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Consejos para una buena cirugía

/ 7 de enero de 2016 / 16:00

La belleza es una noción abstracta ligada a numerosos aspectos de la existencia humana. En Bolivia, en los últimos años, el número de personas que eligen mejorar su apariencia a través de una cirugía plástica ha aumentado significativamente, dice el presidente de la Sociedad Boliviana de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva, Nadir Salaues.

Pero, “lamentablemente debido a este boom también ha crecido el número de profesionales no calificados que ofrecen sus servicios a menores costos, atentando contra la vida de las personas”, advierte el cirujano.

Este auge se refleja en los registros. En 2009 existían 60 expertos avalados por la Sociedad Boliviana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva, en 2012 el guarismo se elevó a 98, mientras el Colegio Médico de Bolivia tenía en su lista a 119 especialistas.

Frente a esta realidad el galeno recomienda diferenciar entre cirugía plástica y estética: la primera busca la corrección de malformaciones congénitas; la segunda, la modificación de alguna parte del cuerpo para obtener una mayor armonía facial y corporal.

La última es la más requerida. Sea cual fuere la intervención recomienda investigar los antecedentes del médico, entre otras cosas, para lograr una buena cirugía plástica o estética.

Antes de la decisión

Verifica que el cirujano plástico esté registrado en el Colegio Médico y la Sociedad de Cirugía Plástica.

Infórmate en qué consiste el procedimiento quirúrgico, cuáles son los pasos y las posibles complicaciones.

Cerciórate de que el especialista ofrezca toda la seguridad para la intervención, desde el quirófano hasta sus colaboradores.

Si no te sientes cómoda con el cirujano “busca otro especialista inmediatamente. Recuerda que nunca te arrepentirás de una cirugía que no te hiciste, pero sí de la que te realizaste”.

Preoperatorio

  • Informa a tu cirujano de cualquier enfermedad o alergia que padezcas.
  • Evita tomar fármacos días antes de ingresar al quirófano, salvo criterio médico.
  • Deja de fumar uno a dos meses antes de la intervención.
  • No consumas bebidas alcohólicas.
  • Ingiere abundante líquido (agua) los días previos a la cirugía.
  • Consume alimentos sanos y realiza actividad física regular.
  • Si deseas cambiar el color de tu cabello, deberás hacerlo entre 48 y 72 horas antes de la operación.
  • La noche previa al procedimiento lava tu cuerpo dos veces con jaboncillo antibacterial. No untes crema en el área a operar.

Postoperatorio 

  • Si tu cirugía fue con anestesia local, puedes consumir alimentos tres horas después.
  • Si se utilizó anestesia general, espera al menos seis u ocho horas para comer. Comienza con líquidos. Sigue las indicaciones del médico.
  • No ingieras alcohol porque retrasará la cicatrización.
  • Si te sometiste a una cirugía facial evita usar lentes, gafas de sol y maquillaje.
  • Suprime los ejercicios y movimientos bruscos, sin indicación médica.
  • Que el sol no te llegue de manera directa, pues afecta la coloración de la cicatriz.
  • Si tienes fiebre, secreción excesiva por las heridas, dolor intenso, calor, enrojecimiento o inflamación severa, consulta de inmediato con tu cirujano.
  • No visites un salón de belleza ni te hagas tinturas, depilaciones y otros tratamientos sin preguntar a tu médico.

Fuentes: Presidente de la Sociedad Boliviana de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva, Nadir Salaues.

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Sexo de una sola noche ¡Cuidado!

Más allá de que el sexo sea una actividad gratificante y saludable, la protección es fundamental cuando se trata de una noche de aventura.

/ 31 de marzo de 2016 / 16:00

Alguna vez podrías sentir un cosquilleo en el cuerpo por el deseo de un encuentro ardiente con alguien que acabas de conocer. Su simpatía y atractivo bastan para encender la llama. Tener una aventura ocasional puede resultar divertido pero, como dice el sexólogo Carlos Parra, considera que “caras vemos y lo de abajo no sabemos”.

En Bolivia, hablar de sexo aún es un tabú. Pero la realidad es que entre las preferencias están las relaciones eventuales marcando de antemano “nada de compromiso”. Por tanto, el especialista sugiere protegerse para evitar contraer alguna enfermedad de transmisión sexual, VIH o un embarazo no deseado.

