Tuesday 21 May 2024 | Actualizado a 05:32 AM

¿Por cuántos años deben llevarse mis hijos?

Lo más aconsejable es que la diferencia sea de dos o tres años para que la relación sea más provechosa.

/ 31 de octubre de 2013 / 04:00

Hay parejas que prefieren que entre sus hijos haya pocos años de diferencia para facilitar la tarea de sacarlos adelante y para que entre ellos sean compañeros en todo lo que vayan a hacer. Otros optan por lo contrario, para así poder disfrutar de cada retoño por separado.

“No existe una regla. En todo caso, hay más beneficios cuando los niños se llevan por dos o tres años de edad, porque los hermanos mayores son una importante fuente de socialización para los más pequeños”, explica la terapeuta familiar Marcela Losantof.

Esto no significa que el hecho de llevarse por más de tres años de diferencia sea malo. Están las ventajas de la parte práctica y económica —mayor posibilidad de organizarse para el trabajo— y el hecho de que muchos hermanos mayores asumen el rol de protectores, consejeros y son capaces de dar amor. Eso sí, los progenitores deben medir hasta dónde debe llegar la responsabilidad del hijo mayor con el menor, explica la terapeuta.

Además, los padres tienen la opción de disfrutar de su segundo bebé con tiempo y tranquilidad, debido a que su hijo mayor es cada vez más autónomo e independiente.

Si la pareja opta por tener a sus hijos con mucha diferencia de edad, también puede ser porque desean prolongar por más tiempo la presencia de un infante en la familia. “La experiencia del primer bebé suele hacer que los padres valoren con cuidado la situación económica, laboral, social, familiar así como su situación para animarse a tener un segundo niño. Esto exigirá una nueva organización de las rutinas y de los roles cotidianos no sólo para los papás, sino también para el pequeño que ve llegar al hermanito”, se explica en el portal especializado www.guiainfantil.com.

Al respecto, Losantof señala que esto depende de la buena planificación. Tener hermanos es muy importante para el desarrollo de los niños y que haya entre ellos una diferencia de dos o tres años es lo ideal, según la especialista. “Cuando se llevan por poco, tienen más posibilidades de aprender a través de los más grandes la forma de negociar, pelear y defenderse, buscar apoyo, reaccionar y expresarse, entre otros”.

Otra ventaja, si la diferencia es poca, es que pueden sentirse amigos y compañeros de juego, sobre todo, durante la primera infancia.

Sin embargo, se debe tener en cuenta un factor conflictivo: los primeros meses de organización, cuando la diferencia es muy poca, el hijo mayor sufrirá importantes cambios en la relación con sus padres. “Esto dependerá de cómo se lo prepare. Si él sabe que pronto llegará un bebé, deberá recibir orientación sobre los cuidados que requiere un  recién nacido”, expone Losantof.  Por esto, el niño debe saber que su hermanito recibirá muchas atenciones, por unos meses, pues es el más frágil de la familia. Hay que contarle que lo mismo pasó con él a esa edad.  

No es conveniente tener niños con un año de diferencia, pues el primero tendrá que crecer muy independiente debido a que la mayor atención será para el más pequeño.

Celos

Al margen de la edad, cuando el nuevo integrante llegue al hogar, evita mostrar preferencias de algún tipo. De ti  depende que los celos no ocasionen una mala relación entre los hermanos a futuro.

Mentalízate

Si te animas por otro niño, vuelve a empezar y renuncia a la independencia que, hasta ahora, ya te concedía la edad del hijo mayor. La organización y predisposición es importante para llevar el cambio en paz.

Disfrutar

Si tu niño llega muchos años después del primero, disfrútalo como si fuera el primero, desde la perspectiva de madurez y confianza que sólo te puede dar la experiencia de haber sido padre o madre antes.

Fuentes: Marcela Losantof, terapeuta familiar. Con datos de: http://www.guiainfantil.com

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Ser un súper papá es posible

La terapeuta familiar Pilar Manríquez calma los ánimos, pues ella explica que el atender a los hijos en sus necesidades básicas es natural.

/ 10 de marzo de 2016 / 16:00

La práctica hace al maestro, reza un dicho popular que se aplica para señalar a quien no tuvo escuela, pero que aprendió bien una tarea. Así, con esfuerzo, voluntad, dedicación, constancia y amor puedes llegar a ser una buena guía para tus hijos. Pero ¿cómo ser el mejor papá si no existe un manual, ni reglas ni cursos para ello?

