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El cuento de Lady Di

Había nacido en Park House, Sandringham (Norfolk), el 1 de julio de 1961 y creció en una familia de la pequeña nobleza junto a sus dos hermanas, Sarah y Jane, y su hermano menor, Carlos.

/ 8 de junio de 2017 / 04:00

Series, documentales, películas, libros, revistas. Todo para hablar sobre quien fue la “princesa del pueblo” en el reino de la Gran Bretaña, cuya muerte, próxima a cumplir 20 años (31 de agosto de 1997), vuelve a develar aspectos que son comidilla de los medios rojos en la gran isla aún sacudida por el brexit.

Sucede que la historia de la rubia del pelo corto es tan desmedida como los guiones de muchas de aquellas producciones. Había nacido en Park House, Sandringham (Norfolk), el 1 de julio de 1961 y creció en una familia de la pequeña nobleza junto a sus dos hermanas, Sarah y Jane, y su hermano menor, Carlos. En 1968, tras el divorcio del matrimonio Spencer, la pequeña Diana quedó bajo custodia paterna hasta que en 1970 se trasladó al primero de los internados en los que pasó parte de su vida. Entre 1977 y 1978 estudió en Suiza y se estableció en Londres, donde trabajó para varias empresas hasta que en noviembre de 1977 conoció a Carlos, primogénito de la reina Isabel II de Inglaterra y heredero del trono británico, con quien entabló noviazgo dos años después hasta casarse en 1981, en la catedral londinense de Sant Paul, en un evento que se convirtió en un acontecimiento social de repercusión mundial transmitido por televisión a más de 700 millones de espectadores. Hasta ahí, la historia de la plebeya que alcanza lo que muchos sueñan.

Luego viviría el nacimiento de sus hijos Guillermo en 1982 y Enrique en 1984, con quienes trató de llevar una vida familiar en medio de una agenda que la obligaba a atender 500 compromisos oficiales al año. Hasta 1985, la pareja no mostró grieta alguna, pero en 1986 la prensa sensacionalista rumoreó sobre una crisis matrimonial. Y los murmullos de infidelidad empezaron a salpicar a la aristocracia inglesa. Uno de ellos implicaba al propio príncipe Carlos, de quien se dice mantenía una relación con su vieja amiga Camila Parker Bowles, vilipendiada como causante de la ruptura de la pareja “perfecta”.

Y el otro cuchicheo que empezó a ganar seriedad con los años y que caló hondo en el orgullo de la realeza empezó a comprometer la probidad de Diana con su marido, un viejo rumor volvió a cobrar vida en diciembre de 2014, luego de que uno de sus supuestos antiguos amantes aprobara una obra teatral en la que se cuenta que el príncipe Enrique es, en realidad, fruto de su amor marginal con James Hewitt, un exmilitar y profesor de equitación.

En la medida que el muchacho fue creciendo, el parecido con Hewitt se fue haciendo indisimulable y la situación fue tomando ribetes de escándalo que podría traer grandes complicaciones de sucesión al trono. Entretanto, la prensa sensacionalista continuó explotando todas las facetas imaginables del personaje de Lady Di. La propia Diana llegó a reconocer su adulterio y la lista, real o inventada, de los amantes de la princesa fue creciendo: a James Hewitt se unieron los nombres de Barry Mannakke (su guardaespaldas, muerto en 1987 en un accidente sospechoso), Philip Dunne, Oliver Hoare y hasta el cantante Bryan Adams. Todo un abanico de pretendientes que dicen consolaba a la princesa de su amargura que los lujos ni el poder pudieron apaciguar. El último hombre con quien se relacionó a Diana fue el millonario de origen egipcio Dodi Al Fayed, junto a quien perdió la vida en un accidente de automóvil por evitar a los paparazzi.

Esta trágica muerte siempre generó dudas. Horas después del anuncio, los rumores de un complot para asesinar a la princesa Diana habían comenzado. Los principales culpables: la familia real, asistida por el servicio de inteligencia británico. Todo al parecer porque Diana estaba a punto de avergonzar a la corona casándose con Al Fayed, un musulmán, que se convertiría en el padrastro de los príncipes Guillermo y Enrique. La historia dice que la familia real no podría soportar el escándalo, por lo que se asume que la muerte de Diana fue ordenada por la familia real. Pero la teoría de conspiración más extraña es la afirmación de que la princesa Diana fingió su propia muerte. Con la ayuda de Dodi y la enorme riqueza de su familia, Diana planificaba cuidadosamente un “accidente” para que así la pareja pudiera escapar y llevar una vida alejada de los medios.

