Wednesday 12 Feb 2025 | Actualizado a 01:16 AM

Cuando el fútbol enamora

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 17 de marzo de 2024 / 20:33

Un chico del Liverpool, enfocado por la cámara tras el gol de Mac Allister, se tomaba la camiseta y mostraba el escudo con ardor. Lo sostenía con la mano izquierda y lo señalaba con el índice derecho.

Acababan de empatar un partido tremendo, volcánico. Seguro, a su lado, su padre estaría abrazándose con otros hinchas liverpoolianos, gritando desaforados. Y tal vez su progenitor sea ingeniero, escritor, maestro, diseñador.

No importa el grado social o académico ni el nivel de formación, el fútbol es transversal a todos, enloquece por igual a un plomero o a un intelectual. Roberto Goyeneche, el inigualable intérprete del tango, ícono de Buenos Aires, contaba que, a veces, se le encimaba un poco una actuación con un partido de Platense, su gran amor; se iba ya vestido de gala a la cancha y de ahí al teatro o al local donde cantaría. Nos atraviesa esto de la pelota.

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Una adolescente del Atlético de Madrid, también tomada por el lente el miércoles en el choque frente al Inter, lloraba a mares tras el 2-1 marcado por Memphis Depay. Lágrimas de alegría. Difícil explicarlo. Es cuestión de familia, son años de amor a un club, a un sentimiento, a un barrio, a una camiseta que te ha dado y te ha quitado.

Y una noche tu equipo del alma te ofrenda todo junto, el drama primero, el éxtasis después, la locura, la victoria, el orgullo de ser atlética toda tu vida, tu papá, tu abuelo que te hablaba de aquellos viejos guerreros rojiblancos que nunca se entregaban, pues ese es el sello atleticano. Y ya no podés ni gritar, te quedás aplastado en la butaca y llorás de agradecimiento, como esa madrileña entregada al dictado del corazón. Se te pasa la película de tu vida en ese 2 a 1 heroico, feliz, que recordarás por décadas.

Algo similar aconteció en Dortmund, donde el Borussia, golpeado por tantos años de estar bajo la suela del Bayern, porque perdió el último título en el instante final, porque no va del todo bien en la actual Bundesliga, sudó tinta, sufrió horrores, pero venció al PSV holandés y avanzó a cuartos de final de Champions. Y el Dortmund es el Dortmund, quién te dice… Allí, 82.000 enfervorizados alemanes mimetizados de amarillo con toques negros celebraban desencajados. Y son alemanes, se supone que debieran estar compuestos. Pero el fútbol te descompone. ¿De qué está hecho…? ¿Qué invento es este juego al que las autoridades británicas debieron prohibir a mediados del siglo dieciocho porque pueblos enteros se trenzaban encarnizados tras una pelota y se golpeaban, se lastimaban y hasta muertos había…!

Las reglas y la organización han evolucionado, sin embargo no ha disminuido el entusiasmo, el alegre desenfreno emocional que provoca. Claro, esto lo genera, fundamentalmente, el juego de ataque, de ida y vuelta, que eleva los decibeles de la adrenalina. El Liverpool 1 – Manchester City 1, posiblemente los dos mejores equipos del mundo con los dos técnicos top (Guardiola y Klopp), en ese momento primero y segundo de la Premier, ofrecieron un espectáculo colosal que glorifica al fútbol de nuestros días. Elevaron el grado de excitación a un punto límite. Se corrió y también se jugó. El futbolista actual ha debido desarrollar su técnica y sus habilidades a un punto notable, caso contrario, por el tremendo grado de dificultad, le sería imposible armar una jugada, hacer un gol, eludir un rival. Pero lo hace, lo logra. Y se dan estos duelos maravillosos. Lo formidable de la Premier y de la Champions es que uno espera de estos enfrentamientos un acontecimiento extraordinario. Y se da. Los nombres invitan a la ilusión, y cumplen.

El duelo por el título en Inglaterra promete ser extraordinario de aquí al final. A falta de diez fechas para la bandera a cuadros, Arsenal y Liverpool tienen 64 puntos, Manchester City 63. Puede ser el mejor epílogo en décadas. Y nadie puede abrigar la mínima duda: irán a la batalla armados hasta los dientes. Es el ADN del fútbol inglés: atacar.  

En la Champions tampoco podría haber mejor final, el cuadro de cuartos presenta ocho grandes de Europa: Real Madrid-Manchester City (un choque de trenes), Arsenal-Bayern Munich, Atlético de Madrid-Borussia Dortmund, Paris Saint Germain-Barcelona. Cinco campeones, tres subcampeones. Tres españoles, dos ingleses, dos alemanes. ¿Podría haberse dado un cuadro mejor…? Quedan 13 cotejos y, estamos convencidos, serán 13 exhibiciones imperdibles. Porque son todas entidades poderosas y reúnen a los mejores futbolistas y entrenadores del momento. Es casi imposible que defrauden. Siempre decimos que aquel con la ruta más accesible tendrá más oportunidades de coronar, pero ¿cómo podría haber un camino fácil con estos contendientes…?

Todas las casas de apuestas europeas dan como favorito al City de Guardiola para repetir el título. Paga 2,75 euros por cada uno apostado. Segundo, sorprendentemente, no está el Real Madrid sino el Arsenal, que cotiza a 5,50. Tercero, sí, el club de Di Stéfano y Bernabéu (7 €), cuarto el Bayern Munich (7,50 €), luego el PSG (9 €), Barcelona (12 €), Atlético de Madrid (12 €) y cierra el Dortmund (21 €). Estos valores se relacionan con el potencial y la actualidad futbolística de cada uno. Rara vez están lejos de la realidad. El alto obstáculo del City para revalidar su título es que peleará en tres frentes y eso puede desgastarlo. Sin embargo, el año pasado también luchó en los mismos tres y se alzó con todo. Atlético y el Dortmund parecieran ser los equipos menos opcionados en este momento, pero los grandes se agrandan en las instancias clave. Y al enfrentarse entre ellos, uno llegará a semifinales.