Sin embargo, este tipo de experiencias te expone a otros riesgos: los emocionales. Puede que quedes en estado de fascinación y con el deseo de volver a ver a ese hombre o mujer que te regaló una noche apasionada. 

“Cuando lo vi en la discoteca quedé encantada, era muy guapo. Se acercó y me invitó a bailar. En la tercera tanda empezamos a besarnos. Nos fuimos a un motel, la pasamos de lujo. No hablamos nunca más, pero yo no dejo de pensar en él. Quiero volver a verlo”, cuenta su experiencia Carmiña, una joven de 25 años.  

Esa fugaz relación puede convertirse —tanto para él como para ella— en un intenso enganche sexual y emocional, una dependencia por la necesidad de afecto. Además si el encuentro fue grato, uno puede idealizar a la otra persona y a la relación, generando así dolorosos apegos, en especial en personas jóvenes.

Según Harold Albornos, psicoterapeuta del Centro de Terapia de Pareja y Familia Psicovida (Cochabamba), generalmente “los que se inclinan por el sexo casual son jóvenes entre los 17 y 30 años”, pero también los profesionales juniors que están influenciados por la “cultura del viernes de soltero” o “los jueves de comadres”, al ver que tienen ingresos económicos libres de responsabilidades, además de compromisos.

Pero, ¿qué es el sexo esporádico? Es el acercamiento entre dos personas para tener únicamente relaciones coitales, explica Parra, aunque muchas veces es practicado por hombres y mujeres para “satisfacer el ego” o “para llenar un vacío afectivo”.

Más allá de que el sexo sea una actividad gratificante y saludable, la protección es fundamental cuando se trata de una noche de aventura.

En criterio de Parra, tener sexo ocasional puede “desestresarte”, particularmente si “uno es joven y soltero, pero con responsabilidad, respeto y condón”. “Ahora, si se tiene una pareja estable debe primar la fidelidad”, manifiesta el especialista.

Albornos considera que las relaciones esporádicas conllevan mayores perjuicios que beneficios, pues representan un elevado riesgo para la salud integral. Además, el constante cambio de amante puede convertirse en un hábito. Con el tiempo y las relaciones “puede ser una raíz de carácter adictivo al sexo, lo que va contra los valores sociales que estamos tratando de preservar. Con esta práctica parecería que vamos en busca de consumir personas cada fin de semana. Lo que se requiere es una mayor relación interpersonal, es decir asociaciones de largo plazo entre dos o más personas”, enfatiza.  

Aclara que estos encuentros tienden a provocar baja autoestima, porque quien los practica puede tener la sensación de estar siendo utilizado y no amado. Por otra parte, corre el riesgo de perder la habilidad de relacionamiento y de construcción de una relación estable. Albornos advierte que tener una vida tan efímera afectivamente hace que la persona se aleje de amigos y familiares, y se adhiera a personas que disfrutan del sexo casual, aumentando así la sensación de soledad y vacía.

Consecuencias:

1. Baja autoestima, porque las personas no van a encontrar una relación afectiva estable y se van a sentir “utilizadas” como objetos.

2. Merma las capacidades de relacionamiento con el sexo opuesto y de la conformación de una pareja estable.

3. Una vida afectiva efímera que es probable que la persona se vaya aislando de amistades y familiares para integrarse a grupos que disfrutan del sexo casual.

4. Desarrolla la necesidad de experimentar más y más cosas, para llenar el vacío emocional y a la larga caer en prácticas de carácter bisexual, mixto, orgías, sexo en grupo, entre otros.

Fuente: Harold Albornos, psicoterapeuta del centro de terapia de pareja y familia psicovida (Cochabamba), y el médico sexólogo Carlos Parra.

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Examen de próstata, tabú entre los hombres

Risas y bromas o largos silencios se generan al hablar de la próstata y del examen que anualmente deben hacerse los varones.

/ 18 de febrero de 2016 / 04:00

Es habitual conocer y también opinar sobre  los malestares del corazón, los pulmones, el hígado y hasta del cerebro. También debería ser común en las conversaciones hablar de la próstata, sin embargo, este tema es un tabú entre los hombres, pero ¿por qué lo evitan?