Lord Stevens, exjefe de Scotland Yard, hizo una investigación de tres años para determinar si hubo una conspiración para asesinar a la mujer más famosa del mundo en 1997. El informe de casi 900 páginas compilado por alrededor de 14 detectives de Scotland Yard, con un costo de 3,7 millones de dólares, fue publicado el 14 de diciembre de 2006. En tal documento se afirmaba que el chofer Henri Paul conducía al doble del límite de velocidad (60 mph) y que había consumido una cantidad muy considerable de alcohol antes de transportar a Diana y Dodi. Asimismo, tres años más tarde un bombero francés, Christophe Pelat, descubrió el cuerpo de un paparazzi llamado James Andanson (posible conductor del Fiat Uno) en un bosque con un tiro en la cabeza. El nombre del bombero y su testimonio —al igual que los de muchos otros— no aparece en el informe de la Operación Paget, en lo que fue considerado como el relato definitivo sobre la muerte de Diana.

Y hace cuatro años, Scotland Yard se vio obligado a retomar el tema con un expediente nuevo, ya que un soldado de nombre desconocido dejó una carta en donde menciona que el SAS (Operaciones antiterrorismo en Gran Bretaña) estaba detrás de la muerte de la princesa. Lo de Lady Di es una quimera de nunca acabar. Y no resulta precisamente un cuento de hadas.

Diversión

A Diana le gustaba quedarse hasta muy tarde en los grandes eventos a los que la invitaban, bailando, y no precisamente con el príncipe Carlos. En la boda del hijo del duque de Beaufort con Tracy Ward, Lady Di bailó con David Ker, Gerry Farrell y Philip Dunne mientras su esposo ya se había ido a dormir.

Popular

La muerte de Diana Spencer exaltó el fenómeno social de la ‘Dianamanía’ y la casa real británica, que al principio mostró no pocas reticencias, accedió al reclamo popular y celebró en su honor un soberbio funeral en Westminster, que fue retransmitido en directo por televisión y al que asistieron cerca de dos millones de personas.

Suicidio

En sus últimos años de vida se descubrió que Diana de Gales acostumbraba hacerse cortadas en la piel y que intentó quitarse la vida más de una vez. En una ocasión se arrojó contra una vitrina de cristal del Palacio de Kensington y, en otra, se tiró desde unas escaleras.

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Puños de salvación

En El Alto, un grupo de exboxeadores ha habilitado un centro de ceremonias como foco de adiestramiento para alejar a los varones del vicio y preparar a las mujeres ante al abuso masculino

Una gala en Boxing Gym, en El Alto.

/ 23 de julio de 2023 / 06:31

La música de Eye of the Tiger es inevitable. La canción principal de la banda sonora de Rocky III, compuesta por el grupo Survivor a pedido del mismísimo Sylvester Stallone, se escucha desde la planta baja del edificio Camel en la zona 16 de Julio. Sus gradas empinadas conducen a lo que fue antaño, en un primer piso, un lugar de festejos, donde se celebraban diversos aniversarios tradicionales de la sociedad alteña. Pero hoy, y desde hace más o menos tres meses, en lugar de un escenario para artistas, con mesas, sillas y luces de colores, se sitúa un ring iluminado con un solo foco y, alrededor, bolsas de entrenamiento que cuelgan desde el techo. Allí hay jóvenes saltando a la cuerda, algunos amagando movimientos de defensa y ataque frente a un espejo, y otros pegándole una y otra vez a esas bolsas de cuero relleno. Es el Boxing Gym, donde se reúnen, en ajetreadas faenas, mujeres, hombres y niños para aprender el oficio de la defensa personal con los puños en alto.

La metrópoli alteña se encuentra a 4.150 metros de altura y es la más joven del país, al ser fundada en 1985. Creció en la adversidad, en medio de un clima y paisaje agreste, con una población que se acerca al millón de habitantes en la actualidad. Empero al progreso logrado en los últimos años, la ciudadanía de esta urbe también ha sufrido las consecuencias de su crecimiento. Según informes del Gobierno Autónomo Municipal de El Alto, en 2022 se registraron 3.172 casos de violencia en diversas tipologías, femicidios que suman 14, violencia física (213), violencia psicológica (607) y falta de asistencia familiar, que alcanza a un total de 1.726; muchos de estos casos son producto del elevado consumo de alcohol. Pero en medio de aquel torbellino altiplánico, un grupo de instructores de box, a la cabeza de Johnny Zegales, se propuso instruir a jóvenes de ambo sexos en el arte del boxeo con el fin de escaparle a los vicios y a la violencia machista, de uno y otro lado. “Aquí enseñamos a quienes quieren aprender a defenderse en la vida. Siempre aclaramos que la violencia no es buena, pero es necesario aprender la exigencia del esfuerzo físico porque cuando uno entrena ya no bebe alcohol, se cuida del cigarrillo y otros vicios. Y en el caso de las mujeres, pues aprenden a defenderse de aquellos abusivos golpeadores”, comienza explicando este hombre que ronda los 60.

instruye en el cuadrilátero.

