No es grave, todos ganan y todos pierden
Imagen: Oswaldo
Jorge Barraza, columnista de La Razón
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“Uruguay es tan chico que para tirar un córner te tenés que ir a otro país”, bromeaba Marcos Lubelski, empresario futbolístico rosarino residente en Montevideo, quien sentía verdadero cariño por la patria de Artigas.
Esa miniatura demográfica que, toda entera, cabe seis veces en San Pablo, cinco en Buenos Aires y tres en Bogotá. Es lindo el “paisito”… pero duro futbolísticamente para el visitante.
Te lo hace sentir. Para dar una idea: siete veces se disputó la Copa América en tierra charrúa y nunca perdió un partido: fueron 31 triunfos y 7 empates, con 90 goles a favor y apenas 18 en contra. Ello muestra que como anfitrión puede ser amable, aunque no hace concesiones. Te hace pasar, pero tiene al perro al lado gruñendo…
Es cierto, Uruguay es resultado. Nunca tuvo compromiso con el juego, la estética es un problema de los otros, pero al resultado se llega con algo y, si le faltó preciosismo, le sobró temperamento. La actitud, la entrega, el compromiso son innegociables allí.
El mejor elogio a la Celeste es decir que nadie quiere jugar contra Uruguay. Ni Brasil (los uruguayos no le piden autógrafos a los brasileños, y menos desde el Maracanazo). Nunca se escuchó a nadie decir: “¡Bien…! Nos toca Uruguay”. Uruguay es el dentista en el juego de la pelota.
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En esta Eliminatoria, ya le ganó a Brasil, Argentina, Colombia y Chile. Que pase el que sigue… Luis Suárez le quemó el rancho a Bielsa. Vio que él ya no podía y prendió fuego desde afuera, pero el viernes Uruguay lamió sus heridas ganando un partido increíble a Colombia. Intuíamos que era el duelo más atractivo para ver siendo neutrales, como lo fue la semifinal de la Copa América en Charlotte.
Y resultó hermoso, vibrante, intenso, cambiante, dramático. ¡Esto es el fútbol…! No sólo presionar y presionar, también soltarse, atacar. Ganaba Colombia, ganaba Uruguay, empató Colombia, ganó Uruguay… Igualar a los 96 minutos es emocionante, perder a los 100 es decepcionante. Pero así es este juego maravilloso. Por eso los hinchas somos eternos peregrinos que buscan ese pedazo de fútbol que nos alegre el espíritu. Cruzamos ríos, atravesamos desiertos, escalamos montañas, desandamos valles, recorremos miles de partidos, muchas veces soportando tedio y cero a ceros hasta hallar una perla como esta de Uruguay 3 – Colombia 2.
Bello juego para los neutrales, épico para los uruguayos, amargo para los colombianos. Sin embargo, hay que acostumbrarse a esto. El fútbol está totalmente emparejado y perder es una posibilidad real. Argentina cayó ante Paraguay, Brasil apenas rascó un empate en Venezuela… Hasta el final del primer tiempo era un apacible triunfo colombiano, trastocado en el minuto 57 por un desgraciado gol en contra de Dávinson Sánchez, que hasta ahí era una figura enorme anticipando y rechazando. Uruguay estaba en la lona, se levantó y noqueó. Tres minutos después del 1-1, una buena combinación Maxi Araujo, Olivera, Aguirre permitió el 2-1 celeste que nadie podía imaginar y empezó otro partido, más vertiginoso, impredecible, de ida y vuelta total.
Entre el primer y segundo gol uruguayo hubo una contra de Colombia encabezada por Jhon Jader Durán con superioridad numérica, era pase cantado a Luis Díaz, pero Durán hizo la personal y la tiró afuera. Los compañeros lo miraron mal. Jhon Jader tiene grandísimas condiciones, puede ser una estrella en Inglaterra, sin embargo, debe bajarse del caballo. Como dicen los brasileños, “ele cree que joga mais do que joga”. No entendió todavía el espíritu colectivo de esta Selección Colombia. Esa jugada daba para anotar el 2-1. Uno piensa: por algo Unai Emery nunca le da la titularidad en el Aston Villa. Al ratito, Lorenzo lo cambió. Hay que ver si el martes lo vuelve a alinear de entrada.