Además, ningún hijo es igual a otro, advierte la pedagoga Karina Daza, quien recalca que los niños no pueden ser tratados de la misma manera. “No porque al mayor lo dejamos criándose con la abuela, tenemos que hacer lo mismo con el menor”, ejemplifica.

En la actualidad hay cada vez más hogares en los que las mamás salen a trabajar mientras que los papás se ocupan de las labores de casa, lo que incluye el cuidado de los hijos. En ese escenario, muchos progenitores sienten temor al ser responsables de la crianza, alimentación, higiene y otras actividades para con sus niños, y el triple de miedo sienten si son papás jóvenes y primerizos.

La terapeuta familiar Pilar Manríquez calma los ánimos, pues ella explica que el atender a los hijos en sus necesidades básicas es natural. “Es algo instintivo que en la primera etapa de su vida está relacionado con los juegos. Cabe entender que es diferente llevar al niño a jugar que jugar con el niño”. Lo último es lo importante, ya que el papá puede involucrarse en el juego e ir enseñando y formando a través de lo lúdico. Si la hija quiere peinar y pintar al papá o quiere jugar a la pelota, él puede hacerlo. Igual, si el hijo quiere jugar con autitos o a dibujar, indica.

Momentos como esos, además de ser un espacio para compartir, representan una oportunidad para educar y orientar a los niños, por ejemplo, en cuanto a la higiene o las reglas. “Lo mejor es involucrarse con paciencia y hacerle sentir al pequeño que uno está disfrutando la experiencia”, sugiere.

Desde que nace y hasta los cinco años, aproximadamente, sin ser ésta una regla, el niño es dependiente de los adultos, sea para vestirse, comer, dormir o divertirse. Luego va aprendiendo a ser independiente y en algunos casos prefiere pasarla bien solo o con chicos de su edad.

Para ser un buen papá no necesitas más que tu amor y, con responsabilidad, dejar aflorar tu instinto paterno que te hará actuar y deducir lo que tu retoño necesita o siente. “Es inconsciente porque nadie te prepara para ello y solo nace; el contacto físico y el juego son el mejor camino para estrechar vínculos”, insiste  Manríquez.

Lo mismo piensa la psicóloga Mónica Soliz cuando asegura que el juego es la mejor terapia, puesto que crea la confianza que un hijo va a mostrar de adulto. “Se les debe enseñar cómo actuar ante cualquier eventualidad, cómo prepararse para la vida. Así, cuando les toque asistir al colegio o relacionarse con otras personas, no sentirán temor. Estarán seguros de lo que tienen y quieren”, dice.

“De esta manera, preparamos a los hijos para que tengan un mejor roce social con quienes los van a acompañar en cada etapa de su vida”, refuerza Manríquez.

Para que esta divertida experiencia tenga éxito hay que dar el primer paso y despojarse de las ideas erróneas que solo las mamás pueden criar a los niños. “Es importante dar la oportunidad a los hombres para que pasen momentos a solas con sus niños”, afirma la psicóloga, quien también enfatiza en dar buen ejemplo a los pequeños, siempre con cariño y respeto.

Manos a la obra:

  • Mirada fija

Háblale a tu hijo a su mismo nivel en lo físico. Para esto debes agacharte o levantar al niño para tener buen contacto visual. Ese gesto genera confianza.  

  • Demuéstrale que lo amas

Habla con él con mucho afecto. No le grites. El respeto es el inicio del vínculo de confianza entre ambos que durará siempre.

  • Dale tiempo

El juego padre e hijo es primordial. Sin complejos deja que te peine, pinte y hasta te disfrace. Asume el rol del personaje y diviértanse juntos.   

  • Trato diferenciado

Los papás de las niñas deben tratarlas como a unas damas. Así ellas no dejarán que nadie las maltrate.

  • Sé siempre su padre

Por más empatía con tu hijo, no olvides que tú eres el padre, el adulto, el maduro en esta relación.

Fuentes: Karina Daza, pedagoga, Pilar Manríquez, terapeuta familiar y Mónica Soliz, psicóloga.

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Ser un súper papá es posible

La terapeuta familiar Pilar Manríquez calma los ánimos, pues ella explica que el atender a los hijos en sus necesidades básicas es natural.

/ 10 de marzo de 2016 / 16:00

La práctica hace al maestro, reza un dicho popular que se aplica para señalar a quien no tuvo escuela, pero que aprendió bien una tarea. Así, con esfuerzo, voluntad, dedicación, constancia y amor puedes llegar a ser una buena guía para tus hijos. Pero ¿cómo ser el mejor papá si no existe un manual, ni reglas ni cursos para ello?