Zegales empezó con el pugilismo en 1981, inspirado tras la realización de los Juegos Bolivarianos en 1977 en Bolivia, donde destacó el recordado Walter “Tataque” Quisbert arriba del ring. Peleó hasta mediados de la década de los 90, tiempo en el que las obligaciones laborales y familiares lo obligaron a renunciar a la actividad profesional. Entre sus duelos más importantes se encuentra la pelea que tuvo contra Faustino “Comando” Barrios, el boxeador argentino que llegó a ser guardaespaldas del Papa Juan Pablo II. Y en este nuevo trajín lo acompaña Poli Flores, otro instructor de pugilistas de aquellos años dorados de los guantes bolivianos. “En los 80 vivimos una suerte de furor en el ambiente boxístico, entrenábamos en el Coliseo Cerrado (Julio Borelli Viterito), al frente se encontraba el gran púgil boliviano y campeón latinoamericano y bolivariano, Isidro Guarachi”.

Zegales y Flores intentaron hasta hace poco instruir a los interesados en el Julio Borelli Viterito, pero se encontraron con un ambiente tomado por otros boxeadores de renombre que impidieron sus objetivos. Entonces miraron hacia arriba y encontraron un entorno que los necesitaba. “Queremos dejarles un legado a estos jóvenes, el deporte les puede dejar un mejor destino y también podemos encontrar grandes valores que representen al país”, apunta Flores.

Boxing Gym

Catherine Apaza, policía y boxeadora.
Catherine Apaza, policía y boxeadora.

El Salón Camel se encuentra en la avenida 16 de Julio del barrio alteño del mismo nombre. Estaba destinado al alquiler para la organización de prestes (celebración en comunidades que pueden ser familiares, gremiales o religiosas), cumpleaños, casamientos y etcétera. “Encontramos el lugar y, gracias a la colaboración de algunos amigos, pudimos construir el ring. También compramos las bolsas de entrenamiento que ya se fabrican aquí en El Alto al igual que los guantes, y de esa manera empezamos a correr la voz entre vecinos para que vengan los interesados de forma totalmente gratuita, aunque aceptamos colaboraciones para cubrir los servicios de este gimnasio”, explica Zegales.

Al llamado acudieron hombres, mujeres y niños y el lema —por demás trillado, pero no por ello menos cierto— es el “mente sana en cuerpo sano”. “Queremos ayudar a los jóvenes contra las malas conductas. El deporte es la salida a los vicios; nosotros no tenemos incentivos con el lucro, lo que buscamos es impulsar a los jóvenes a una vida donde el ejercicio físico sea lo más importante”, dice Zegales sobre los cerca de 30 consuetudinarios diarios del Boxing Gym.  Entre ellos hay varones que estuvieron a punto de virar hacia caminos pedregosos. Uno de ellos, que no quiso ser identificado por razones obvias, admite que encontró en el boxeo su tabla de salvación. “Yo tuve un grupo de amigos con los que íbamos a tomar y a veces nos portábamos de forma violenta. Era típico de nuestra edad. Pero después la cosa fue empeorando, algunos probaron la droga y cayeron en la adicción. A mí siempre me dio miedo, y aunque estuve a punto de hacerlo, pues uno siempre encuentra un pretexto, por suerte me dediqué al deporte y por ahora elegí el boxeo. Me alejé de aquellos amigos que no se pueden recuperar”.

Catherine Apaza es otra habitué del Boxing Gym. Aún cursa la carrera para recibirse como policía y vio la necesidad de aprender boxeo como una forma de defensa personal. “Soy alteña y he sido testigo de varios casos de abusos de hombres contra mujeres; aquí la verdad no hay muchos policías varones, menos mujeres”, explica. Catherine va por el Título Profesional en el nivel de Licenciatura que le conllevará el uniforme verde, previo cumplimiento de los requisitos exigidos para cada carrera durante los cuatro años de formación. Y también es consciente de que debe aprender a enfrentar la violencia de los abusadores sueltos. “Me enteré de este gimnasio hace poquito, al principio dudé en venir porque sabía del prejuicio de que esto no es para mujeres. Pero mis mismos compañeros de la academia (de Policía) me animaron”, confiesa esta mujer de cabello corto y pegada dura.

Asimismo, la familia Alarcón empezó a preocuparse por los constantes casos de abuso en la urbe a 4.150 metros de altura, y anotó en el gimnasio a su segunda hija, Camila, la menor de su prole (la primogénita ya fue anotada en taekwondo), para aprender técnicas para enfrentar mejor la vida. “Mis padres me han dicho que venga para aprender a defenderme y a mí, como también a mi hermana, nos encanta hacer deporte”, explica ella, por un lado. Y por el otro, José Luis Alarcón, padre del hogar, dice que tanto él como su mujer empezaron a alarmarse por los casos de inseguridad de su ciudad. “Ella tiene nueve años y empezamos a pensar en su vida de aquí a futuro. Claro que no queremos que sea una chica violenta, pero nosotros pensamos que el deporte es muy importante para su salud y también para su seguridad en estos tiempos de terribles noticias”.

