Pronóstico: parálisis permanente
Imagen: Archivo La Razón
Ricardo Bajo
Imagen: Archivo La Razón
Introducción: la Copa América (el torneo de selecciones más antiguo del mundo) se juega en Estados Unidos (lejos de Sudamérica).
Es la dictadura del fútbol moderno, esa misma que llevó el Mundial en pleno fin de año a un país violador de los derechos humanos/sin tradición futbolera como Qatar.
Debutamos contra el anfitrión, un país que vive de espaldas al fútbol. El ánimo está por los suelos tras las declaraciones pesimistas del técnico de la selección boliviana.
Nudo: el onceno que pone Zago es para defender, para evitar una goleada. Línea de cinco zagueros, tres medios (todos de corte defensivo) y dos puntas (Miranda y Menacho). Solo tres juegan en el exterior. No hay una idea de juego. Vestimos de rojo, aunque seguimos verdes. No hay quien enganche/cree al medio.
Ha desaparecido Ramiro Vaca, titular habitual en todos los amistosos (y el único jugador diferente). La presión alta también se ha esfumado. Defendemos en bloque bajo. Somos un equipo partido. La pelota (nos) quema.
Al minuto dos, la selección gringa ya va a ganando el partido. El ritmo está a años luz de la parsimonia (y falta de intensidad) de nuestra liga. Nuestra paupérrima condición física nos “obliga” a ser lentos.
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En un mundo donde la celeridad reina en todas las cosas, Bolivia es la lentitud. Somos una selección de otro tiempo. Al descanso, EE UU -a medio gas- gana por dos a cero. No sé como se llama el arquero gringo, no ha salido en la tele.
Desenlace: Zago cambia el dibujo para la segunda parte. Línea de cuatro atrás, dos de contención, tres al medio y un delantero (primero Miranda, luego Algarañaz). Saltan Cuéllar, Ramallo (que se pone de enganche) y Terceros (“wing” por derecha). ¿Y Ramiro? (entrará en el minuto 75). Cuando todo está perdido (otro clásico, Bolivia intenta animarse. Ahora somos un equipo largo, desprotegido. La frazada nunca nos alcanza. Viscarra (sí) sale en la tele; lo hace para evitar una goleada.
Post-scriptum: vivimos inmersos en un círculo vicioso donde la única ley es patear la pelota a un futuro que no llega: nuestro fin no es el presente, siempre es el siguiente torneo. La “Verde” (Zago dixit) no está en la Copa América para competir; nos “preparamos” para las eliminatorias (eso nos venden). Resultado: nadie asume responsabilidades. Pronóstico: parálisis permanente.
Somos una fotografía fija, congelada en el tiempo. Pensamos y soñamos (en) un futuro mejor pero retrocedemos. Solo nos quedan recuerdos (apenas dos: el 63 y el 94) de un pasado de gloria efímera. Hemos perdido todo, también la ilusión, eternamente renovada cada inicio de partido/campeonato. Hay que pensar en el Mundial de 2030 (eso nos venderán).