Bolívar está vivo
Imagen: La Razón
Ricardo Bajo
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Introducción: Bolívar viaja a Río para olvidar el cuatro a cero de la fase de grupos frente a Flamengo. Para recordar cuando avanzó ante el mismo rival en 2014. Robatto no cambia su idea. Coloca uno de sus dibujos favoritos: 4-2-3-1.
No negocia la presión alta, salir jugando con pelota desde atrás y la línea defensiva muy adelantada. El argentino confía en los hermanos Sagredo para los laterales; en la dupla central uruguaya-brasileña (Orihuela y Anderson). Sabe que la mitad de cancha decidirá el partido: pone un doble cinco de marca (Justiniano y Saucedo) y un tridente ofensivo por delante para tenerla (Savio, Vaca y el nuevo brasileño Fábio Gomes) y para asistir al batallador paraguayo Alfio Ovidio Oviedo.
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Nudo: los primeros veinte minutos son de agobio para los celestes. La pelota es roja y negra (hasta en un 80% de posesión). La “Academia” entrega sus rezos a San Carlos Emilio que salva todo; y lo que no salva es sacado en la línea por Sagredo. Bolívar es un milagro. Cuando los celestes hacen presión alta, quedan partidos; son un equipo muy largo. Cuando “Justi” va apretar, sus espaldas quedan desnudas (y “Menona” no ayuda). El tridente no corre bien para atrás.
La velocidad, la intensidad, el juego de primera y la verticalidad aparecen bailando samba carioca. La idea de Robatto es valiente pero también suicida. A la media hora, llega el primer gol, de contragolpe, en esos espacios apuntados.
La ambición bolivarista viene paradójicamente después del uno a cero en contra. En el último tercio, los bolivaristas recuperan la posesión y juegan de tú a tú al mítico Flamengo en el legendario Maracaná. Es un Bolívar osado/atrevido. Hasta Fábio Gomes va a tener un mano a mano con el argentino Rossi. Hasta Oviedo estrella una pelota en la escuadra, previa falta dudosa.
Desenlace: en la segunda parte, Robatto rectifica. Es inteligente, después de ser valiente. Sabe también que el físico (uno de los grandes hándicaps de nuestro fútbol) no da para presionar arriba durante 90 minutos. Por eso se repliega y tira su defensa 30 metros para atrás. La idea es el cerrojo y esperar una “contra” que llegará con un palo. Cierra espacios, duerme el “match”. Ahora están todos juntitos. La segunda parte parece eterna, como las salvadas de Lampe. Savio y Fábio desaparecen. ¿Y Henry? ¿Y Uzeda? ¿Y “Patito”? Los dos que entran por ambos brasileños son Granel y Rocha. En el minuto noventa, llega el dos a cero en el único error de Lampe. Demasiado castigo.
Post-scriptum: la llave está abierta. La tercera parte del plan es la remontada en el Siles para avanzar a cuartos, para soñar con las semifinales. Como en el 2014 con Azkargorta.