Mientras los padres ayudan a quitarle las vendas de protección para los nudillos a Camila, Johnny instruye a gritos desde el fondo. Luego explica que las jornadas semanales incluyen ejercicios de calentamiento, saltos a la cuerda y golpes contra esas bolsas instaladas en ese gimnasio que queda cercano a la feria que se instala cada jueves y domingo, la cual es considerada la más grande de Sudamérica. “Para quienes empiezan, pueden conseguir allí sus implementos. Nosotros les indicamos dónde pueden obtener los protectores bucales y otros accesorios. Los interesados que quieran venir a practicar boxeo nos pueden encontrar en las Redes y serán siempre bienvenidos”, dice Zegales. Con los brazos en alto.

Las raíces del pugilismo

El boxeo se remonta al año 6000 a. C. en la zona de la actual Etiopía, desde donde se difundió primero a la antigua civilización egipcia y luego a las civilizaciones mesopotámicas. El boxeo moderno nace a principios del siglo XVIII en Inglaterra; en esta época se comienzan a practicar peleas a puño desnudo, pero ya adoptando la posición de guardia y ciertas técnicas en cuanto a los golpes que serán los precursores de lo que hoy en día se ve representado en los combates pugilísticos modernos. En 1681 ya aparece en una gaceta de Londres la reseña de una pelea, si bien parece tratarse de un acto aislado que no se puede considerar como origen de este deporte. En ella se dice: “Ayer se celebró un combate de boxeo ante el duque de Albermarle entre su repostero y su carnicero; ganando este último el premio”. El noble arte, en un primer momento ligado a las clases altas, pronto degenera al hacerse popular y atraer a las masas, y comienzan a pactarse peleas —ilegales— por dinero. En ellas está permitido prácticamente todo excepto las patadas, los golpes por debajo de la cintura y golpes una vez que el adversario está en el suelo. Los mejores boxeadores de la historia son aquellos que han ganado más cantidad de peleas, que han vencido en más oportunidades por nocaut o que han conquistado títulos en varias categorías.

Jhony Zegales en sus años mozos

Nacido como Cassius Clay en Kentucky, Estados Unidos, Muhammad Alí es considerado el mejor boxeador de todos los tiempos gracias a sus logros y campeonatos. Mike Tyson fue el púgil más joven en ganar un título mundial de los pesos pesados: tenía solo 20 años. Floyd Mayweather Jr ha practicado el deporte de forma oficial por 22 años y ostenta el récord de ser uno de los pocos púgiles en no perder ninguna pelea de las 50 disputadas en su carrera. El cuarto de la lista es de origen mexicano, considerado el más importante de su país. Durante sus 25 años de carrera, Julio César Chávez ganó títulos mundiales en tres categorías diferentes. Por último, Rocky Marciano es el quinto en la lista. De nombre Rocco Francis Marchegiano, de ascendencia italiana, nacido en Estados Unidos, comenzó a boxear en el ejército en 1944.

Por otro lado, en 1880, un puñado de mujeres se plantó por primera vez en un cuadrilátero de boxeo. Pero poco después fueron relegadas a participar exclusivamente en espectáculos circenses y debieron librar una ardua batalla hasta conseguir, en la década de 1990, una participación en peleas reales reconocidas por la disciplina del boxeo. En la actualidad, quien destaca es Alejandra Marina Oliveras, una boxeadora y activista social y política argentina. Como profesional del boxeo obtuvo seis coronas mundiales que incluyen las de peso supergallo de la WBC, de peso pluma de la WBA y de peso ligero de la WBC. A lo largo de su carrera acumuló 33 victorias, tres derrotas y dos empates.

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instrucción de mujeres para defensa personal

Texto y Fotos: Marco Basualdo

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¿Saenz vs. Viscarra? Cofradía nocturna

La tradición ha enfrentado a los escritores Jaime Saenz y Víctor Hugo Viscarra. ¿Qué es lo que los une y qué los separa?

/ 9 de abril de 2023 / 06:33

Ambos escribieron desde la noche oscura e inagotable alcohol. Vivieron épocas distintas y sus narraciones expusieron la marginalidad paceña desde sus antros y derredores, una cruda realidad que cada uno trazó a un estilo y que seguramente obedeció a su extracción y sus maneras de ver la vida: Voyerismo y praxis en carne propia; una suerte de contención que nunca existió —no podría— más que en la mente de aquellos que aún evocan sus perturbadoras impresiones. Jaime y Víctor Hugo, cronistas del lumpen a la sombra.