La próstata forma parte del órgano reproductor masculino. Tiene aproximadamente el tamaño de una nuez y rodea la uretra, tubo ubicado justo debajo de la vejiga que tiene dos funciones:  pasar la orina desde la vejiga y filtrar el semen durante el orgasmo sexual o eyaculación. El esperma es una mezcla de secreción y líquido producido en la próstata.

Risas y bromas o largos silencios se generan al hablar de la próstata y del examen que anualmente deben hacerse los varones. Mía hizo un sondeo de opinión a 30 varones, entre 45 y 55 años; el 90% obvió las preguntas. El 8% dijo que no se hizo un examen de próstata nunca, pero considera que es importarte visitar al urólogo para evitar “problemas”. El restante 2% señaló que fue al especialista y, por ahora, están seguros de que “gozan de buena salud”.

¿Por qué no quieren hablar de ello? “Estamos en una sociedad en la que la salud del órgano reproductivo del hombre es casi invisible. Se cree que solo las mujeres deben hacerse controles médicos de su aparato reproductor. Sobre todo, se evita el asunto, porque el examen prostático consiste en el tacto rectal, algo muy vergonzoso que deriva en la disminución viril”, dice Harold Albornoz, psicoterapeuta del Centro de Terapia de Pareja y Familia Psicovida, en Cochabamba.

¡Claro! Evaden el asunto por los mitos. Según el cirujano urólogo de la Caja de Salud de la Banca Privada, Roberto Mantilla, las invenciones populares están en base al diagnóstico, pues muchas personas dicen: “Si vas al médico te dará un tratamiento. Esa receta te volverá menos hombre, porque disminuirá tu actividad sexual”.

Otra creencia sobre el tratamiento de la enfermedad diagnosticada es que“si te operan de la próstata, lamentablemente ya no tendrás erecciones, por tanto tu mujer te abandonará y no vas a servir para tener relaciones y menos para fecundar”.

Pero, la verdad es que el examen es inocuo y los tratamientos no tienen los mencionados y temibles efectos. Cuando un hombre llega a los 45 años y tiene antecedentes familiares de cáncer de próstata, está en la obligación de someterse a un examen prostático de tacto rectal digital.

Este procedimiento permite al médico sentir la dureza o suavidad de la próstata. Si el doctor encuentra un nódulo pequeño y duro, podría sospecharse de cáncer el cual es silencioso y asintomático. Éste es el tipo de cáncer más común entre los hombres, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), por tanto es importante visitar al médico para su detección temprana y evitar mayores complicaciones en la salud.

No obstante, este test médico puede significar, la visión masculina,  “una falta de hombría”. Y aunque es un examen incómodo, es vital.

Es importante saber que si se realiza a tiempo, puede evitar problemas comunes como la prostatitis, que generalmente es causada por bacterias y la hiperplasia prostática benigna, aumento de la próstata, además del cáncer.

“No me hice el examen porque no hay información. No hay campañas que promuevan que esta evaluación  es importante para los hombres”, opina uno de los consultados quien alienta a los caballeros a hacerse estos controles.

  • Mitos

El tratamiento de infección de próstata disminuye la virilidad.

Si se somete a una cirugía o quimioterapia el varón ya no tendrá erecciones.

Con el examen de tacto rectal digital se lesiona el ano.
 

El test es porque ya existe alguna enfermedad.

  • Verdades

Todo hombre de 45 años en adelante y más con antecedentes familiares de cáncer de próstata, debe someterse a un examen de tacto rectal digital.

La mayoría visita al urólogo cuando la enfermedad está avanzada y muchas veces ya no hay la posibilidad de algún remedio.

Todos los diagnósticos y tratamientos no generan alteración en la fertilidad, ni disfunción sexual eréctil.

La visita periódica al médico permite la detección temprana de cualquier enfermedad.

Fuente: Cirijano urólogo Roberto Mantilla y el psicoterapeuta, Harold Albornos

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Ayuda a tu niño cuando siente miedo

De acuerdo con esta especialista, el miedo es el cuarto motivo más recurrente de consultas médicas (70% de los pacientes son niñas y 30%, niños).

/ 11 de febrero de 2016 / 16:00

Los niños sienten miedo desde que llegan a este mundo, lo que es natural en el ser humano. Estudios confirman que su temor surge al nacer, ya que durante nueve meses crecieron y se mantuvieron protegidos en el vientre materno, pero con el nacimiento se enfrentan a un mundo distinto y este sentimiento se manifiesta inmediatamente.