* Basta de Suárez. Es lo que parece decir el triunfo uruguayo sobre Colombia. El terremoto que causaron las declaraciones del “Pistolero” quedarán atrás con este 3 a 2. Suárez no está más, la vida sigue.
* El milagro Alfaro. Días pasados sosteníamos que, en el fútbol actual, el técnico representa el 60% del éxito o el fracaso de un equipo. Tal vez más. Scaloni es un ejemplo, Lorenzo otro, Hansi Flick en el Barcelona, uno más. Y ahora lo de Alfaro, que ha obrado una transformación de asombro en Paraguay. Cinco presentaciones, invicto, tres triunfos y dos empates. Y dando vuelta los últimos dos, ante Venezuela y Argentina. Recuperó la garra guaraní, el estilo defensivo que caracteriza al futbolista paraguayo. Revolucionó el medio, hay una euforia nacional. Paraguay parecía encaminarse a una nueva frustración (lleva tres Mundiales sin ir), ahora todos aseguran que clasifica. Había jugadores, faltaba despertarlos. Le ganó bien a una Argentina algo aburguesada.
* ¿Sin recambio…? Argentina sigue liderando las posiciones y con total seguridad irá al Mundial. Pero el motor está fallando. Ya suma tres derrotas, tres en once juegos. No es poco. No juega relajado, pero hay un aflojamiento general inconsciente. Messi no va a vivir para siempre. Alguien más debe ayudar a resolver los problemas. No se advierte un recambio. O no hay otros de este nivel o Scaloni no se anima a ponerlos para no fallarles a los que le dieron tanto. Juegan siempre los mismos, aunque no estén rindiendo. Uno de los que encarna la renovación es Alejandro Garnacho, del Manchester United. Fue tan pobre lo suyo que en solo 32 minutos puso en duda todo su futuro en la selección. Lo mejor que le puede pasar a la Albiceleste es que termine este año y volver con nuevos aires en marzo. Pero no será un arranque fácil: enfrentará a Uruguay en Montevideo…
* Anuncio. Brasil, este Brasil modesto de nuestros días, no pudo con Venezuela. Otra vez defraudó Vinicius, que además falló un penal (se lo tapó el arquero Romo). Con un agregado: debía patearlo Raphinha, el que mejor remata. Pero había que dárselo a Vini para que se reivindicara. Y salió mal. Hay algo peor: el anuncio de que la CBF está buscando un técnico grosso para el Mundial. Un Pep Guardiola, un Ancelotti para sustituir a Dorival Junior. Obviamente, esto viste de precariedad el proceso actual. Nunca es bueno ventilar ese tipo de deseos cuando hay otro profesional trabajando.
*Apuesta brava. La de Óscar Villegas, de ir a Guayaquil con un equipo B. Se sabía. Al mínimo error Ecuador lo podía facturar. Y el de José Sagredo no fue un error sino un horror: penal por una mano imprudente, absurda, increíble, expulsión y gol del 0 a 1. Ahí se derrumbó todo. No obstante, el entrenador tiene el crédito intacto. Si él diseñó esta estrategia para derrotar a Paraguay, hay que apoyarlo.
* En cancha, 19. La tabla miente con Ecuador: dice 16 puntos, pero, en rigor, en cancha ganó los mismos 19 que Uruguay y Colombia, pasa que le descontaron tres por el famoso caso del colombo-ecuatoriano Byron Castillo. Un equipo excepcional en defensa, discreto del medio hacia adelante al que es complicadísimo vencer. Es más fácil cruzar el Sahara a pie que la línea compuesta por Angelo Preciado, Félix Torres, William Pacho, Piero Hincapié y Pervis Estupiñán. De lo mejor del mundo, sin duda.
No hay grandes reproches para nadie, ni para Argentina, ni para Colombia ni para Bolivia. Perdieron y a otra cosa. Todos ganan y todos pierden.