El Barcelona presentará en la alta sociedad a un nuevo talento que podría ser una superestrella: el zaguero Pau Cubarsí, quien a los 16 años hizo su estreno en Primera y no salió más. Y ya está en la Selección Española. Infrecuente que un chico de esa edad debute en un puesto de tanta responsabilidad. Pero Pau tiene una serenidad asombrosa, y es una roca física y mentalmente. Entró y desbancó a todas las figuras que allí jugaban. Frente al Napoli se devoró al hercúleo Osimhen, una fuerza de la naturaleza.

El City es el superfavorito otra vez por el estilo de Guardiola y no por sus estrellas, que no tiene, sí un grupo de muy buenos jugadores. El único que podría tildarse de galáctico es Haaland, pero Erling atraviesa un momento extraño: 1) está errático, muy diferente al muchacho devastador del año pasado y 2) sigue ausente en los grandes compromisos, una losa que comienza a pesarle. Pero al menos ha recuperado a Kevin De Bruyne, valor fundamental del mediojuego que estuvo casi cinco meses lesionado. Y la otra buena es el crecimiento exponencial de Phil Foden y Julián Álvarez. Estrellas, las del Madrid: Bellingham, Vinicius, Modric. El tapado en esta grilla de ocho es el Paris Saint Germain, que con la conducción de Luis Enrique ha dado un salto de calidad. Se ha exhibido como un equipo más confiable. A diferencia de otros años, tiene un ataque bestial: Mbappé, Kolo Muani, Gonçalo Ramos, Dembelé, Asensio y el interesante juvenil Bradley Barcola, habilísimo e impredecible. Del resto no hace falta decir que son todas potencias y cualquiera de ellos (Madrid, Bayern, sobre todo), podrían alzar la Orejona. Se viene un final apasionante.

(17/03/2024)

‘Yo, el mejor de todos…’

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 7 de febrero de 2025 / 00:03

Nunca en la historia, en 150 años de fútbol, un futbolista llegó a los cuarenta años en el estado atlético de Cristiano Ronaldo. Está asombrosamente perfecto, impecable.

Pareciera poder seguir dos o tres años más en ese nivel físico, por lo que no es utópico que alcance sus objetivos de marcar 1.000 goles oficiales -lleva 917- y jugar el Mundial 2026. Cuatro o cinco décadas atrás, cuando alguien llegaba a los treinta o treinta y dos calendarios se lo tachaba de veterano.

Y lo era. Pelé se retiró de la Selección Brasileña a los 30. La carrera del deportista se ha estirado. Messi fue campeón y figura del Mundial -con 7 goles y 3 asistencias-, a los 35 años y medio. Lewandowski lidera a los goleadores en España próximo a los 37 y Salah atraviesa su mejor temporada en Inglaterra cercano a los 33. Lo vemos también en el tenis con el fenómeno Djokovic, quien sigue en la cima a los casi 38.

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Cristiano sopló sus 40 velitas el miércoles, dos días después de marcar un doblete al Al-Wasl de Emiratos Árabes Unidos. Y encabeza otra vez la tabla de artilleros de la liga de Arabia Saudita, que es más fuerte de lo que se cuenta. Es un caso de longevidad fabuloso, ayudado por el hecho de sufrir escasísimas lesiones en 23 temporadas. Es claro que él jamás entró en el roce con los zagueros y que aquella gavilla de Sergio Ramos, Pepe, Arbeloa, Marcelo, los dos Carvajal, Xabi Alonso jugaban de compañeros y no de rivales. Por eso y por su extraordinaria profesionalidad y cuidados luce como cero kilómetro.

Lastimosamente, la embarró en una nota exclusiva que concedió a su amigo Edu Aguirre, el ultramadridista integrante de El Chiringuito. Con una arrogancia jamás vista sentenció: “El mejor de la historia soy yo, punto final. Los números lo dicen”. Y siguió con su megalomanía: “¿Qué quiere decir la palabra goleador? Números, el que pone la pelotita dentro del rectángulo. ¿Quién es el mayor goleador de la historia? Yo creo que soy el jugador más completo que ha existido. Es mi opinión. Una cosa es un gusto, yo creo que soy yo. Hago todo en el fútbol. Juego bien de cabeza, tiro bien faltas, tiro bien del pie izquierdo, soy rápido, soy fuerte, salto… Una cosa es un gusto, te gusta más Messi o Pelé o Maradona. Entiendo eso y lo respeto. Pero decir que Cristiano no es completo, es mentira. ¡Soy el más completo!». Cerró a toda orquesta: “Sinceramente, no vi a nadie mejor que yo”.

Muhammad Alí también alardeaba de más, se ponía nariz contra nariz con Sonny Liston y le prometía noquearlo en el sexto asalto. ¡Y era Sonny Liston, que venía de triturar a Floiyd Patterson…! Pero cumplía, lo acababa en el sexto. Y antes de estropear su rostro lo ridiculizaba con su box magistral. Claro, Alí era un genio verdadero, no un esforzado gimnasta. Y además simpático, chispeante, inteligente. La vanidad, si es graciosa, hasta cae bien. No es el caso de Cristiano.

Desde luego, marcar 917 goles profesionalmente, ganar 34 títulos y cinco Balones de Oro es un mérito fantástico, pero por supuesto no es el mejor de la historia. Autoproclamarse superior a Pelé, Maradona o Messi es futbolísticamente sacrílego. No se lo cree ni él. Ese trío está varias galaxias por encima suyo. Y fueron campeones mundiales, que el portugués no lo es. Incluso hay varios más que ocupan un altar supremo: Di Stéfano, Cruyff, Platini, Zidane, Beckenbauer, Ronaldinho, Ronaldo Fenómeno, Xavi Hernández, Gerd Müller, Puskas, Garrincha, George Best. Auténticamente excepcionales, muy superiores en calidad de juego a CR7. Conste que a Di Stéfano y a Puskas los vimos sólo por videos y aún así nos cuesta excluirlos. Luego hay una docena del nivel Zico, Bobby Charlton, Michael Laudrup, Baggio, Baresi, Benzema, Neymar, Iniesta… figuras técnicamente exquisitas.

