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El coraje de las Pussy Riot

“Queremos echarlo” fue lo primero que dijeron  Nadezhda Tolokónnikova y Maria Aliójina, integrantes de la banda Pussy Riot, en referencia al presidente ruso Vladimir Putin, el 23 de diciembre, tras salir de las prisiones donde estuvieron casi dos años por protestar, en 2012, contra el Mandatario.

Oficialmente, el cargo por el que fueron encarceladas es “vandalismo e incitación al odio religioso”, debido a una acción musical y de protesta que las activistas, junto con su compañera Yekaterina Samutsévich, realizaron en la catedral de Cristo Salvador, el principal templo ortodoxo de Moscú. La acción fue una oración punk que estaba acompañada de guitarras eléctricas y que pedía: “Madre de Dios, echa a Putin”.

Samutsévich tuvo suerte. En octubre de 2012 salió bajo libertad condicional, ya que su abogada, Irina Jrunova, demostró a los magistrados que su defendida apenas participó en el evento, ya que llegó tarde al mismo. Sin embargo, la Justicia no declaró la inocencia de Samutsévich. “No puedo decir que sea una victoria definitiva, ya que mi defendida es declarada culpable y no se considera como tal”, apuntó Jrunova.

Casi al término de su condena, las dos artistas y activistas fueron beneficiadas con una amnistía generalizada aprobada por el legislativo ruso tres días antes de su salida, medida rechazada por las expresidiarias, ya que la consideran una movida propagandista para evitar problemas en 2014, con miras a la celebración de las Olimpiadas de invierno, a realizarse entre el 7 y el 23 de febrero en la ciudad rusa de Sochi.

Sin embargo, la liberación de las activistas es solo un capítulo más en esta historia, ya que, a menos de una semana, Tolokónnikova y Aliójina anunciaron su intención de formar una organización no gubernamental mientras que, paralelamente, el Departamento de Cultura de Moscú prohibió formalmente la proyección del documental  Pussy Riot: una plegaria punk, que debía realizarse el lunes.

Mientras purgaba su condena, Tolokónnikova declaró que no admitirá ser culpable de odio religioso y que respeta el cristianismo. Aliójina declaró, tras la sentencia emitida en agosto de 2012, que la justicia rusa ha hecho todo lo posible por excluir lo esencial de la actuación, la protesta política, aspecto central de la propuesta creativa del colectivo artístico fundado en 2011.

“Lo que tenemos en común es la impertinencia, letras cargadas de política, la importancia del discurso feminista y de una imagen no convencional de la mujer”, explicó el colectivo, en un manifiesto. Una de sus principales característica es la realización de happenings (acciones artísticas) callejeros y conciertos de protesta ataviadas con coloridos vestidos ceñidos y ligeros, incluso en lo más crudo del invierno ruso, y con las caras cubiertas con pasamontañas de colores.

Así fue como se presentaron el 21 de febrero de 2012 e interpretaron la “oración punk”, que terminaría fragmentando al grupo y enviado a tres de ellas a prisiones, una sentencia que presentó irregularidades, tal como denunció la Corte Suprema de ese país. El 12 de diciembre, por ejemplo, la máxima instancia judicial de Rusia ordenó reexaminar la sentencia al estimar que los motivos del delito no habían sido probados.

Por su parte, Putin dijo, cuando se aprobó la amnistía, que las Pussy Riot denigraron la dignidad de la mujer al escenificar su protesta, e indicó sentir pena por ello. En cambio, Aliójina consideró que para Putin, “siempre hay conspiraciones, sospechas”. “Si una persona trata de controlarlo todo, tarde o temprano se le escapará el control de las manos. En primer lugar, porque es imposible controlarlo todo”, agregó.

La declarada rivalidad entre el grupo y el Mandatario continuará este año, aunque en una arena diferente: las dos últimas Pussy Riot liberadas anunciaron esta semana que dejarán la música para dedicarse a defender los derechos humanos en las cárceles rusas, pero seguirán fieles a su plegaria: “Madre de Dios, echa a Putin”.

“No tenemos intención de dar ningún concierto. Nos dedicaremos a defender los derechos humanos en el sistema penitenciario ruso. Las mujeres que están en prisión no tienen a nadie más”, afirmó Aliójina en una rueda de prensa ofrecida el 27 de diciembre. El proyecto se denomina Zona de Derecho, un juego de palabras en ruso que alude a las prisiones ya que, en el lenguaje coloquial de este país europeo, el vocablo “zona” alude a cárceles.

“Este proyecto comenzó hace tiempo, cuando empezamos a dedicarnos a la defensa de los derechos humanos en las prisiones donde cumplíamos condena”, explicó Tolokónnikova. Si bien todavía no disponen del financiamiento para seguir el proyecto, contarán con la ayuda del líder de la oposición rusa, el bloguero Alexéi Navalni.

De hecho, las dos artistas lamentaron que, cuando salieron de la cárcel, no se les permitió despedirse de las otras internas.
Mientras eso sucede en Rusia, en EEUU la Academia de Hollywood podría elegir a Pussy Riot: una plegaria Punk como candidata al Oscar a Mejor Documental.

Información: EFE, AFP. El País, Eltiempo.com, Columna Zero, LaCapital.com.ar, Latercera.com, cdn.20minutos.es, www.rockfm.mx