Un Tigre sin alma
Imagen: La Razón
Ricardo Bajo
Imagen: La Razón
Introducción: es un sábado triste para el pueblo atigrado. Se nos ha ido el «capitán de capitanes», don Luis Esteban Galarza, tres lustros en el club The Strongest. Los jugadores saltan a un Siles casi vacío con dos pancartas que dicen «Hasta siempre, Lucho» y «Gracias por todo».
El folklore vuelve a golear al fútbol, con la Entrada Universitaria en los alrededores de la cancha. Rescalvo mueve piezas ante la crisis de juego del equipo. Vuelven Roca en el lateral izquierdo, Jusino a la zaga central, Cuéllar en el doble cinco con Wayar y Arrascaita de enganche en la posición de Ortega.
En la banca esperan Ursino (que recibe una polera por sus cien partidos), Ramallo, el colombiano y Miranda. Aurora coloca un 5-3-2 para poblar la mitad de cancha.
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Roca – y sus pantalones siempre cortos, a la antigua- no juega desde abril; Jusino, desde junio; y Triverio no marca desde hace nueve partidos. Estamos apenas dos mil hinchas gualdinegros en el Siles. La hinchada se hace gas, como los refuerzos prometidos por un solitario Crespo.
Nudo: el tempranero gol de Aurora a la salida de un saque lateral grafica el mal momento que pasa la defensa del Tigre. La dupla Jusino y Aimar no tiene ritmo ni entendimiento. La primera parte va a mostrar a un The Strongest sin alma, sin ideas, sin claridad, impreciso, al pelotazo intranscendente.
El equipo del español Rescalvo sigue jugando (muy) mal. En un «blooper» de antología, Aimar choca con Jusino para regalar una chance de gol para el «equipo del pueblo» abortada por Viscarra que poco a poco vuelve a su nivel. El Tigre es eso, un «blooper».
Jugadores como Amoroso y Chura están lejísimos de su nivel de antaño. Parece que algunos no quieren jugar. Parece que huele a camarilla. Arrascaita no puede hacer olvidar al diez titular.
Aurora llega más y mejor. Bustos, que ha saltado con un antifaz, se quita la máscara. Los problemas en los laterales siguen siendo un dolor de cabeza interminable. En la posición de lateral zurdo hay tres jugadores y ninguno es confiable. ¿Cuántos se tienen que quitar la máscara en el Tigre? Unos cuantos. Sobre el final de la primera parte, el Tigre empata con nada. Con un codazo a Aimar dentro del área y un penal que es transformado con susto por Triverio; se termina así una sequía de tres meses.
Desenlace: la segunda parte ve a un Tigre más voluntarioso, con un poco más de ánimo (menos era imposible). El fútbol, sin embargo, sigue sin aparecer. La idea ofensiva y atractiva con sociedades, con juego por las bandas, de Rescalvo ha desaparecido, como por arte de magia. A falta de media hora, entran Ramallo (por Roca), Caire (por Jusino cuando el que estaba peor era Aimar) y Ortega (por un invisible Cuéllar). Entonces Chura se coloca como lateral por izquierda, va a ser un coladero. No es la primera vez en esta segunda etapa del español que el equipo termina los partidos con jugadores fuera de su lugar. Sobre el final (a falta de cinco minutos) entra Miranda por un irreconocible Amoroso. Los cambios vuelven a hacerse tarde. La hinchada termina pidiendo huevos. Pero eso tampoco hay. El partido acaba igualado porque Aurora se conforma con el puntito, perdonando el gol de la victoria.
Post-scriptum: el Tigre no tiene fondo de armario. No tiene juveniles para ocupar las plazas obligadas de sub 20 y sub 23. No llegan el cinco y el nueve que pidió el entrenador. No tiene dirigencia y el presidente transitorio no convoca elecciones. Camina hacia ninguna parte, es limitadísimo. Juega a nada. Es de una pobreza alarmante y no hablo de la falta de dólares. Todos pensamos en cómo ganar, jugando así, a Peñarol de Montevideo por Copa Libertadores.