin de la gestión de Bachelet y que haya otro presidente en Chile; asimismo, hay que esperar qué pueda pasar en el proceso electoral boliviano este fin de año. Entonces hay que tener paciencia y tranquilidad, las cosas se están haciendo en principio de manera adecuada, pero no hay que apresurar ni dramatizar las cosas.

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