Dormir con tu hijo, mala idea
Si hay llanto, no debes ceder, acompáñalo, pero no lo metas nuevamente a tu habitación, porque así pueden pasar décadas.
Frente al miedo, al cucu y los fantasmas, la cama de los padres es el mejor refugio para los pequeños de la casa. Sin duda, el calor paternal da la sensación de protección, pero para vivir confortado no es necesario que cada noche el niño se traslade a la cama de la pareja.
A medida que el querubín crece debe abandonar ciertos hábitos y adquirir otros. Uno de ellos es dormir en su propia cama y a su hora.
Según los expertos, cada infante debe descansar en el espacio privado e íntimo de su cuna o de su cama. Para el psicólogo Juan José Vargas, “el colecho está bien en el primer mes como máximo. Después, el bebé puede tener una cama al lado de la de los padres, pues debe aprender que ellos están ahí, pero no de forma simbiótica”.
Si el niño duerme con los padres en una misma cama, puede creer que ese lugar es de su propiedad y luego será un conflicto separarlo, también podría causar distanciamiento entre los padres, ya que la cama es de ellos y es un símbolo de unión y un espacio para la sexualidad.
Por otro lado, es importante para el bebé estar con la madre, padre o con el cuidador primario la mayor parte del tiempo posible —afirma la psicóloga Eliana Aguilar—, esto para fortalecer el vínculo madre-hijo (apego) y para favorecer en la lactancia tanto a la madre como al bebé.
Entonces te preguntarás cuál es la edad recomendada para que el niño empiece a dormir solo, en su propio cuarto. Según Vargas, después del segundo año, porque a esa edad no requiere muchas atenciones.
Así, la adaptación continua a nuevas situaciones no provocará problemas emocionales en el niño, pues si desde pequeño se acostumbra a dormir solo, los miedos típicos a la oscuridad o a seres inexistentes tienden a no presentarse, resalta el profesional.
Para Aguilar, un factor importante a considerar es la cultura y la economía. “La realidad boliviana demuestra que por esos factores los hermanos comparten un ambiente y una cama”.
No obstante, la separación es importante para Vargas, por la individuación, ya que al no hacerlo puede que el niño sea dependiente, inseguro, introvertido, además con baja tolerancia a la frustración y mecanismos defensivos endebles.
Si bien Aguilar también apunta beneficioso que el niño duerma solo, por ser un hábito que crea independencia, agrega que muchos no lo hacen porque temen la ausencia de los padres. “Por lo que es importante que el menor gane confianza y los padres le enseñen que no hay nada que temer. Una opción es acompañarlo hasta que se duerma, además de dejar una luz tenue por si se despierta, más aún si al pequeño lo atemoriza la oscuridad”.
Sin pena ni culpa, ayuda a que tu hijo duerma en su propio espacio. “Incluso si es bebé y duerme en la misma habitación que los padres, es importante que tenga su pequeña, para que posteriormente, una vez adaptado, vaya a otra habitación”.
¿Y qué si tiene cinco años y aún no duerme solo? El especialista recomienda explicarle que tiene la edad para tener su propio espacio, esto le gustará. También sugiere mencionarle que sus compañeros de escuela, o los niños con los que juega, duermen en sus propias camas.
Si hay llanto, no debes ceder, acompáñalo, pero no lo metas nuevamente a tu habitación, porque así pueden pasar décadas.
Hay niños de 7, 8, 9 o10 años que aún duermen con sus padres, alerta Aguilar. Si esto ocurre hay no solo una mala costumbre sino un problema y se debe buscar el origen de ese comportamiento, que en la mayoría de los casos muestra un profundo miedo, éste se debe trabajar con calma y creando confianza, generando la sensación de que el niño está a salvo y seguro. Así todos tienen un buen descanso.
Fuentes: Juan José Vargas (psicólogo / [email protected]), Eliana Aguilar (psicóloga / [email protected])