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Gabo, a través del cine

‘Lo único que realmente he estudiado es cine”, dijo en una entrevista el fallecido escritor Gabriel García Márquez. Durante 60 años, el Premio Nobel de Literatura colombiano mantuvo un romance intenso con el séptimo arte, ya sea trabajando con directores que adaptaron su obra, escribiendo guiones y hasta como extra.

Sin embargo, esta relación tuvo sus bajas —entre ellas el rechazo del escritor a que se adapte su novela más célebre, Cien años de soledad— o la pésima crítica que recibieron algunas de las producciones sobre su obra.

“Es muy difícil criticar las películas que adaptan los personajes de Gabo. Por un lado, tienes estos mundos majestuosos y casi oníricos que creó en el papel y que muchos ven imposible de trasladar a la pantalla. Por otro, tienes a sus personajes, ideales para el cine”, expone Elizabeth Carrasco, encargada del archivo de la Cinemateca Boliviana, que actualmente proyecta un ciclo dedicado al escritor colombiano.

Vida de cine

Carrasco divide el cine de García Márquez en dos: el que adapta su literatura y el que se benefició de la participación del escritor como guionista.
Carrasco prefiere el segundo sobre el primero. “Incluso si solo colabora, la magia de Gabo se manifiesta en los personajes, al igual que el ritmo narrativo”.

Como ejemplo cita las dos versiones del western Tiempo de morir. La primera fue dirigida en 1966 por el mexicano Arturo Ripstein y el guión escrito por el mismo colombiano, en colaboración con el mexicano Carlos Fuentes.

La segunda versión, ambientada en Colombia, se rodó en 1985 bajo las órdenes de Jorge Alí Triana, otro director con el que el Nobel trabajó en más de una ocasión. Para Carrasco, éstas en las que Gabo trabajó como guionista superan con creces a las adaptaciones de sus libros.

“Tienes los personajes que caracterizan sus obras, pero concebidos para cine”, expone. La experta también destaca Edipo alcalde (Jorge Alí Triana, 1996) y Los niños invisibles (Duque Naranjo, 2001).

Sin embargo, pese a la pasión que García Márquez sentía por el cine, la crítica reaccionó ante sus películas de forma contraria a la que generó su producción literaria.

 Según el veredicto de la mayoría de los críticos, reproducidos por El Mundo de España, ninguna de las películas, independientemente de lo prestigioso del elenco —aparezca Javier Bardem, Ornella Muti, Salma Hayek, Rupert Everet y hasta él mismo— o de lo ambicioso del proyecto logró dejar un buen sabor de boca en el autor; y tampoco en el público.

“Las ideas de Gabriel García Márquez fueron incompatibles con el cine. No tiene una sola película que valga la pena, es un festival de la exageración y el ridículo”, señala Felipe Coria, director del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM en una entrevista con CNN publicada tras la muerte del autor.

Carrasco atribuye este fracaso a lo difícil que es trasladar el realismo mágico a la pantalla y a la complejidad de sus personajes, los cuales muestran varias facetas a medida que pasa el tiempo y eso es algo que no se traduce bien en las dos horas de un largometraje.

“En tan poco tiempo, el realizador suele dar énfasis a uno de los aspectos del relato que en la novela es solo un ingrediente más, como las historias de amor. O ponen a un personaje por encima de otros, que en el texto tienen el mismo valor narrativo”, explica la encargada del archivo.

También está el público que desconoce la obra de Gabo, por lo cual le cuesta sentirse atrapado por la adaptación, o ama con pasión la letra y encuentra faltas en el traspaso.

Sin embargo, eso no impide que latinoamericanos, europeos y estadounidenses continúen buscando seducir a la audiencia reticente, como se puede ver en el ciclo de la Cinemateca. Solo Cien años de soledad no hace todavía el salto, ya que Gabo sentenció que  Macondo únicamente figure en el papel y en la imaginación del lector.

Con datos de: Elizabeth Carrasco de la Cinemateca Boliviana (Óscar Soria 100), ww.elmundo.es y mexico.cnn.com.