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El Bengalí responde al llamado de la selva

‘Energía es la palabra que mejor describe al gato bengal o bengalí, una raza de felinos de reciente nacimiento que ahora ya puede adoptarse en Bolivia y que despierta el interés de los amantes de estos animales por su estilizada y feroz figura.

“Es lo más cercano que tendrás a un tigre o un leopardo en tu casa”, comenta Valentina Villalpando, representante del criadero Felinos Heiligen Cattery de Cochabamba, el único autorizado en Bolivia para la reproducción de animales de pedigrí de esta variedad.
No es una exageración, ya que el bengalí tiene un gran parecido con sus parientes salvajes, tanto en su personalidad como en su fascinante pelaje.

Antepasados feroces

Según las páginas especializadas en esta raza, el gato bengalí se originó a partir del cruce entre un gato doméstico y otro salvaje: el gato leopardo de Asia (Felis bengalis). Hacia 1963, una experta en genética, la norteamericana Jean Mill, inició el programa de cría de esta variedad.

La consolidación de la raza se produciría en la década de 1970, tras cruces posteriores con otras razas como Mau Egipcio, Ocicat, Abisinio y Siamés.

El resultado es un felino que tiene las necesidades de espacio de un perro mediano o grande, pero con la mística personalidad de un gato. El Bengalí tiene carácter fuerte, aunque puede adaptarse muy bien a la convivencia familiar.

Sin embargo, necesita más espacio y actividad constante. Es muy activo, lo que Villalpando atribuye a sus antepasados salvajes, por lo que requiere juguetes y actividades que lo mantengan ocupado y bastante alejado de muebles y adornos.

Asimismo, es preferible que quien adopte uno de estos animales tenga un espacio abierto, jardín o terraza, donde el bengalí pueda corretear a su libre albedrío. Y, al igual que un perro, los criadores recomiendan sacarlo de la casa a pasear de forma rutinaria. Se puede usar un collar.

Villalpando asegura que son animales muy inteligentes, lo que hace que sea fácil entrenarlos y educarlos con la debida constancia. Eso sí, la criadora advierte que no es una mascota para principantes.

Es un animal de tamaño  mediano —mide entre 50 centímetros de largo y 40 de alto— según los datos de Villalpando. Es pesado, entre tres (las hembras) a cinco kilos (machos) debido a un cuerpo compacto y musculoso, de huesos densos.

Su principal atractivo, y lo que define el precio de los animales con pedigrí, es su pelaje: corto y de textura suave. Hay tres tipos de diseños de la piel. El primero es el atigrado, el segundo es el moteado —como el del jaguar, leopardo y chita— y el tercero es el marmolado —que combina dos tonos contrastantes—. “La coloración va desde el naranja hasta el blanco, pasando por el gris. Las manchas son negras o marrones”, informa Villalpando.

Los ojos son grandes y ovalados y el hocico es largo y ancho, muy parecido al de los ocelotes y leopardos.

Es un animal de clima tropical y valluno, como lo demuestra su pelo corto y adecuado para el camuflaje en maleza. Puede adaptarse a las temperaturas de La Paz, pero no a las de El Alto, Oruro y Potosí.

Los interesados en comprar pueden llamar al 44363223 (Cochabamba) o al 70791592. También pueden visitar la página de Facebook de Felinos Heiligen Cattery. El precio es de 680 dólares, con todos los papeles y vacunas.

Fuente: Andrea Molina, veterinaria de Hocico Spa. Con datos de: www.menecesitas.com y www.consumer.es