Pelé fue el futbolista perfecto, Maradona la habilidad sublime unida a una bravura casi suicida. Y Messi es una simbiosis de ambos con más velocidad y más conducción que ambos. Cristiano puede luchar en el rubro centrodelanteros goleadores. Con Müller, Van Basten, Romario, Lewandowski, Hugo Sánchez, Luis Suárez, su propio compatriota Eusebio… Es decir con los ilustres 9 de la historia. En ese escenario pierde ante la fiereza de Müller, la espectacularidad del mexicano, la clase magistral del holandés, la potencia desmesurada de Eusebio. No obstante, puede torcerles el brazo porque entre artilleros lo que prima es el número. Si uno anotó 917 y otro 560 la comparación empieza a perder sentido. Es como en los cien metros llanos: la marca dice todo. Uno dice “Usain Bolt 9,58” y no hay mucho que agregar.

“Los números están ahí…”, deslizó Cris, que ha vivido para engrosar sus números personales. Sí, las cifras son incontestables. El juego también. El fútbol se convirtió en la máxima pasión de la humanidad, casi comparable al sexo por la habilidad, el talento, la creatividad, el ingenio, la picardía, la gracia, la inteligencia, el encanto, la gambeta, el amague, el dominio y también la garra, el coraje, la intrepidez… Cristiano Ronaldo no encaja en ninguno de esos ítems. Alguien deslizó una pregunta: ¿A quién le gusta ver jugar a Cristiano Ronaldo…? Nadie se atrevió a responder. Es más un suceso estadístico que futbolístico. Con que te digan cuántos goles hizo, alcanza. “Hay jugadas en mediocampo o incluso más atrás, de Messi, Maradona o Pelé que te pagan las dos horas invertidas en ver el juego, que te arrancan una sonrisa así no terminen en gol”, comenta Ricardo Rozo, brillante analista colombiano.

“Creo que hay una animadversión hacia Cristiano”, protesta Andrés Magri, también colombiano, director de la revista Fútbol Total. Rozo le contesta: “No creo que haya animadversión. Es simplemente que una cosa es ser un goleador descomunal, un atleta impresionante y otra un jugador increíble. En el resumen del partido notas la diferencia: en el caso de Cristiano, alcanza con ver su gol, con los verdaderos genios tenías que ver el partido entero”.

En los grupos de fútbol que integramos por WhatsApp con prestigiosos colegas de toda América, España, Italia, se dio un largo debate acerca de las declaraciones de Cristiano Ronaldo, también se realizó una encuesta con cinco opciones: a) Es el mejor de todos; b) Está en el podio; c) En el top 5; d) En el top 10; e) Fuera del top 10. Nadie lo votó en las dos primeras, uno sólo lo incluyó en el top 5, tres en el top 10 y todos los demás lo dejaron fuera de los diez primeros. Y votaron decenas.

Son dos cosas diferentes: los goles y el juego. Sucede que en este tiempo donde se adora la estadística ha quedado un poco relegado el debate sobre el arte, la fantasía que hizo célebre a este deporte. Sin embargo, no ha desaparecido: Messi lleva 60.000 ó 70.000 personas a los estadios en la MLS y en Arabia acuden 12.000 a los partidos de Cristiano. La magia sigue prevaleciendo.

No obstante, ha sido un buen disparo marketinero el de Cristiano, instaló el tema y muchos que tocan de oído compran el mensaje. El presente tiene un efecto gaseosa, sube la espuma y hace ruido, pero el tiempo ubica todas las cosas en su justo sitio. A Cristiano también le dará el lugar que le corresponde.

(06/02/2025)

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Los hijos y los nietos, felices

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 3 de febrero de 2025 / 00:59

Ya está. Jhon Jáder Durán se va a Arabia Saudita. El Al Nassr pone 77 millones de euros más 13 en objetivos (seguramente alcanzables) y el corpulento delantero deja el Aston Villa. Se va a compartir ataque con Cristiano Ronaldo y Sadio Mané. El traspaso ha generado un gran debate: ¿está bien…? ¿está mal…? Está bien porque representa la máxima transferencia de la historia de un futbolista colombiano, lo que valoriza a todos los futbolistas de su país.

Está mal porque con semejante juventud ya lleva dos temporadas en la Premier League, la meca de todo jugador, y la deja para ir a un destino que, para muchos, es un cementerio de futbolistas. Está en la edad perfecta para descollar y ser una luminaria en el escenario soñado por todos. Se baja para convertirse en un ultramillonario, pero ya no estará en la élite.

Quienes despertaban temprano los sábados o domingos para ver los partidos del Aston Villa con la ilusión de gritar un gol suyo ahora podrán dormir un par de horas más.

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Las redes sociales atraparon miles de comentarios. Los contra usaron hasta la palabra “mercenario”. Otros, menos extremistas, escribieron “decepcionante”. Y los pro (no tan futboleros, por cierto), aprobaron con “felicitaciones”, “adelante”. Hay que entender que es una decisión absolutamente personal y respetable. De la mejor fuente: el Al Nassr pagará a Durán 35 millones de euros por año, 2,9 millones por mes, 96.000 por día, 4.000 por hora… Eso, durante cinco años y medio, o sea 192,5 millones totales. Una operación brutal, una megatransferencia reservada a supercracks. Cuando a uno le ponen enfrente un contrato de tales proporciones y sólo tiene que firmar, seguramente le tiemblan las piernas. Es muy difícil decidir, y más cuando acabas de cumplir 21 años.