Además, ningún hijo es igual a otro, advierte la pedagoga Karina Daza, quien recalca que los niños no pueden ser tratados de la misma manera. “No porque al mayor lo dejamos criándose con la abuela, tenemos que hacer lo mismo con el menor”, ejemplifica.

En la actualidad hay cada vez más hogares en los que las mamás salen a trabajar mientras que los papás se ocupan de las labores de casa, lo que incluye el cuidado de los hijos. En ese escenario, muchos progenitores sienten temor al ser responsables de la crianza, alimentación, higiene y otras actividades para con sus niños, y el triple de miedo sienten si son papás jóvenes y primerizos.

La terapeuta familiar Pilar Manríquez calma los ánimos, pues ella explica que el atender a los hijos en sus necesidades básicas es natural. “Es algo instintivo que en la primera etapa de su vida está relacionado con los juegos. Cabe entender que es diferente llevar al niño a jugar que jugar con el niño”. Lo último es lo importante, ya que el papá puede involucrarse en el juego e ir enseñando y formando a través de lo lúdico. Si la hija quiere peinar y pintar al papá o quiere jugar a la pelota, él puede hacerlo. Igual, si el hijo quiere jugar con autitos o a dibujar, indica.

Momentos como esos, además de ser un espacio para compartir, representan una oportunidad para educar y orientar a los niños, por ejemplo, en cuanto a la higiene o las reglas. “Lo mejor es involucrarse con paciencia y hacerle sentir al pequeño que uno está disfrutando la experiencia”, sugiere.

Desde que nace y hasta los cinco años, aproximadamente, sin ser ésta una regla, el niño es dependiente de los adultos, sea para vestirse, comer, dormir o divertirse. Luego va aprendiendo a ser independiente y en algunos casos prefiere pasarla bien solo o con chicos de su edad.

Para ser un buen papá no necesitas más que tu amor y, con responsabilidad, dejar aflorar tu instinto paterno que te hará actuar y deducir lo que tu retoño necesita o siente. “Es inconsciente porque nadie te prepara para ello y solo nace; el contacto físico y el juego son el mejor camino para estrechar vínculos”, insiste  Manríquez.

Lo mismo piensa la psicóloga Mónica Soliz cuando asegura que el juego es la mejor terapia, puesto que crea la confianza que un hijo va a mostrar de adulto. “Se les debe enseñar cómo actuar ante cualquier eventualidad, cómo prepararse para la vida. Así, cuando les toque asistir al colegio o relacionarse con otras personas, no sentirán temor. Estarán seguros de lo que tienen y quieren”, dice.

“De esta manera, preparamos a los hijos para que tengan un mejor roce social con quienes los van a acompañar en cada etapa de su vida”, refuerza Manríquez.

Para que esta divertida experiencia tenga éxito hay que dar el primer paso y despojarse de las ideas erróneas que solo las mamás pueden criar a los niños. “Es importante dar la oportunidad a los hombres para que pasen momentos a solas con sus niños”, afirma la psicóloga, quien también enfatiza en dar buen ejemplo a los pequeños, siempre con cariño y respeto.

Manos a la obra:

  • Mirada fija

Háblale a tu hijo a su mismo nivel en lo físico. Para esto debes agacharte o levantar al niño para tener buen contacto visual. Ese gesto genera confianza.  

  • Demuéstrale que lo amas

Habla con él con mucho afecto. No le grites. El respeto es el inicio del vínculo de confianza entre ambos que durará siempre.

  • Dale tiempo

El juego padre e hijo es primordial. Sin complejos deja que te peine, pinte y hasta te disfrace. Asume el rol del personaje y diviértanse juntos.   

  • Trato diferenciado

Los papás de las niñas deben tratarlas como a unas damas. Así ellas no dejarán que nadie las maltrate.

  • Sé siempre su padre

Por más empatía con tu hijo, no olvides que tú eres el padre, el adulto, el maduro en esta relación.

Fuentes: Karina Daza, pedagoga, Pilar Manríquez, terapeuta familiar y Mónica Soliz, psicóloga.

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Resiliencia, una actitud para salir adelante

Es la capacidad de superar periodos de dolor emocionales y situaciones de crisis.

/ 18 de febrero de 2016 / 16:00

Eres de las personas que consigue reponerse ante cualquier adversidad y sabe cómo reaccionar ante eventos traumáticos y dolorosos de la vida? Seguramente tienes la decisión y la actitud para hacerlo. A esta fuerza se la denomina resiliencia.