Factores de otro orden también condicionan la aparición del pavor, por ejemplo, el que emerge a raíz de situaciones vividas, como la mordedura de un perro. Si un infante experimenta este dolor tendrá terror a los canes y no querrá acercárseles, probablemente por el resto de su vida, dice la presidenta de la Sociedad de Pediatría de Cochabamba, Julia Iriarte.

Aclara que el susto es un sentimiento de inseguridad posterior al nacimiento y a medida que los pequeños van creciendo “se va acentuando de acuerdo con su edad”.

En sus primeros años, los menores ya tienen miedo. Conocer el ambiente en que viven y a las personas que habitan en éste les genera reacciones de temor, por ejemplo, a los ruidos fuertes, la oscuridad, los gritos. Estas situaciones, muchas veces, los hacen sensibles, irritables, llorones y fastidiosos, indica Rosario Martínez, psiquiatra infantil de la Caja Nacional de Salud y docente de la Universidad Mayor de San Andrés.

Cuando son más grandes pueden llegar a sentir desasosiego hacia determinada situación, animal u objeto, como arañas, gatos, entre otros. “Hasta los cinco años, el pensamiento de los niños es mágico, creen en cosas místicas como duendes, muertos que se levantan, seres extraños que los observan; por tanto, los padres tienen que saber lidiar con estos temores para que no se conviertan en fobias”, expresa  Martínez, quien subraya que, por lo general, las niñas son las que tienen más pavores.

De acuerdo con esta especialista, el miedo es el cuarto motivo más recurrente de consultas médicas (70% de los pacientes son niñas y 30%, niños); en primer lugar se encuentra el trastorno o déficit de atención e hiperactividad; segundo, las víctimas de violencia y tercero, los depresivos.

Las expertas coinciden en que muchas veces los miedos crecen con los pequeños, pero se revelan de forma distinta en la medida que van desarrollando, enfrentándose a cosas y situaciones nuevas. ¿Qué deben hacer los padres? Mostrar atención cuando sus hijos demuestren temor a algo y darles apoyo, afecto, seguridad, comprensión, tolerancia y mucho amor. Además, deben aprender a distinguir si es pavor o angustia, y enfrentarse a situaciones nuevas.

Si les resulta difícil detectarlo y la situación empeora, deberán buscar apoyo de un profesional en la materia.

  • Temores según la edad 

1. De cuatro a seis meses tienen miedo a las personas desconocidas, ruidos, movimientos bruscos, entre otros.

2. De uno a dos años sienten temor a algunos juguetes, también a los payasos, por ruidosos, grandes, por su aspecto y colores. 

3. Cuando llegan a los dos años hay padres que deciden llevarlos a la guardería; los infantes sienten pavor a la separación, a lo desconocido, a las personas y a encontrarse con otros pequeños.

4. De tres a cinco años, es decir, en la etapa preescolar, temen a la oscuridad, a dormir solos. Empiezan a tener fantasías, crear monstruos, fantasmas, personajes o animales.

5. Muchos de esos temores son inducidos por personas cercanas que, en pos de obtener obediencia en el comportamiento o en la alimentación, les hablan o asustan con personajes inexistentes como el “coco”.

6. De seis a 11 años comienzan a tener terror a los médicos, las inyecciones,  la sangre, las heridas, a las críticas, las burlas, el fracaso y algunas veces a algún par.

7. Los niños de 12 a 15 años temen el rechazo de sus pares o del sexo opuesto, a los cambios en su cuerpo por la pubertad, a las críticas y a no encajar en algún grupo de amigos.   

8.  En cualquier caso, escucha, explícale que está a salvo, pero sin decirle que tal o cual situación no existe, ya que su miedo es real.

 9. Abrázalo y busca recursos que lo tranquilicen. Por ejemplo, si le teme a la oscuridad, deja una lamparita encendida. Si tiene miedo a los fantasmas, ve con él a su habitación y muéstrale que no están. Es necesario que sepa que lo entiendes y lo proteges. Nunca le digas que miente. 

Fuente: Julia Iriarte, Presidenta de la Sociedad de Pediatría de Cochabamba, y Rosario Martínez, psiquiatra infantil de la Caja Nacional de Salud.

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