Es más de lo que ganó nunca James Rodríguez, más de lo que gana el propietario de cualquier banco de América Latina, más de lo que perciben, enteros, los planteles de la mayoría de los clubes de nuestro continente. Estamos hablando de un jugador joven, potente, técnico y con carácter, con un potencial luminoso, pero que en seis años de actuación marcó apenas 38 goles, no ha sido campeón y no es titular ni en el Villa ni en la Selección Colombia. Y no lo estamos demeritando, son datos de la realidad.

Dos opiniones de lectores de El Tiempo, de Bogotá, reflejan la polarización respecto a esta transferencia, que será inolvidable: “Lo de Duran es natural, es nuestra mentalidad. Por eso no tenemos ni tendremos nunca el nivel para ser campeones de nada. Pues nuestros jugadores juegan por plata no por gloria”, critica Alberto Farfán. En un punto diametralmente opuesto, Juan F. Yeped manifiesta: “Jhon, por favor, no lo piense dos veces, esta oportunidad es única y le garantiza un futuro a usted y a su familia!! El futbol es temporal, lesiones y situaciones fuera de su control pueden estar a la vuelta de la esquina. Disfrute cada minuto en Arabia”. La aprobación, únicamente basada en el dinero, gana por amplia mayoría. Realizamos un sondeo en Twitter y el resultado es claro: 66% se inclinó por la opción “Muy bien, será millonario”; el 34 restante votó por “No, es una gran decepción”.

Está claro que lo deportivo se querella contra lo económico, no al revés. “Va a jugar con Cristiano Ronaldo, puede aprender”, dicen unos, a manera de justificación. “Y a los 25 años puede volver a Europa”, agregan otros. No, en rigor, a los 27 años y medio. Que debería igual es la plenitud total. Si el propio Cristiano sigue goleando a los 40 (los festeja mañana) y Lewandowski lidera a los goleadores en España cercano a los 37… El tema es que justo ahora Jhon Jáder está en el momento perfecto de subir al estrellato, para que su silueta se refleje en la Luna… Y se va al desierto…

El grueso de quienes están de acuerdo se apoya en una idea: “Asegura su futuro y el de su familia. Con esa plata no tendrán que trabajar ni sus hijos ni sus nietos”. Agregamos bisnietos y tataranietos. Ahora bien, ¿quién instaló eso de que un atleta debe jugar para que no trabajen ni sus nietos…? El objetivo de un deportista es triunfar, conquistar títulos con sus clubes y su selección, ganar prestigio, llegar a la cima, dejar un legado, quedar en la memoria de los hinchas. Aparte, Jhon Jáder ya es millonario, cobra 75.000 libras a la semana, unos 93.513,75 dólares cada siete días. O, expresado de otro modo, 4.862.715 dólares anuales. Cuando terminara el vínculo con Aston Villa (también en junio de 2030) iba a tener un acumulado de 36.470.362 dólares. Da para tener el autito y la casita. ¿Cuánto se necesita para blindar el futuro de una familia…?

A los 21 años, Jhon Jáder ya ha sido objeto de tres transferencias importantes: de Envigado al Chicago Fire (1.700.000 euros), de allí al Aston Villa (20,15 M€) y ahora esta. Por eso uno se pregunta: ¿por qué nunca fue titular para Unai Emery…? ¿Por qué tan pocos minutos con Néstor Lorenzo…? Apenas 5,8 partidos sumando todas sus entradas.

Para Aston Villa es un negocio brillante, aunque no quería hacerlo. “El jugador se quiere ir”, declaró Unai Emery, sin dejar dudas: Durán estuvo de acuerdo, presionó. Y cuando es así el club no puede hacer nada. La pregunta es ¿acertó…? Sólo el tiempo lo dilucidará. ¿Volverá a Europa en 2030…? ¿El dinero lo relajará…? ¿Encontrará en Arabia el nivel que le permita pelear un puesto en la selección…? ¿Se llevará bien con CR7…? Sabemos del ego estratosférico de Cristiano y de las pocas pulgas de Jhon Jáder. Son personalidades fuertes. El colombiano no va a ir a jugar para el portugués. Un pase no dado, Cristiano que levanta los brazos protestando y pueden saltar chispas.

Exhumamos el derrotero de Neymar, que, atraído por el oro del PSG, en lugar de quedarse en Barcelona a ganar campeonatos con Suárez y Messi prefirió partir. Su huida a París fue desastrosa. Se apagó su luz, sufrió el hacha de una liga físicamente impiadosa, se llenó de lesiones. No pudo ganar la Champions, que para eso lo llevaron, ni el Balón de Oro. Y esa malaria se trasladó a la Selección Brasileña. Sus registros anuales, que en los tiempos buenos eran de 43 goles, 42, 39, comenzaron a bajar dramáticamente a 28, 23, 19, 17, 13, sin contar los prolongados períodos de inactividad. Cuando prevalece el dinero por sobre los sueños, algo falla. Ahora acaba de volver al Santos cantando el tango de Cadícamo. “Vuelvo vencido a la casita de mis viejos, cada cosa es un recuerdo que se agita en mi memoria”. 

La contrafigura de ambos casos es Erling Haaland, que hace dos semanas rubricó un nuevo acuerdo con el Manchester City por diez años. No es todo por dinero. Seguramente le han garantizado un proyecto deportivo ganador, con Guardiola al frente y compañeros de jerarquía para pelear por todo. Semejante renovación -hasta 2034- en un goleador consagrado, por el que suspiran el Real Madrid, el Barcelona, el Bayern, el Arsenal, el mundo árabe o la MLS significa “me quiero quedar, soy feliz aquí, no estoy desesperado por irme a otro club, deseo ganar más títulos con el City, quiero devolver el cariño con goles…” Seguirá en el Olimpo. Messi mismo, cuando el Barcelona le cerró la puerta en la cara, lloró, se bajaba el sueldo un cincuenta por ciento con tal de quedarse. Porque el Barça es el escalón más alto. Igual iba a ganar.