Jaime Saenz (8 de octubre de 1921–16 de agosto de 1986) fue poeta, escritor, novelista, ensayista, dibujante, periodista y catedrático universitario. De cuna acomodada en una sociedad clasista y racista, vivió huyendo de aquellas ataduras para sumergirse en la ciudad marginal, retratando sus escondrijos y sus personajes extremos en casi toda su obra. Su libro de vida dice que, de excelente educación, sus privilegios le permitieron migrar a Alemania hacia 1938, donde se cultivó con la filosofía de Arthur Schopenhauer, Martin Heidegger y los escritos de William Blake y Franz Kafka, además de asimilar la música de Richard Wagner. Se trataba de un hombre muy ilustrado. En 1955 publicó El escalpelo y le siguieron obras como Muerte por el tacto (1957), Aniversario de una visión (1960) y Visitante profundo (1964), entre otras.

Víctor Hugo Viscarra (2 de enero de 1958 – 24 de mayo de 2006) fue un escritor y cuentista de baja calaña representante del denominado realismo sucio. Su infancia no fue una bendición, como él mismo se encargó de aclarar en sus entrevistas y sus obras, las mismas que reflejan su vida leal con la marginación, el alcohol, las drogas y el crimen, con el que empezó a lidiar desde adolescente. No tuvo privilegios, al contrario, vivió con el lumpen al que hizo reconocido gracias a sus crueles relatos. Tampoco se circunscribió en la literatura formal, lo cual le significó el rechazo de los círculos de intelectuales. Sus libros son Coba: lenguaje secreto del hampa boliviano (1981), Relatos de Víctor Hugo (1996), Alcoholatum y otros drinks – Crónicas para gatos y pelagatos (2001), Borracho estaba pero me acuerdo (2002), Avisos necrológicos (2005), Ch’aqui fulero – Los cuadernos perdidos de Víctor Hugo Viscarra (2007).

Fotos: Internet y Archivo la Razón

Pese a las similitudes en sus propósitos narrativos, al fotografiar mundos suburbanos, no son considerados de la misma rama retórica, tanto por sus fans como por los críticos y observadores literarios, a la suma de reivindicar una enorme distancia entre uno y otro, la cual equivale a un antagonismo que ellos nunca sintieron, pero que sin dudas habita entre las tertulias de sus apasionados. Alguna vez, el extinto poeta y periodista literario Rubén Vargas aseguró que no existe comparación entre ambos pues Viscarra, a diferencia de su admirado Saenz, no podía ser considerado un escritor, sino más bien un cronista de carácter antropológico al narrar principalmente sobre sus vivencias. En contraparte, la crítica de arte y gestora cultural Mabel Franco apuntó que, aunque peleado con la ficción literaria, el hecho de que haya escrito sobre una realidad vivida no le quita los dotes de narrador-escritor, con la virtud de haber llevado esas memorias a un texto impreso.

Alegatos

Sobre las distancias entre ambos hombres, el escritor cochabambino Claudio Ferrufino-Coqueugniot, radicado en Denver (EEUU), afirmó que “en muda oposición a los intelectuales que mitifican y, aparentemente, idolatran la vida de los miserables (en clara alusión a la búsqueda de Saenz), Viscarra relata su malaventura personal sin pelos sobre la lengua. (…) o de aquellos que mal la imitan para luego ir a esconderse detrás de la comodidad de sus casas. (…) No podrían los exégetas de Saenz hablar de la seductora vida de los mendigos ante un autor que desnuda su trágica vida con aguda memoria” (El Malpensante, septiembre 2003).

El barbado Saenz es internacionalmente reconocido; sus obras fueron traducidas a varios idiomas y es sin duda la inspiración neta para todos aquellos que aspiran a ser literatos en la Bolivia de mediados de siglo XX para adelante. Demás está decir que sus libros fueron objeto de estudio y análisis y su prosa encumbrada por iluminada. “Su reputación como poeta venía del brazo de su vida tumultuosa que escandalizaba tanto a la gente a su alrededor, incluyendo a su familia, como a la clase letrada paceña. En especial su alcoholismo, su manía por vivir de noche y deambular por los barrios populares y semi-marginales de la ciudad, lo convirtieron en personaje extravagante ante los ojos de los escritores e intelectuales más tradicionales de la época, así como de la gente que lo frecuentaba. Esto creó la fama de Saenz ‘marginal’ y rechazado por la sociedad”, escribió Leonardo García Pabón en su estudio Postcriptum: Apuntes sobre el universo literario de Jaime Saenz, una más entre otras tantas tesis sobre el enigmático escritor.