Es la capacidad de superar periodos de dolor emocionales y situaciones de crisis. Se dice que los resilientes no solo pueden sobreponerse a contratiempos, sino que, incluso, resultan fortalecidos por éstos. En este punto coinciden los especialistas en desarrollo personal como Daniel MacLean, facilitador en

Constelaciones Familiares; el también couch personal asegura que no se trata de algo que se aprende desde niño o que los padres inculcan. “Se trata de actitud, de decisión y de tener la confianza de que puedes lograr lo que te propones”.

Cuenta que la resiliencia fue estudiada con niños procedentes de familias violentas, en las que los adultos no cuidaron ni protegieron a los menores. “Lo llamativo de la resiliencia es que en ésta, como en otras situaciones tan difíciles, de repente surge la capacidad de reponerse y recobrar la fortaleza para reencaminar la vida y construir una autoimagen positiva de sí mismo”.

La pregunta es ¿cómo estos niños se reconstruyeron después de los traumas sufridos? No existen datos que indiquen qué es lo que logra que las personas, chicas o grandes, sigan adelante y surjan. Pero parece que la voluntad lo puede todo.

La psicóloga clínica Marynés Salazar señala que la resiliencia, por lo general, se manifiesta en quienes identifican el aprendizaje en las experiencias vividas, por muy traumáticas que éstas sean. “Todas las personas somos resilientes. Sin embargo, existe gente que vive una experiencia negativa, la procesa y no deja que se haga un trauma. Por el contrario, se sobrepone a esta experiencia y toma el mejor aprendizaje de ella, y hace de éste su impulso”.

Para su colega Mónica Soliz, desarrollar la confianza en sí mismo es edificante. “Lo importante es tener la capacidad necesaria para resolver problemas y confiar en los instintos, esto ayudará a construir la resiliencia en la persona”.

Salazar dice que durante mucho tiempo se pensó que era una capacidad extraordinaria que algunos individuos tenían, hoy se sabe que todos pueden desarrollarla haciendo reflexiones sobre la experiencia en lugar de compadecerse de sí mismos.

“Cuando uno pasa por una situación dolorosa, vale la pena dejar fluir los sentimientos que el hecho genera: llorar, gritar, enojarse y volver a llorar hace bien. Pero luego de la crisis debería ser infalible preguntarse: ¿para qué me sirvió esto que pasé?, ¿qué aprendí de ello?, ¿cómo puedo evitar volver a pasar por algo así? Las respuestas desarrollan la resiliencia.

Soliz y MacLean dejan claro que ser resiliente no depende de los valores o de ejemplos de fortaleza, sino que de “algo que nace e impulsa”.

Entonces, la resiliencia es una cuestión de decisión, actitud y acción para apostar por la vida.

  • Relaciones  

La resiliencia se fortalece estableciendo buenas relaciones con familiares cercanos, amigos y personas importantes en tu vida. También aceptando ayuda y apoyo de quienes te quieren y escuchan.

  • Obstáculos  

Aunque no puedas evitar que ocurran eventos que producen mucha tensión, sí puedes cambiar la manera de interpretarlos y de reaccionar.

  • Cambios  

Como resultado de una situación adversa, puede que no alcances algunas metas. Aceptar las circunstancias que no puedes cambiar te ayuda a enfocarte en las que sí puedes modificar.

  • Metas  

En lugar de centrarte en tareas que parece que no puedes lograr, pon tu energía en las cosas que puedes concretar hoy y que te ayudan a caminar hacia donde quieres llegar.

  • Presente  

Deja ir el pasado y vive el presente como una oportunidad. No te aferres a lo que se fue.

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Eres de las personas que consigue reponerse ante cualquier adversidad y sabe cómo reaccionar ante eventos traumáticos y dolorosos de la vida? Seguramente tienes la decisión y la actitud para hacerlo. A esta fuerza se la denomina resiliencia.

Es la capacidad de superar periodos de dolor emocionales y situaciones de crisis. Se dice que los resilientes no solo pueden sobreponerse a contratiempos, sino que, incluso, resultan fortalecidos por éstos. En este punto coinciden los especialistas en desarrollo personal como Daniel MacLean, facilitador en

Constelaciones Familiares; el también couch personal asegura que no se trata de algo que se aprende desde niño o que los padres inculcan. “Se trata de actitud, de decisión y de tener la confianza de que puedes lograr lo que te propones”.

Cuenta que la resiliencia fue estudiada con niños procedentes de familias violentas, en las que los adultos no cuidaron ni protegieron a los menores. “Lo llamativo de la resiliencia es que en ésta, como en otras situaciones tan difíciles, de repente surge la capacidad de reponerse y recobrar la fortaleza para reencaminar la vida y construir una autoimagen positiva de sí mismo”.