Pero son decisiones… Cuando alguien te sienta a una mesa y te dice “firme acá, hay 192 millones para usted…”

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¡Ronaldo go home…!

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 30 de enero de 2025 / 00:51

Los futbolistas han copado todos los ámbitos del fútbol: a su retiro son técnicos, asistentes, preparadores de arqueros, coordinadores, directores deportivos, representantes, comentaristas en televisión, ejecutivos de empresas de ropa deportiva y, lo último, presidentes y hasta dueños de clubes.

En la Argentina ya hay seis exjugadores que presiden los clubes donde fueron ídolos: Juan Román Riquelme (Boca Juniors), Juan Sebastián Verón (Estudiantes de La Plata), Diego Milito (Racing Club), Gonzalo Belloso (Rosario Central), Luis Fabián Artime (Belgrano) y Víctor Godano (Colón).

David Beckham encabeza la directiva del Inter Miami, Alexi Lalas la de Los Angeles Galaxy, Rui Costa la del Benfica y es muy conocido que Franz Beckenbauer, Uli Hoeness y Karl-Heinz Rummenigge presidieron, a su turno, el Bayern Munich. Pero hay decenas de casos más.

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Hasta poco tiempo atrás, José Francisco Cevallos y Carlos Alejandro Alfaro Moreno lideraron desde los despachos al Barcelona SC, de Guayaquil, Daniel Passarella y Carlos Babington llevaron las riendas de River y Huracán. Ariel Graziani es el flamante titular del Delfín, de Manta.

Algunos lo han hecho muy bien, como Verón, que hizo construir el nuevo y magnífico estadio de Estudiantes y ha ganado títulos, o los tres alemanes, que llevaron a la grandeza al Bayern Munich. Beckham logró que un club nuevito como el Inter Miami contratara a Messi y, con él, se hizo conocido mundialmente, además de convertirlo en un negocio redituable.

En cambio, a un coloso de los campos como Passarella le fue mal: bajo su presidencia River descendió por única vez en su historia. Cada día hay más. Kylian Mbappé es propietario del SM Caén, militante de la Segunda de Francia, a punto de bajar a Tercera. Gerard Piqué es dueño del Fútbol Club Andorra, de la Primera Federación, lo que antes era Segunda B. Futbolistas accionistas en club hay decenas.

Uno de los casos más resonantes es el de Ronaldo Nazario, quien el 3 de septiembre de 2018 se convirtió en el presidente del Valladolid, de la Primera División de España, al adquirir el 51% del paquete accionario en unos 30 millones de euros. Rumores de pasillo dicen que, en verdad, O Fenómeno no ostenta más que el 9% de esa participación, el resto sería de un grupo empresario, pero lo ponen de cabeza por su popularidad para atraer patrocinios y posibles acuerdos, su experiencia, sus contactos y su ojo para ver jugadores.

Sin embargo, la experiencia no ha salido bien, los fichajes han sido una pesadilla y deportivamente es un naufragio monumental. Ello, sumado a que lo ven como un presidente ausente, que nada tiene que ver con el club, ha generado un rechazo absoluto de toda la comunidad vallisoletana hacia la figura del exgoleador, al punto de organizarse manifestaciones pidiendo su marcha de la ciudad donde murió Cristóbal Colón. El domingo, en la derrota en casa ante el Real Madrid por 3 a 0, como en partidos anteriores, el estadio José Zorrilla lució un gigantesco mosaico amarillo compuesto por banderas y pancartas con la leyenda “Ronaldo go home” (vete a casa). Dada la relación de Ronaldo con el Real Madrid por su pasado como jugador, algunos pensaron que tal vez el presidente asistiría al partido para compartir palco con su amigo Florentino Pérez, pero sin demasiadas esperanzas. No acudió. No obstante, gran parte del estadio se pasó casi todo el tiempo gritando “Ronaldo vete ya”, “Fuera presidente” y “Directiva dimisión”.

La furia de los hinchas es tan grande con él que hace meses no va a ver al equipo de local por temor a ser agredido o a recibir insultos. Fue en la primera fecha del campeonato y no volvió más, pues el ambiente está tan espeso que podrían agredirlo.

Valladolid va último con sólo 15 puntos y 14 derrotas en 21 cotejos y, según la misma prensa de la ciudad, “no tiene la más remota posibilidad de salvarse del descenso”. Ha tenido derrotas catastróficas como con Barcelona (7 a 0), Atlético de Madrid de local (5 a 0) y los dos duelos ante el Madrid (ambos 3 a 0). En el medio, se fue el técnico uruguayo Paulo Pezzolano, quien tuvo un choque con la afición. Pezzolano lo dirigía en Segunda, el equipo jugaba mal y la gente coreaba “Pezzolano dimisión…” No obstante, en las últimas el equipo logró ascender y el día del festejo el entrenador les gritó burlonamente a los hinchas “Pezzolano dimisión…” Lo cual, como es lógico, cayó muy mal.

Pero este descenso inminente no sería tan grave si no se cuenta lo anterior. Ronaldo asumió en la temporada 2018-2019 y, desde entonces, el derrotero del equipo blanquivioleta ha sido catastrófico. Decimosexto el primer año con 17 derrotas, decimotercero el segundo con 14 caídas, descendido el tercero, subió en la 2021-2022, volvió a bajar inmediatamente en la 2022-2023, otra vez retornó a Primera en 2023-2024 y ahora está por hilvanar su tercer descenso en tres temporadas sucesivas en Primera. Un récord. Que parece decretado a juzgar por sus actuaciones y por estar tan abajo en las posiciones. Ahora lo dirige el argentino Diego Cocca, quien, de momento, no ha logrado enderezar la nave. El armado del plantel ha sido deficiente.

