El auténtico Rey de copas
Imagen: Oswaldo
Jorge Barraza, columnista de La Razón
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Pudo ser un simple agricultor, un anónimo abogado o guitarrista y cantor, sin embargo Francisco Pedro Manuel Sá terminó siendo el máximo ganador de la historia de la Libertadores con seis títulos, 4 en Independiente y 2 en Boca.
Récord que, como el de goles de Alberto Spencer, quizá nunca se supere. Al menos parece imbatible actualmente, en que los equipos se arman y desarman de un año al otro y en que los buenos jugadores emigran rápido.
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-Nunca digo que cumplí un sueño al ser campeón de América porque ni siquiera lo soñé. Jamás imaginé que sería futbolista. Vivíamos en el campo, en Corrientes, y el fútbol me parecía una cosa lejana, exclusiva de Buenos Aires. Lo único que llegaba era por radio. Y ni caminos asfaltados había hacia la Capital. Yo jugaba en mi pueblo, en Central Goya, y me fui a Corrientes capital a estudiar derecho. Allí se enteraron, no sé cómo, y me llevaron a Huracán de Corrientes. En 1968 debutamos en los torneos de AFA frente a Banfield, Newell’s, Argentinos Juniors, Chacarita…
-Enseguida el pase a River
-Estuve dos años y jugué poco. Labruna me dio la oportunidad, pero cuando llegó Didí hubo una limpieza muy grande y quedé fuera del plantel. Fuimos descartados 17 jugadores.
Y apareció Independiente, el club de sus amores.
-Mi padre, mi madre, mis dos hermanos y yo éramos hinchas de los Rojos. El gran anhelo de mi papá era que jugara alguna vez en este club. ¡Y mirá todo lo que se dio…! De chico yo veía a aquellos jugadores de Independiente campeones de América que saludaban con los brazos en alto, y después iba a jugar y hacía el mismo saludo, como si fuera uno de ellos. Luego, a fines de 1976, Independiente me dejó libre y firmé para Boca. Allí pasé seis años hermosos y logramos muchos títulos. Ya en el primer año, 1976, fuimos bicampeones argentinos: ganamos Metropolitano y Nacional. Tuve la suerte de ser compañero del más grande armador de juego que dio la Argentina, Bochini, y del mejor de todos los tiempos, Maradona.
-Pancho, un concepto de cada Copa. Empecemos por la de 1972.
-Nos costó mucho esfuerzo la primera. Jugamos la final ante un gran equipo, una sombra del fútbol argentino, porque la base de ese Universitario era también la base de la Selección Peruana que venía de eliminar a Argentina del Mundial del ’70. Un equipo bárbaro, afianzado, 0 a 0 en Lima y acá ganamos 2-1 con dos goles de Maglioni. Universitario fue quizás el mejor equipo de la historia de Perú. Tenía un puntero derecho, Muñante, que era un avión; jugaban Percy Rojas, Cachito Ramírez, Chumpitaz… Pero nosotros también teníamos lo nuestro.
-En 1973 Colo Colo…
-Pensando como los hinchas, queríamos igualar el bicampeonato logrado por Independiente en el ’64 y ’65. Y se dio algo parecido al año anterior, porque el Colo Colo de ese año fue el mejor conjunto chileno de todos los tiempos. En Avellaneda empatamos 1-1 y allá 0-0, lo que forzó un desempate. El partido en Santiago fue de una tensión terrible. Chile vivía una situación difícil, porque fue previo a la caída de Allende. Nos tiraban botellas, nos agredieron feo. Arppi Filho, que dirigió ese partido, decía que fue el más difícil de su vida. Como habíamos empatado acá, creían que nos ganaban seguro. Santoro tuvo una actuación extraordinaria, Raimondo jugó muy bien, nosotros teníamos una mentalidad imbatible, lo sentíamos en ese momento, y a través del tiempo se agiganta. En el tercer partido, en Montevideo, fuimos al alargue. Ahí debutó Bochini y Giachello metió el gol del triunfo, el 2 a 1.
-¿Fue el mejor momento de aquel gran Independiente campeón?