Saenz fue aquel que beatificó laderas como Llojeta, su santuario de inspiración. “Era docente universitario, coqueteó con el oficio del periodismo y estuvo vinculado a grupos sociales desfavorecidos. No escapaba a los flashes del estrellato, pero no vivía en una burbuja, él conocía a la ciudad que vivía lejos de esos privilegios. Así, una de las mejores fotografías de la popular ciudad de La Paz que tenemos, es su libro Imágenes paceñas. Ahí, desde el aparapita hasta el afilador de cuchillos están retratados… y ni qué decir de las casonas y recovecos de la ciudad. Y si hablamos de personajes, con Felipe Delgado los reconocemos a la perfección, los cuales van por los caminos entrecruzados de la vida y la muerte en Churubamba en los años ‘30”, dijo el escritor Erick Ortega, autor del libro Cuarto mandamiento (Editorial 3600, 2022).

Fotos: Internet y Archivo la Razón

Viscarra, por su parte, canonizó los basurales y la inmundicia. El también periodista Ortega, refiere que “hay que realmente escarbar para pillar una foto decente de él. Le gustaba estar al margen de los reflectores. Recuerdo que cierta noche debía asistir a la presentación de su libro en un salón elegante, pero él, a la misma hora, estaba bebiendo en uno de sus bares. Gracias a él reconocemos a la ciudad de La Paz que está escondida bajo la alfombra de la cotidianidad. Y ni qué hablar de la riqueza de su obra en varios sentidos; por ejemplo, su libro Coba: Lenguaje secreto del hampa boliviano nos ofrece la riqueza del lenguaje y sus variaciones desde una celda. Él sabía de lo que escribía, pues en sus libros y en la vida es un personaje más que pasa la noche a la intemperie en un mundo”.

El editor y escritor Willy Camacho, quien compiló toda la obra de Viscarra en el libro La del estribo en 2018, que también fue publicado por Editorial 3600, dijo que Saenz fue por sobre todo un poeta que se puso al servicio de la narrativa. “Se lo considera un explorador de los márgenes; él asumió la pose de escritor maldito en vida y tenía toda un aura al respecto, desde su estética hasta lo que escribía. Saenz es mucho más literario que Viscarra, pero también racista en sus descripciones sobre el aparapita, por ejemplo. Ahí hay ciertos rasgos de superioridad de clase”.

Viscarra no fue reconocido desde un inicio. Su libro sobre el argot delincuencial boliviano le brindó cierta correspondencia, tras haber colaborado con la institución policial a la que odiaba. Pero continuó con sus descripciones marginales que llamaron la atención de algunos editores como Manuel Vargas, de Correveidile, quien no solo lo alojaba en casa, sino también le entregaba las herramientas para poder inscribirlas en un papel, pues el redactor callejero carecía de aquellas bondades materiales. Hacia fines de milenio pasado, un periódico chileno descubrió la vida y obra de Víctor Hugo y lo rebautizó como el Bukowski boliviano o Viscarrowski. Así, su nombre empezó a trascender fronteras. 

La Chupa

En Argentina, el poeta y escritor indígena David Chulque, uno de los primeros descubridores de Víctor Hugo en aquel país, explicó a principios de 2000 que “la escritura de Viscarra no posee las estéticas que exigen las academias, por el contrario, es directo, simple y visceral. Leerlo es como estar sentado con él, en una cantina, tomando una cerveza fresca mientras lo escuchás”.

En similar tonada, el escritor peruano Manuel Raya, admirador del fatídico alcohólico Charles Bukowski, explicó que en cuanto conoció la biografía del marginal paceño se interesó en su obra, la cual había llegado con algunos ejemplares hasta su tierra. “Su vida se parecía a la de Bukowski. Mejor dicho, el alcohol era el común denominador. La marginalidad en la que vivió Viscarra fue una constante lucha para él. Es casi inimaginable pensar que un vagabundo o un tipo que pernocta en las calles pueda escribir unas líneas tan bellas, tan tristes, profundas, llenas de mucha fuerza y fiereza a la vez. Víctor Hugo compartió un mensaje, el mensaje de su experiencia de vida. ‘No hagan lo mismo que hice yo’. Eso es lo que yo descifro como lector. Tal vez en eso se parece a Bukowski, ya que este tiene escrito en su lápida su mensaje: ‘dont’ try’ (No lo intentes)”.

Sáenz-Viscarra-Víctor
Fotos: Internet y Archivo la Razón

Por otro lado, y en disonancia con la mirada que se tiene sobre ambos, la Premio Nacional de Crónica Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela 2019, la chuquisaqueña Soledad Domínguez, dijo que tanto Saenz como Viscarra “son escritores de La Paz y al resto del país no nos conmueven tanto porque son miradas paceñas y desde esa perspectiva, han logrado imponerlos en toda Bolivia. Yo creo que hay otros grandes escritores, quizá mejores que ambos, pero no reconocidos. Eso sí, lo que sí me parece muy interesante, es que Víctor Hugo se pasaba por las nalgas a las élites intelectuales, y el hecho de que haya creado una literatura que es muy propia”.