“Es penoso, porque el Valladolid tiene una bonita tradición en Primera, no es un equipo del ascenso”, dicen los cronistas locales. “De aquí ha salido Fernando Hierro y han pasado el Polilla Da Silva, Cuauhtemoc Blanco, René Higuita, Jorge El Mortero Aravena, el Mágico González, el Pibe Valderrama y tantísimas figuras más del fútbol español”.

Pero es seguro que semejante animadversión hacia su figura lo llevará a alejarse del club. Es cuestión de que aparezca el comprador. El mismo Ronaldo ha admitido que no sería un problema vender su participación en el club. De hecho, hay cantidades de millonarios deseosos de entrar en el mundo del futbol. Ya en la Premier League, la Serie A italiana y la liga francesa casi todos los clubes están manos árabes o de magnates norteamericanos, que están comprando también clubes brasileños y belgas. Incluso puede que ganara dinero, aunque lo venda en Segunda. Además, Ronaldo Nazario ha manifestado sin remilgos que quiere presentarse a las elecciones de presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF). Es su más deseado objetivo y para eso debe deshacerse de cualquier porcentaje de propiedad en clubes, por cuestiones reglamentarias.

En abril pasado ya se deshizo del Cruzeiro, del que tenía el 78% de la SAF, la Sociedad Anónima de Fútbol Cruzeiro, que controla el área futbolística del club donde se inició profesionalmente jugando. La vendió a Pedro Lourenço, un poderoso empresario fanático de los azules, cuya vida es una película. Lourenço comenzó de niño trabajando en minas de carbón con su padre y sus nueve hermanos e hizo una fortuna con un supermercado BH, al que le siguió una cadena, la más grande de Minas Gerais. Pedrinho, como es conocido, ya era un mecenas del club, hasta que finalmente lo compró. Los torcedores, felices. Cruzeiro estaba en la ruina y ahora están seguros de que el empresario lo ordenará y lo llevará de nuevo a la cima. Pero también manifestaron su alegría por el alejamiento de Ronaldo, a quien criticaban por no verlo comprometido con el club. Y por no verlo. Mostraba escasa presencia en Belo Horizonte, como en Valladolid.

Entrando al área le iba mejor.

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Cien años de evolución

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 27 de enero de 2025 / 00:10

Quince goles en dos partidos, como vimos la semana anterior con Benfica 4 – Barcelona 5 y PSG 4 – Manchester City 2, no solo es sorprendente sino altamente meritorio. Lo mismo que la goleada por 6-0 de Argentina sobre Brasil en el Sub-20.

Antiguamente eran frecuentes estos resultados abultados. En el Mundial ’54, en Suiza, las selecciones terminaban 9 a 0, 8 a 3, 7 a 5, 6 a 1. Se jugaba libremente, todo era más lento, había enormes espacios para quien llevaba la pelota, se podía pensar la maniobra y el concepto era meter más goles que el rival.

Luego fueron reduciéndose los goles, comenzaron a ajustarse las marcas, a “apretar en el medio”, devino el catenaccio, enseguida llegó el “hombre a hombre”, más tarde el defender con diez, apareció la presión, ahora la intensidad, que los primeros defensores sean los delanteros… el puesto de arquero evolucionó un diez mil por ciento, los jugadores que defienden son actualmente atletas superentrenados, las tácticas defensivas mejoraron… Y muchos aspectos más.

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Todo se fue complicando para el atacante y con ello se achicaron las posibilidades de hacer gol. Incluso mermaron drásticamente las situaciones de riesgo. Por eso, a veces se genera una sola y hay que tratar de meterla si se quiere ganar.

No obstante, el futbolista ha sabido adaptarse y, pese a todo, se ven proezas técnicas y partidos electrizantes. Hubo un bache notorio en el juego en el segundo semestre del año pasado. Ahora parece levantar en Europa, donde están los mejores intérpretes. Lo que ya nunca volverá es el romanticismo de antes, la fidelidad de los jugadores a un club, el amor por la camiseta.

El mercenarismo de los futbolistas es lamentable, firman contrato hoy se quieren ir mañana por una oferta mejor. Por eso valoramos extraordinariamente la decisión de Haaland de firmar con el City por nueve años y medio más, hasta 2034. Es un mensaje a todos sus colegas del mundo. Significa “me quiero quedar, soy feliz aquí, no estoy desesperado por irme a otro club, deseo ganar títulos con el City, quiero devolver el cariño con goles…”

Pero hay una realidad: cuando vemos videos de varias décadas atrás nos desanima aquello. Hemos vuelto a ver, completas, las finales mundialistas desde 1966 hacia acá y aquel fútbol nos parece elemental. Nunca se disputó, ni de cerca, una final tan espectacular como la de Catar 2022 entre Argentina y Francia (3-3).

Es comprensible, todo fue evolucionando: la pelota, los campos de juego, la indumentaria, el cuidado, el reglamento, la medicina deportiva… Quienes están convencidos de que el fútbol de antes era mejor argumentan: “Si pusiéramos a los futbolistas de hace cincuenta o sesenta años a entrenar como se entrena ahora, con la alimentación y preparación actual, con las tácticas modernas, serían unos fenómenos también”.

Efectivamente, quien nació con un don para algo determinado, se adaptaría a toda la metodología de hoy e igual brillaría. No hay dudas. Sin embargo, conseguiría menos proezas. Pelé dijo una vez “si yo jugara ahora haría tres mil goles, no te pegan como antes”. Se pega mucho menos, es verdad, pero se marca infinitamente más. No tendría espacios ni tiempo.

Lo que no se analiza es que, si tomamos, por ejemplo, a los 22 protagonistas de la final de 1970 y les damos toda la preparación y las condiciones actuales, pero los hacemos jugar con la velocidad, la intensidad, la presión y las marcas de ahora se equivocarían mucho más que antes y mostrarían menos técnica, menos precisión y magia. Y ESTARÍAN JUGANDO CONTRA LOS MISMOS RIVALES. O SEA, NO SE TRATA DE MAYORES O MENORES CAPACIDADES SINO DE MAYORES O MENORES DIFICULTADES.

