Hoy, el técnico es el 60 por ciento
Imagen: Oswaldo
Jorge Barraza, columnista de La Razón
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“La diferencia hoy la marcan los entrenadores, y eso no es bueno”, declaró el extraordinario Marco Van Basten al diario El País, de Madrid, en 2021.
Van Basten es hoy comentarista en Holanda y el ambiente del fútbol no lo soporta simplemente porque dice la verdad, ese fruto prohibido. No podemos opinar de lo malos que pueden ser los jugadores porque se enojan y nos declaran persona no grata.
Hay que decir que todo es maravilloso. Por ejemplo, que Mbappé es un jugador talentoso, hábil, pensante, de fino manejo de balón y que, por supuesto, es el mejor del mundo, caso contrario nunca te dará una entrevista. Lo mismo con Vinicius, si eres demasiado crítico el gallo se encrespa.
Lo peor para los futbolistas holandeses es que las críticas más ácidas provengan de Van Basten, un sujeto inteligente que, además, fue triple Balón de Oro y un supercrack. Muy complicado rebatirlo. A él no pueden decirle “¿Este qué sabe…? si nunca pateó una pelota…” Sí pateó.
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Es verdad lo de Marco: hoy, la excelencia y el éxito dependen de tener un gran entrenador. Todo proyecto futbolístico exitoso pasa por el DT. Y no, no es bueno, lo ideal sería que la diferencia la marquen sobre el césped futbolistas geniales, que hubiese cantidades de Zidanes, Platinis, Ronaldinhos, Ronaldos, Iniestas, Xavis, Baggios, Pirlos, Benzemas… Pero es que el fútbol se fue tornando tan colectivo, tan en función del esquema táctico que le fue cortando las alas a las individualidades. Si hoy jugara el sensacional George Best, el míster le pediría que presione la subida de sus marcadores o saldría del once titular. El libre albedrío ha debido someterse a la necesidad grupal. Así las cosas, tal vez el genio irlandés no tendría la misma frescura creativa a la hora de tomar la bola y atacar.
Hasta los años ‘50 el “cuerpo técnico” en los clubes y en muchas selecciones lo constituía una sola persona: el entrenador. Él convocaba al plantel, lo preparaba físicamente, lo entrenaba con balón, le daba una táctica y luego armaba el equipo. Lo importante eran los jugadores, ellos decidían y quien tenía a los mejores, ganaba. Hoy los cuerpos técnicos pueden llegar hasta 25 personas: el DT, tres o cuatro asistentes, uno o dos entrenadores de arqueros, tres preparadores físicos, analistas de videos, observadores de rivales, planificadores, etc.
Ahora, el desnivel pasa por el conductor. ¿Qué es más importante para el Manchester City, ¿Haaland o Guardiola…? Sin duda, Pep. Él puede orquestar un equipo que ayude a Erling a convertir más goles. El noruego potenció el equipo, sí, pero Pep ya había ganado varios títulos para el club antes de la llegada de Haaland.
¿Cuánta gravitación tiene actualmente el técnico en la marcha de un equipo…? Muchísima. Propusimos una encuesta en Twitter, sólo el 9,6% de los participantes piensa que el técnico “no influye más de un 20%”. El 45,9% cree que es, como mínimo, un 50% responsable del buen o mal rendimiento. Naturalmente, sin buenos jugadores es imposible triunfar, pero todos tienen planteles capacitados, al menos los grandes clubes y las selecciones. La diferencia está en el banco. En el fútbol hay cuatro elementos que no dependen del presupuesto: mística, preparación, táctica y actitud. Sólo con esos cuatro se puede dar batalla a cualquiera. Y eso es resorte del capataz.
