El cerocerismo y la puta que te parió
Imagen: La Razón
Ricardo Bajo
Imagen: La Razón
Introducción: uno, que todavía mantiene virgen el optimismo, va a la cancha creyendo que un Bolívar vs Always Ready puede ofrecer un buen espectáculo. Uno piensa (todavía) que ambos tienen buenos jugadores.
Uno es de los pocos periodistas deportivos que todavía va al estadio: muchos colegas (especialmente los televisivos y los digitales) hace rato que se han borrado.
Uno cree en el fútbol boliviano pero el fútbol boliviano hace rato ha dejado de creer en nosotros. Parafraseando a un nefasto presidente, nuestro fútbol se nos muere.
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Nudo: un Bolívar-CAR es una tradición paceña. Ni Robatto ni Torres (argentino uno, colombiano el otro) deben saber la historia de ochenta años de este partido. Y menos los jugadores extranjeros que contratamos, cada vez de peor nivel.
La “Academia” y el “Millonario” extrañan, por cierto, a dos foráneos que sí marcaban diferencia en sus equipos: “Chico” y “Tanque”. Parecen los apodos de dos viejas leyendas del circo de antaño.
Bolívar va a jugar muy mal. Robatto tiene la “brillante” idea de hacerlo sin nueve.
¿Cuánto daño ha hecho Guardiola al fútbol modesto? Mucha. No todos pueden jugar con “falso nueve”. No todos son Messi, capaz de salir y entrar. Lo único que conocemos por estos lares es el “falso conejo”. Los dos delanteros colombianos (Lucumi y Cañozales) que ha traído el CAR no suman juntos un “Wesley”.
Desenlace: cerocerismo es un coloquialismo de la jerga futbolera que todavía no ha sido aprobado por la Real Academia de la Lengua. Dice su Fundación del Español Urgente que entrará en su diccionario si llega a extenderse suficientemente su uso.
Esa es nuestra tarea. Desde el fútbol boliviano, estamos haciendo infructuosos y poco apreciados esfuerzos para que cerocerismo sea por fin admitida. Lucharemos hasta las últimas consecuencias. Cerocerismo o muerte, venceremos.
El cerocerismo obliga a que los laterales no suban (Erwin Vaca y Saavedra así lo hacen), implica desgana (“Patito” cumple), exige constantes pérdidas de tiempo. Somos la liga del mundo donde menos minutos de juego se disputan.
En el último cuarto de hora del primer tiempo, el “referee” (nefasto, por cierto) saca siete tarjetas. Siete. A dos por minuto. Así no se puede, ni con las mejores canchas del planeta.
Post-scriptum: lo peor de todo es que hay jugadores para brindar un mejor espectáculo (el Always y su timorato técnico es el mejor ejemplo) pero no nos da la gana.
Es más fácil ensuciar, embarrar, protestar, joder. Todas las hinchadas gritan al rival/enemigo: “equipo chico, la puta que te parió; equipo chico, la puta que te parió”. Olvidándonos por un rato de la misoginia de las gradas, acá lo único chico es nuestro fútbol.