El gran dilema: acertar con el DT
Imagen: Oswaldo
Jorge Barraza, columnista de La Razón
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La Copa América eyectó seis técnicos, tres de Sudamérica (Zago, Sánchez Bas, Garnero, y tres de Concacaf (los de México, Estados Unidos y Jamaica). Y dejó tocados a Dorival Junior (Brasil) y Fossati (Perú). Esto demuestra que la Copa no es un torneo “de preparación” ni “para aprender”, como insinuaban hace años los entrenadores. Ya todos aprendieron. Hoy, hasta Venezuela enseña. Si fracasás, te vas. Pero, apenas terminada la Copa, ya hay run run de Eliminatoria, la cual vuelve pronto, el 5 de septiembre. El camino al Mundial tampoco es la Ruta de la Seda, ya trituró a nueve directores técnicos en sólo seis fechas disputadas.
Existe una certeza: todos van a mejorar en relación al último partido jugado, en noviembre de 2023. Chile, de la mano de Gareca, debiera levantar; Brasil, que hoy es sexto, también. Lo mismo Paraguay, que ya tiene un acuerdo con Gustavo Alfaro, un astuto. Si dejó Costa Rica para ir a la Albirroja es porque advierte que encontrará material interesante. Y con buen plantel es un técnico saca puntos. Faltan 12 partidos y todo puede suceder. Salvo Argentina, Uruguay y Colombia, que van con dos vueltas de ventaja, los demás están amontonados. Del quinto -Ecuador- al octavo -Chile- hay sólo tres puntos. El que se descuide…
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Bolivia, encerrado en un oscuro presente del que no logra salir, sacudió la modorra con dos noticias trascendentes: Una, designó a Óscar Villegas, un DT más especializado en formación juvenil sin títulos ganados a nivel profesional. “Es un proyecto a diez años”, dice la Federación. Habrá que ver en qué quedan los “diez años” cuando pierda tres partidos. La otra, fijó como sede para el próximo encuentro de local el estadio de El Alto, a 4.150 metros sobre el nivel del mar. Allí, Bolivia recibirá primero a Venezuela y, sin funciona, también a Colombia el 10 de octubre, aunque esto aún no está confirmado. La idea está clara: que la altura equipare la falta de potencial futbolístico. Habrá que ver si le da resultado. La altura sola no gana, pero que hay ventaja, la hay. Casi la totalidad de los integrantes de la Selección Boliviana son de Bolívar, The Strongest y Always Ready y viven en La Paz, están adaptados a la altitud, los rivales no.
Villegas era, hasta su nombramiento, el conductor de Always Ready. En febrero, golearon allí en Villa Ingenio a Sporting Cristal 6 a 1 por la Libertadores. Luego, en Lima, Cristal se desquitó por 3 a 1. O sea, hubo siete goles de diferencia entre la altitud y el llano.
Fernando Batista, técnico de Venezuela, no puso excusas: “Si está habilitado por la FIFA o por Conmebol, se habrán presentado todos los papeles. De mi parte no tengo ninguna queja. Habrá que prepararse de la mejor manera».
El problema de Bolivia lo describe Miguel Ángel Rimba, ex de la Verde en el Mundial de 1994: “No tenemos jugadores”. Y agregó un segundo inconveniente: “Nuestro juego es lento”. Lo mismo le pasa a Perú: juega Paolo Guerrero, cercano a los 41 años, porque no aparece otro que lo desbanque.
Paraguay, de lamentable torneo en Estados Unidos -tres derrotas en tres presentaciones-, ya eligió a su nuevo estratega: Gustavo Alfaro. Falta que lo anuncien. Sucede que la Federación de Costa Rica le exigía al ex DT de Ecuador una indemnización de 600.000 dólares y seguramente Alfaro pretendía que la pagara la Asociación Paraguaya (“Voy, pero si debo romper el contrato paguen ustedes”, habrá planteado). Fue duro el regateo, aunque es justo: cuando a los técnicos los despiden, estos reclaman todo el contrato. Cuando se van por decisión propia debe ser recíproco. El ex DT de Ecuador, Arsenal, Boca y San Lorenzo, entre otros, se encontrará con Julio Enciso, Micky Almirón, Ramón Sosa, Matías Rojas y, sobre todo Diego Gómez, cinco jóvenes de enorme proyección. Si les saca el jugo, guay con Paraguay…
Con Alfaro serán siete entrenadores argentinos sobre diez equipos nacionales: Scaloni (Argentina), Gareca (Chile), Lorenzo (Colombia), Bielsa (Uruguay), Batista (Venezuela), el mencionado Alfaro y Sebastián Beccacece (Ecuador). Tienen a su favor la pasión, el conocimiento, la formación. Pero que haya tantos entrenadores argentinos por el mundo no significa que todos sean buenos.
¿Está bien elegido Beccacece…? Como siempre, el tiempo responderá. El rosarino cuenta con una ventaja: sucederá a Félix Sánchez Bas. Era tal el fastidio con el catalán en Ecuador que cualquiera que viniera detrás generaría ilusión y tendría crédito. Pero el crédito y la confianza los dan los resultados. Y hay que conseguirlos. Como Sánchez Bas, Beccacece no ha sido futbolista, lo cual siempre resta puntos. Haber jugado y compartido vestuario es una vivencia que no la reemplaza ningún curso, ninguna academia. “Fue futbolista aficionado”, se aclara, pero eso no agrega mucho, todos lo fuimos.
Su historial no lo ayuda. En sus ocho años en la función tiene apenas un laurel: campeón de la Recopa Sudamericana con Defensa y Justicia, el club donde mejor anduvo. En líneas generales, no le fue bien. Estuvo en tres grandes: Universidad de Chile, Independiente y Racing. En los tres duró muy poco y fueron más las pálidas que las sonrisas. Se fue al descenso en España con el Elche y luego no pudo ascenderlo.
A su favor: se lo reconoce como un estudioso, un apasionado del fútbol y de la táctica. Y seguro vivirá todo el tiempo pensando en la Selección Ecuatoriana. No obstante, no alcanza con decir “es un loco del fútbol, está veinte horas por día pensando en el juego”. Hay que pensar bien, y transmitir mejor. En contra: suele ser muy impulsivo y eso en algunas ocasiones lo ha traicionado.
La táctica y el trabajo cuentan, sin embargo, está demostrado que no existe ningún aspecto más importante que el manejo de grupo, el saber generar mística y crear un vestuario armónico. Klopp, Ancelotti, Ferguson, Telé Santana, Menotti, el mismo Scaloni, ahora Lorenzo y tantos próceres de la profesión sentaron jurisprudencia al respecto. Establecer un ambiente de alegría y unión es decisivo para alcanzar el éxito. Lo más importante en el fútbol, hoy, es acertar con el técnico. Veremos si Ecuador, Paraguay y Bolivia, por fin lo logran.
¿Y Brasil…? La patria del jogo bonito duerme una larga siesta futbolística, sacudida cada año por la conquista de la Libertadores a través de alguno de sus clubes. Pero a nivel de selección hay un marasmo que ni noticias genera. Seguro clasificará al Mundial. No hacerlo sería una catástrofe tipo Titanic o Torres Gemelas. Pero deberá levantar mucho y nadie se atreve a apostar que será con Dorival Junior. Hay otro tema con Brasil: ya no es el principal biotipo físico de la región. Ecuador y Colombia, de hecho, lo han igualado o superado.
Mientras, Argentina, Colombia y Uruguay miran desde palco.