-Sí. Se nos había ido Pastoriza (a Francia), un hombre muy importante para nosotros, más adelante se fue Maglioni, pero ya aparecían Bochini y Bertoni, sangre nueva. Se fue armando un grupo que por media década resultó invencible. En el ‘73 conformamos un equipo poderoso. Jugamos la final Intercontinental ante Juventus en Roma y la ganamos.
-En el ’74 les tocó un São Paulo bravísimo, con Rocha, Forlán, Zé Carlos…
-Muy bravo, pero nosotros ya jugábamos con el viento en la camisa, como dicen los uruguayos, muy confiados en lo nuestro. Perdimos 1-0 en San Pablo, ganamos 2-0 en casa y en el tercer partido, en Santiago, otra vez 1 a 0. Esa noche Gay atajó un penal, era atajador de penales. Jugar contra los brasileños es siempre difícil, aparte San Pablo era el más grande de ellos, al menos en la Libertadores. Queríamos esa copa para igualar el tricampeonato de Estudiantes.
-Y en 1975 llegó el tetra…
-Sí, ante Unión Española. Ahí no hubo tanto sufrimiento, se ganó con claridad y jugando bien. Ya no estaba Garisto para alternar en la zaga y, si había una ausencia, Semenewicz suplía a cualquiera de los centrales. Un gran jugador el Polaco, no debidamente valorado. Pero la genialidad de Bochini opacaba a todos. Seguían Santoro y Pavoni, aunque después de esa copa se desmembró un poco el cuadro, se fue el Zurdo López, me fui yo, Balbuena. Fue mi última Copa en Independiente. Teníamos un equipo fantástico en el ‘75. Superamos el récord de Estudiantes.
Fue feliz en Independiente, aunque nunca olvida su paso por Boca, al que llegó a los 30 años.
-En Boca también formamos un equipo bárbaro, muy fuerte, con mentalidad moderna. A Independiente lo comparan con River, pero yo jugué en los tres y puedo decir que se parece a Boca, son clubes que están hechos para las grandes hazañas, cuando nadie da nada por ellos, aparecen.
-Al segundo año en Boca, otra vez campeón de América.
-Fue dura esa copa del ’77, tuvimos que jugar contra Peñarol, River… Cruzeiro era un cuadrazo, venía de ser campeón el año anterior. Tenía un pateador fenomenal, Nelinho. Fue una satisfacción salir campeón con Boca después de que Independiente me había dejado libre. La bronca es que jugué todos los partidos y en la primera final me lesioné en el minuto 85. No pude estar en las otras dos.
-¿Y la última?
-Final con el Deportivo Cali; le hicimos un gol tempranero, determinante para el triunfo. Esa final fue más tranquila que otras: 4 a 0. En Boca sabíamos que si metíamos el primer gol no podíamos perder. En dos ediciones recibimos sólo 5 goles en 19 partidos. Pero ya para esta Copa muchos de nosotros estábamos cumpliendo un ciclo.
-Casi se da una séptima corona, en 1979. De nuevo en la final.
-Con Olimpia. Perdimos en Asunción 2-0 y empatamos en La Bombonera 0-0. Ya estaba terminado el ciclo; teníamos muchos lesionados. Yo no jugué contra Olimpia en Paraguay porque me echó el árbitro en la semifinal. No hice absolutamente nada y me echó, hasta hoy me pregunto por qué.
-¿Cómo era la Copa antes comparada con la actual?
-Ni mejor ni peor, diferente. Ganar siempre es difícil, ayer y hoy. Antes, todos los mejores jugadores de Sudamérica estaban acá, no eran transferidos, ahora se van. Jugabas contra Peñarol y era Peñarol. También es cierto que ahora es más limpio, te tiran una botella y se suspende el partido. En aquella final contra Colo Colo, en Chile, nos deben haber tirado quinientas, mil botellas, y siguió. ¿Antes al local le iban a expulsar un jugador? Tenía que ser demasiado grosso, ¿o que le cobraran un penal en contra? Huuummm, difícil. Hoy las canchas son muy buenas, hay mucha seguridad, se ve todo en televisión.
Cada vez que empieza la Copa surge el recuerdo de Pancho Sá: caballero, talismán, zaguero confiable para resistir lo que viniera.