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Pregúntale a tu amigo gay

Hace tres años terminé con mi chico, teníamos un año y algo más juntos. Los primeros seis meses era muy atento, nos ayudábamos con las tareas de la universidad, uno siempre estaba pendiente del otro y hacíamos un buen equipo. De ahí empezó a alejarse, ya no era el mismo. Yo, teniendo esperanzas de que vuelva a ser como antes, lo trataba normal. Lo malo es que yo necesitaba trabajar y él no. Por eso yo le dedicaba poco tiempo, sólo después de la salida de mi trabajo. Luego él dejó de ser detallista y cariñoso, siempre hablaba de su vecina. Un día lo vi por la calle paseando con una chica desde un micro, me rompió el corazón y vi que tomaban la misma movilidad. Como conocía su casa, lo fui a esperar ahí y lo vi con ella, agarrados de las manos. Discutimos, la chica se fue y él me dijo que quería estar con ella. Me dolió mucho y me costó reponerme. Después de tres años me llamó: sabe que me fui al exterior, que trabajo en varios lugares y me pide que vayamos al cine. Ya no siento nada por él . ¿Por qué los ex vuelven? ¿Por qué los hombres sólo ven la apariencia y no el corazón?
Lucrecia

Querida Lu: Algo que he descubierto a partir de mis experiencias es que los hombres tenemos un fuerte instinto de “cazador de amantes”. Es decir, cuando encontramos una presa que nos gusta, buscamos cazarla y utilizamos todos nuestros medios para atraparla, algunos, inclusive, mienten y engañan. El interés es máximo y se incrementa mientras más nos cueste atrapar a la presa. Lastimosamente, cuando el cazador alcanza su objetivo, pierde el interés. Deja la presa (algunas veces hasta enamorada) y sigue adelante.

Los ex vuelven porque se dieron cuenta de lo que perdieron, porque no encontraron en nadie lo que tenían con nosotros. En este caso, lo que sucede es que, además de que te convertiste en una presa aún más interesante, ya no estás enamorada de tu ex. Imagino que está loco por tenerte nuevamente a sus pies pero, por supuesto, tú no vas a caer esta vez, porque te quieres, te valoras y cuidas tu corazón. Ese hombre ya te lastimó una vez y no debes permitir que lo haga de nuevo.

La manera más fácil de tener a un hombre a tus pies es nunca dejarle saber dónde está pisando. Imagina a un león sigiloso acechando a un venado solitario.

Ésa es la posición en la que estamos la mayoría de las veces. Ahora imagina al mismo león intentando mantenerse de pie en una piscina de pelotas. Pues ésa es la posición en la que lo tenemos si no le dejamos saber si nos interesa o no, cuánto nos interesa, si nos gusta o si queremos algo serio o no. Si jugamos bien a este juego, cuando la fiera se dé cuenta de dónde está pisando ya será tarde: estará enamorado y comiendo de nuestra mano. Es así como se hace de un león, un tierno gatito. Así que ya sabes: mejor huye del patán y busca tu próximo galán.

Tu amigo

Salvador G