Si tenemos diez minutos para vestirnos lo hacemos de una manera, si tenemos tres será de otra, menos prolija y más descuidada. Si nos dan diez metros para realizar una jugada, la haremos de una manera, si disponemos de dos metros, la haremos de otra y, sin duda, tendremos menos posibilidades de que sea exitosa. Si nos marca un rival, podremos intentar cierta jugada, si nos marcan tres, tal vez ni la intentemos. Si estamos libres de presión pensamos y nos movemos con libertad, si nos están encimando, estorbando, impidiendo la maniobra, ya no tenemos la misma facilidad creativa.

Por lo tanto, el entrenamiento, la alimentación y las nuevas tácticas tienen poco que ver, lo que cambió es el grado de dificultad, que es veinte veces mayor.

Es lo mismo que si una mujer joven y soltera se dedica exclusivamente a estudiar, y la comparamos con otra que también estudia, pero además es casada, trabaja, tiene dos niños que lleva a la casa de su madre antes de ir a la oficina para que se los cuide, debe hacer las compras al terminar la jornada y, al volver al hogar, hacer algo de cenar. Puede que las dos se gradúen, pero esta última tiene muchísimo más mérito por los obstáculos que ha debido enfrentar. El que antes gambeteaba a cinco hoy posiblemente eludiría a uno o dos y debería tocar la pelota porque se la sacan. El mayor impedimento reduce la capacidad de lograr hazañas. Técnicas o físicas.

Añoramos a los grandes cabeceadores de antes, los Spencer, Passarella, Zamorano, espectaculares, claro, no obstante, hacer goles de cabeza era menos dificultoso. En el área era común que hubiese diez jugadores, hoy hay 16 ó 18. Sólo es cuestión de contar en cada tiro de esquina que vemos. Y los arqueros de antaño por lo general no salían, se quedaban en la raya, ahora dan varios pasos hacia adelante y atrapan la bola o dan el puñetazo. No es tan fácil ver un gol directo de córner.

El fútbol es un deporte colectivo donde fascina lo individual. El hincha adora al héroe “que gana un partido él solo”, “que gambetea a cinco y mete el gol”. Pero la colectivización del fútbol fue desapareciendo las individualidades. Por eso pelean por el Balón de Oro jugadores buenos, aunque normales, como Vinicius, Bellingham o Mbappé. Así y todo, es notable que tres de los primeros diez goleadores de todos los tiempos sean actuales: Cristiano Ronaldo (919), Messi (850) y Lewandowski (682), primero, segundo y octavo. Y no sería extraño que, en los próximos tres o cuatro años el polaco trepe hasta el tercer lugar. Sería sensacional, por lo difícil que es ahora anotar goles.

Consultado sobre cuál fútbol fue mejor, el de ayer o el de hoy, Enzo Francescoli respondió con franqueza: “Hay diferencias, no quiero decir cuál es mejor o peor. Ahora es mucho más rápido, hay menos espacios y menos posibilidades de lograr cosas”. Enzo debutó hace 46 años y se da cuenta de que a él también le costaría más, por talentoso que fuera.

Por ello, al trazar un paralelo, prevalecen en la elección los futbolistas más cercanos a esta época. Y porque cada tanto aparece un deportista que supera a los anteriores. Nadie es el mejor para siempre. Djokovic, Nadal y Federer son los tenistas más grandes de la historia, y son de este tiempo. Lo mismo ocurre en todos los deportes. Guillermo Vilas, el atlante del tenis argentino, un sujeto lúcido, pensante, dejó una reflexión magistral sobre el ayer y el hoy: “Si me ponen contra el Federer de 2004 con mis mejores herramientas de 1977, yo no tendría opciones, me liquidaría por 6-1 y 6-2. Y eso, si tengo suerte. Lo mismo contra Nadal o Djokovic. Enfrentar a un tenista de 1900 contra uno de 2000 no es coherente, hay cien años de adelantos”.

(27/01/2025)

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Peregrinos de una fe redonda

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 23 de enero de 2025 / 00:01

La señora pasa por la sala donde esposo e hijo miran por TV un ordinario partido de esos que auguran un 0 a 0, carente de emociones. Pese a ello, están absortos en el juego. Y aprovecha para deslizar: “¡Qué aburridos! ¿Cómo pueden perder dos horas mirando eso…?”

Ellas tienen su parte de razón: hay cierto masoquismo en nuestras almas futboleras y una tolerancia al tedio incomprensible para otros. Hasta del peor partido del fútbol italiano esperamos el milagro de la jugada sublime, el gol inolvidable, la salvada angustiosa, el cabezazo matador.

Somos peregrinos de una fe irrenunciable: la de la pelota.

Podemos pasar diez años de partidos malos y tolerarlos. Nos inspira el espíritu del garimpeiro, que malvive años escarbando las entrañas del Amazonas buscando la veta de oro que lo justifique todo, que reivindique su miseria, su obstinación.

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Somos garimpeiros del fútbol. Atravesamos copas, cruzamos torneos, penetramos Eliminatorias, escalamos Mundiales, casi perecemos en supercopas, en ligas holandesas o belgas, sobrevivimos a días, semanas, meses de hastío futbolero, todo por descubrir un filón que nos haga felices.

De pronto advertimos un brillo bajo la capa de barro. Lavamos la piedra con ansiedad y aparece este Benfica 4 – Barcelona 5 del martes, el lingote por el que esperamos tanto, la maravilla que reivindica tanta ilusión.

Conste que no somos simpatizantes de ninguno, pero había que elegir, estábamos entre Liverpool-Lille, Atlético de Madrid-Bayer Leverkusen y Benfica-Barcelona. Era como tirar la moneda y optamos por el último. Por los catalanes. En Champions, Barcelona puede ser Dios o el demonio. O baila o lo bailan, golea o lo remachan.