La noche

En el desaparecido Bocaisapo de La Paz, pub-bar-antro de los años 90, solían reunirse escritores, bohemios y periodistas de la época, en imparables sesiones de chismes y alcohol. Una de aquellas noches reunió al poeta Humberto Quino con otros, y en ese trance de ofuscación entre todos los asistentes, ingresó al recinto un hombre con pinta de proscrito y heridas en el rostro, que empezó a recitar unos poemas a cambio de monedas y tragos que le invitaban desde las mesas para que se callara. Alguien preguntó a Quino que quién era ese personaje. “Un borracho cargoso”, dijo el vate declarado seguidor de Saenz. Aquel desconocido había sido Víctor Hugo que, así como llegó, volvió sobre sus pasos a su encuentro con la noche.

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En el ambiente letrado por otro lado, hay muchos que piensan que se ha sobredimensionado la figura de Víctor Hugo, que cualquier comparación con Jaime resultaría ridícula. “Pero no nos olvidemos que ambos son una construcción”, admite, crudo, el también escritor y gestor cultural Alexis Camacho. “Saenz estaba nomás ligado a círculos de poder y representaba a esa clase pudiente que estaba muy alejada de la realidad de un hombre de la periferia”. Según recuerda algunos comentarios en aquellas charlas bohemias, Saenz era un hombre que se sentía muy identificado con la ideología nazi, inclinación que habría asumido tras su estadía en Alemania, lo cual lo alejaba casi por lógica, de los entornos que él reivindicaba. Y lo mismo con Viscarra. ¿Es posible que un hombre acabado por el alcohol haya tenido la fuerza y lucides para concebir semejantes retratos, viviendo aún en la calle? En esos murmullos del Bocaisapo fue donde empezó a correr el mito de que existía la afanosa mano de un editor en los escritos de Víctor Hugo, que él se limitaba tan solo a contar sus historias. Una leyenda difícil de consumir y casi imposible de confirmar. “Lo cierto es que necesitábamos un escritor bohemio como Saenz y a uno que venga del lumpen”, explicó Alexis Camacho.

Para Ortega, en cambio, no es necesaria toda esta escaramuza sobre un supuesto antagonismo que jamás existió, por más que Viscarra se haya referido a Saenz como “un jailoncito que vivía en Sopocachi” (un potentado que vivía en un barrio de ricos, más o menos).  “No sé si necesariamente se puede entender los mundos de Víctor Hugo Viscarra y Jaime Saenz desde sus lectores. No considero que habría que enfrentarlos; al contrario, pienso que las coincidencias los unen. A riesgo de caer en la fosa común del periodismo, es como comparar a Messi y Ronaldo. A Saenz y Viscarra no hay que enfrentarlos, pero sí podemos apreciarlos desde sus libros”.

Salud por eso.

Fotos: Internet y Archivo la Razón

Palabra de Jaime

“La pasión es muy importante, es un componente del fanatismo y el fanatismo es muy importante, porque si no eres apasionado… Al mismo tiempo tienes que ser frío por ser apasionado, porque de otro modo te come la pasión, te anegas en la pasión, pero si eres frío entonces puedes llegar a algo”. Entrevista con el crítico Luis H. Antezana.

Palabra de Víctor Hugo

“He tenido mis universidades: celdas, callejones clandestinos, casas abandonadas, puertas de calle, alojamientos… viviendo con mi gente, que es ¡mí submundo!, mío solito. Me he criado en la basura, y he conocido muchos basureros y desde ahí escribo. Soy un antropólogo porque alguien tiene que reventarse por mi gente”. Entrevista en el periódico chileno La Nación.

Texto: Marco Basualdo

Fotos: Internet y Archivo la Razón

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Climax vuelve por las raíces del rock

Ahora, como New Climax, el grupo se presenta hoy en Casa de Piedra.

New Climax es el nombre de la formación, en uno de sus ensayos para su presentación.

/ 8 de abril de 2023 / 06:08

Fue una noticia que sacudió las melenas que ya no existen. Aquel ‘power-trío’ de fines de los 60, Climax, fue una banda que marcó historia y aún hoy conserva su ‘chapa’ de mito viviente en el ambiente rockero de La Paz.

Por ello, las generaciones de fans siempre aguardan la gran noticia del retorno, que se hará realidad hoy en el nuevo boliche del arte de La Paz, Stone House o Casa de Piedra (c. Ecuador, 1982), que brindará una alfombra de gala para el retorno de la nueva versión de aquel grupo primogénito del rock hecho por estos lares.