La pregunta es ¿cómo estos niños se reconstruyeron después de los traumas sufridos? No existen datos que indiquen qué es lo que logra que las personas, chicas o grandes, sigan adelante y surjan. Pero parece que la voluntad lo puede todo.

La psicóloga clínica Marynés Salazar señala que la resiliencia, por lo general, se manifiesta en quienes identifican el aprendizaje en las experiencias vividas, por muy traumáticas que éstas sean. “Todas las personas somos resilientes. Sin embargo, existe gente que vive una experiencia negativa, la procesa y no deja que se haga un trauma. Por el contrario, se sobrepone a esta experiencia y toma el mejor aprendizaje de ella, y hace de éste su impulso”.

Para su colega Mónica Soliz, desarrollar la confianza en sí mismo es edificante. “Lo importante es tener la capacidad necesaria para resolver problemas y confiar en los instintos, esto ayudará a construir la resiliencia en la persona”.

Salazar dice que durante mucho tiempo se pensó que era una capacidad extraordinaria que algunos individuos tenían, hoy se sabe que todos pueden desarrollarla haciendo reflexiones sobre la experiencia en lugar de compadecerse de sí mismos.

“Cuando uno pasa por una situación dolorosa, vale la pena dejar fluir los sentimientos que el hecho genera: llorar, gritar, enojarse y volver a llorar hace bien. Pero luego de la crisis debería ser infalible preguntarse: ¿para qué me sirvió esto que pasé?, ¿qué aprendí de ello?, ¿cómo puedo evitar volver a pasar por algo así? Las respuestas desarrollan la resiliencia.

Soliz y MacLean dejan claro que ser resiliente no depende de los valores o de ejemplos de fortaleza, sino que de “algo que nace e impulsa”.

Entonces, la resiliencia es una cuestión de decisión, actitud y acción para apostar por la vida.

  • Relaciones  

La resiliencia se fortalece estableciendo buenas relaciones con familiares cercanos, amigos y personas importantes en tu vida. También aceptando ayuda y apoyo de quienes te quieren y escuchan.

  • Obstáculos  

Aunque no puedas evitar que ocurran eventos que producen mucha tensión, sí puedes cambiar la manera de interpretarlos y de reaccionar.

  • Cambios  

Como resultado de una situación adversa, puede que no alcances algunas metas. Aceptar las circunstancias que no puedes cambiar te ayuda a enfocarte en las que sí puedes modificar.

  • Metas  

En lugar de centrarte en tareas que parece que no puedes lograr, pon tu energía en las cosas que puedes concretar hoy y que te ayudan a caminar hacia donde quieres llegar.

  • Presente  

Deja ir el pasado y vive el presente como una oportunidad. No te aferres a lo que se fue.

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Lomo de cerdo en salsa de mostaza

Condimentar el lomo de cerdo con sal, pimienta, orégano, tomillo y perejil. Untar con mostaza y poner en una bandeja...

/ 24 de diciembre de 2015 / 17:00

Ingredientes: 

  • 1 kilo de lomo de cerdo
  • 1 cuchara de mantequilla (10 g)
  • 1 cuchara de mostaza (10 g)
  • 1 copa de vino tinto (150 ml)
  • 3 dientes de ajo (Repicados)
  • 4 cucharas de aceite de oliva
  • 2 cucharas de salsa soya (15 ml)
  • 1 cucharilla de tomillo (5 g)
  • 1 cucharilla de perejil
  • 1/2 cucharilla de orégano

Salsa

  • 1 cuchara de mantequilla
  • 1 cuchara de harina
  • 1 vaso de fondo de pollo
  • 1 cucharilla  de mostaza
  • 1/2 cucharilla de jugo de limón
  • 2 cucharas de crema de leche

Preparación:

Condimentar el lomo de cerdo con sal, pimienta, orégano, tomillo y perejil. Untar con mostaza y poner en una bandeja. Incorporar la copa de vino tinto, la mantequilla y el ajo.

Llevar al horno y dejar cocer el tiempo necesario.

Para la salsa: derretir la mantequilla en una sartén e incorporar la harina. Remover. Añadir un fondo de pollo (prepararlo con anticipación) y cocinar revolviendo continuamente hasta que hierva. Poner mostaza y salsa soya. Dejar que reduzca un poco para luego retirar del fuego. Finalmente, incorporar la crema y una pizca de sal.

Servir el preparado con arroz verde, gratín de papa y verduras cocidas. Acompañar con vino blanco.

Fuente: Willams Cruz Sirpa (Hotel Europa)

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