Pero cuando el Barça juega bien nos reconcilia con el fútbol. Es algo distinto, por su vocación ofensiva, su compromiso estético, su indeclinable obsesión por jugar bien. Por eso le seguimos apostando. Y acertamos. No es que haya sido un espectáculo excepcional, sí cumplió con los preceptos para calificarlo de emocionante, que eso es el fútbol: emoción. Fue vibrante, tuvo 9 goles, hubo remontada, rarezas, tres penales, triunfo en el minuto 96 y con un gol fantástico de Raphinha tras una acción dramática… Una lluvia persistente durante todo el juego le dio cierto aire épico al desenlace.

Primero: con la victoria, Barcelona clasificó automáticamente a octavos de final, aún faltando una fecha. Esto lo exime de jugar los dos partidos del repechaje, nueva instancia de esta remozada Liga de Campeones de Europa.

Benfica, en cambio, la tiene difícil: va en la última a Turín contra la Juventus, si pierde puede quedar afuera. No obstante, los portugueses se hacen menos problema que otros si no ganan pues su modelo de gestión pasa por descubrir talentos jóvenes de otros países, darles formación europea y luego venderlos diez veces más caros de lo pagado.

Eso hacen los tres grandes, Benfica, Porto y Sporting de Lisboa. Naturalmente, persiguen la gloria deportiva si se puede dentro de lo que es su estilo de negocio: vender jugadores. Y técnicos. Por dejar ir a Ruben Amorim, el Sporting le cobró 10 millones de euros al Manchester United. Nadie maneja el mercado como los portugueses, que tienen montada la organización más lucrativa del mundo.

¿Fue una maravilla el equipo de Hansi Flick…? Para nada. Al punto que dejó preocupados a los periodistas de Cataluña. “Fue un partido loco, loco, loco… Pasaron (los jugadores del Barcelona) de cometer demasiados errores individuales y mostrar una preocupante falta de concentración a exponer una excelente actitud en los últimos minutos del encuentro”, analizó Joan Vehils, director del diario deportivo Sport, de la ciudad de Gaudí. Y Thierry Henry, exdelantero azulgrana y hoy comentarista de Sky Sports, fue lacónico: “Si yo fuera Flick, no estaría muy feliz (aún ganando)”.

Es que, ya a los 30 minutos, Benfica ganaba 3-1 con triplete del griego Vangelis Pavlidis, un 9 oportuno y buen finalizador que hizo su carrera en Alemania y Holanda. Los fallos defensivos barcelonistas eran propios de amateurs. Dejaban enormes espacios atrás y las desinteligencias entre defensores las pagaban a precio vil.

En el segundo gol, ante un pase en profundidad, Balde llegó al balón sin problemas, pero el arquero Szczęsny salió atolondradamente y atropelló a su propio compañero; resultado, la bola le quedó a Pavlidis y este la empujó con el arco vacío. Luego, Ronald Araujo marcaría un gol en contra, con lo cual se puso 4-2 arriba el cuadro lisboeta. Parecía un equipo de barrio defendiendo el Barça y se pensó en una goleada catastrófica (de las muchas que ha sufrido en Champions por el mismo motivo).

No obstante, seguía tozudamente su búsqueda ofensiva. A los 78’ descontó Lewandowski con un segundo penal (ya había convertido uno): 4-3. Así se llegó al minuto 86, en que un precioso centro de Pedri le permitió a Eric García cabecear a placer y estampar el 4 a 4. Empatar ya era un milagro para lo mal que había defendido el equipo culé, pero habría más. El juez holandés Danny Makkelie marcó 4 minuto de tiempo añadido, que parecieron pocos para todo lo que ocurrió. Pero lo extendió. Al llegarse al 96’, una jugada de alto riesgo en el área del Barça, todo Benfica pidió penal a Barreiro, el juez dijo siga, pelotazo largo para Rapinha que con velocidad y sangre fría dominó, hizo pasar de largo a Carreras y definió a lo crack. Insólito, increíble, alucinante 5 a 4. 

A colación: Raphinha flota en una nube de felicidad, lleva 30 partidos, 22 goles y 10 asistencias en lo que va de temporada. Y falta mucho. “Estoy en el mejor momento de mi carrera”, reconoció. Antes del quinto había marcado otro, curiosísimo, de cabeza. Son números de Balón de Oro, pero intuimos que no tiene ninguna chance de ganarlo frente a cualquier jugador del Real Madrid. Raphinha tiene perfil bajo, no es mediático ni tiene todo un club y su prensa impulsándolo. Lo mismo que Salah, que volvió a convertir ante el Lille un tanto espectacular. El egipcio reúne 22 goles y 17 asistencias en 31 juegos, una animalada. Aparte, el Liverpool es puntero en Inglaterra y en Europa. Pero deberá hacer el doble o el triple que Bellingham, Vinicius o Mbappé si quiere tener alguna posibilidad.

El fútbol se reinventa siempre y ofrece platos como este de Benfica-Barcelona. Ha sobrevivido al pesimismo, a las críticas, a los árbitros (una auténtica proeza), a los técnicos especuladores, a los exjugadores resentidos, a los periodistas quejosos y a varias plagas más. Una lucha titánica y desigual, pero, aún así, ha vencido: es el deporte favorito del mundo.

Ramón Martínez, vicepresidente de fútbol del Real Madrid, nos decía hace unos años: “Sucede algo notable, esta noche jugamos frente al Athletic de Bilbao, un partido común de campeonato, en día jueves y a la diez de la noche, muy tarde; se televisa en directo a toda España y sin embargo no queda una sola entrada. Pero es que no hay ni para comprar, ni de cortesía, ni de ninguna otra clase. Nadie en el club tiene una, ni el presidente”.

Las 87.000 plazas del Bernabéu agotadas. En la cuarta fecha de la Liga. ¡Y el Madrid venía de tres derrotas consecutivas…! Esto es moneda corriente. Por episodios como este Benfica 4 – Barcelona 5.

(23/01/2025)

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