De lo que un magnífico entrenador significa puede dar cuenta Argentina, cuya selección fue caótica en el Mundial 2018 y resultó campeona en 2022. Y antes y después ganó dos Copa América, siempre jugando un fútbol impactante, de circulación lujosa. En el país de los directores técnicos, el joven Lionel Scaloni los superó a todos, incluidos Menotti, Bilardo, Basile, Bielsa, Pekerman. Puede corroborarlo Colombia, a la que Néstor Lorenzo le cambió el semblante, le dio un estilo agresivo, vistoso, mejoró a todos los integrantes de la selección y, en especial, ensanchó la base de convocatoria. Hoy tiene dos buenos por puesto, ha derrotado a Alemania, España, Brasil, Argentina, Uruguay… Ya se puede asegurar que estará en Estados Unidos 2026. Otro caso es Paraguay, que resurgió con Gustavo Alfaro y ahora sueña con volver a los Mundiales. Bolivia, que encontró un mesías en Óscar Villegas, con el cual sumó 9 puntos sobre 12 y reenganchó al país con su selección.
Pero acaso no haya prueba mejor que Hansi Flick, quien asumió en un Barcelona atribulado, con graves dificultades económicas, ensombrecido por los éxitos deportivos e institucionales del Real Madrid. El brillante estratega alemán le cambió la vida al barcelonismo. Las finanzas apenas le permitieron una incorporación: Dani Olmo, excanterano llegado del Leipzig, que ha jugado poco porque se lesionó tras incorporarse. Pero subió juveniles, apeló a lo que había y es la sensación de Europa.
En sus primeros 16 encuentros acumula 14 victorias y 2 derrotas, con 55 goles a favor, a un impresionante promedio de 3,44 por juego. Un fútbol pletóricamente ofensivo. En un plantel no muy numeroso debió soportar un cúmulo de lesionados como Ter Stegen, Ronald Araujo, Frenkie de Jong, Gavi, Marc Bernal, quien había arrancado como titular. Pero apostó por chicos de La Masía, sacó lo mejor de cada jugador y está arrasando. En sus últimos 7 cotejos venció 5-0 al Young Boys, 3-0 al Alavés, 5-1 al Sevilla, 4-1 al Bayern Munich, 4-0 al Real Madrid (en el Bernabéu), 3-1 al Espanyol y 5-2 al Estrella Roja en Belgrado. Veintinueve tantos marcados 5 recibidos. Ya sacó seis puntos de ventaja al Madrid en la Liga. Una apisonadora.
Ya lo había hecho antes, Flick. Era técnico asistente de Niko Kovac en el Bayern Munich, pero una derrota por 5-1 ante el Eintracht Frankfurt en la Fecha 10 de la Bundesliga 2019-20 precipitó la andadura de Kovac. Lo subieron interinamente a Hansi hasta que encontraran otro DT de prestigio. Pero empezó a ganar, a ganar, a ganar y consiguió una conquista histórica: el sextete. Lograron Bundesliga, Copa Alemana, Supercopa Alemana, Champions League, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes. Sólo una vez había pasado, con el Barcelona de Guardiola en 2009.
Con el mismo material con el que otros fracasaban, él alcanzó éxitos notables. De modo que no hay duda de que el factor de cambio fue el timonel. Hay muchos otros ejemplos, los de Ferguson y Klopp entre los más salientes. El Manchester United llevaba 26 años sin ganar una liga, con Sir Alex cosecharon 38 títulos, entre ellos 13 Premier League y dos Copas de Europa. Lo de Jürgen Klopp es menos impresionante en cantidad, no menos demostrativo. Treinta años estuvo el Liverpool sin el laurel liguero. En poco tiempo, el alemán obtuvo las siete coronas posibles para un club inglés.
La táctica y el trabajo cuentan, sin embargo, está demostrado que no existe ningún aspecto más importante que el manejo de grupo, el saber generar mística y crear un vestuario armónico. Klopp, Ancelotti, Ferguson, Telé Santana, Menotti, el mismo Scaloni, ahora Lorenzo y tantos próceres de la profesión sentaron jurisprudencia al respecto. Establecer un ambiente de alegría y unión es decisivo para hacer cumbre. Lo más importante en el fútbol, hoy, es acertar con el técnico. Si es bueno, mejora todo: el club o la selección, el ánimo, la economía, los resultados, el plantel, la concurrencia. Tiene la llave de la felicidad.