New Climax es el nombre del nuevo grupo refundado con integrantes de otro pilar del rock local, Loving Darks. Este cuarteto involucra hoy en sus lides, además de Córdova y Eguino, a Raúl Saavedra (bajo) y André Ratay (teclados), además del cantante Ángelo Jové. “Volveremos a tocar los clásicos de los años 70 y 80 con los que crecimos. Desde The Doors hasta Deep Purple”, explica Córdova.

Eguino dice que, después de algunas temporadas alejadas del rock, producto de la pandemia por el COVID-19, esta será una buena oportunidad para retomar el buen rock de fines del siglo XX. “Vemos que hay un vacío, las nuevas generaciones desconocen la historia y producción de aquellos grupos que forjaron esta historia. Nosotros volveremos a interpretar mucha de aquella música que cambió al mundo y esperamos volver a sacar un nuevo material”.

HISTORIA.

Climax, formada por los paceñísimos Álvaro Córdova (batería), José Pepe Eguino (guitarra), y Javier Saldías (bajo), sin duda, los instrumentistas más avezados de la época, significó una excelente y prometedora aparición para el movimiento rockero nacional.

El power-trío era una clara muestra de que el rock boliviano estaba evolucionando y había tomado, con esta agrupación, una senda legítima.

La historia del grupo se remonta a enero de 1968, año en que José Pepe Eguino y Javier Saldías abandonaban The Black Birds, pues confirmaban un viejo anhelo: viajar hacia Estados Unidos para apreciar, desde el mismo lugar de los hechos, los nuevos aires que había tomado el género del rock. Llevaron consigo a un amigo fanático de la batería, Álvaro Córdova, quien también se había desvinculado de su grupo Las Tortugas con la firme idea de hacer carrera en el gigante del Norte.

En la costa oeste de aquel país, se había gestado un movimiento cultural desde mediados de década conocido como “flower- power”, una expresión masiva organizada por jóvenes, “los niños de las flores”, quienes reclamaban “paz, amor y libertad” en los años de la Guerra de Vietnam. Aquella manifestación daría vida a la denominada Nación Woodstock fundada por los hippies, cuya ideología de “Haz el amor y no la guerra’ se transmitía como una onda expansiva por el mundo de Occidente.

Los antiguos integrantes de la banda Climax.
Los antiguos integrantes de la banda Climax. Foto. new climax

Fue en San Francisco, California, donde se habían dado las condiciones para la difusión de un estilo de rock experimental, el cual fuera bautizado como “de vanguardia” o “sicodélico”. Jefferson Airplane, Grateful Dead, The Mamas and The Papas, y más subterráneamente Frank Zappa, serían los gestores de un movimiento que se fue desinflando con el fin de la década, pero que de todos modos hizo parte del proceso en la evolución del rock hasta estos días.

El trío Eguino-Saldías-Córdova se radicó por espacio de 10 meses en Denver, Colorado, desde donde tuvieron acceso a todo tipo de conciertos e información. Fueron privilegiados espectadores en actuaciones de Jimi Hendrix-Experience, Cream y The Doors, y aquel nuevo estilo les abriría la mente hacia la experimentación.

Bajo aquella influencia y tras concluir que abrirse espacio entre los músicos estadounidenses sería una tarea prácticamente imposible, el trío Eguino-Saldías- Córdova alistó sus maletas para el retorno a fines de 1968.

Nuevamente en La Paz, la llegada de los músicos empezó a generar gran expectativa, aún sin saber si iban a dar vida a una nueva formación, pues la fama que cargaban a cuestas despertaba suficiente curiosidad por apreciar todo lo que habían asimilado durante su estadía en los Estados Unidos. Y de hecho, el grupo, una vez formalizada su propuesta, no defraudó. Autodenominados como Climax, el estado purificador al que aspiraban llegar mediante la música, los Eguino-Saldías-Córdova intentaron personificar la versatilidad de Clapton-Bruce-Baker (Cream), pero con estilo propio.

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Las primeras presentaciones se realizaron en el Cine Teatro Monje Campero de El Prado, en el Teatro Al Aire Libre y en los terrenos del Coliseo Cerrado de la calle México, con una receptividad avasallante. Los interminables solos de guitarra de Eguino, la incansable a la vez de melódica base de Javier y la aceleradísima percusión de Córdova, quien como un adelantado de su tiempo tocaba con dos baterías, lado a lado, fueron la fórmula alquímica que catapultó a Climax como el power-trío nacional.

En vista de su explosiva performance fueron invitados por un sello para registrar su primera producción que incluiría, como una condicionante de la época, versiones de himnos del rock mundial. Born to be wild, de Steppenwolf, Sunshine of your love y Tales of the Brave Ulises, de Cream, y Fire de Jimi Hendrix Experience, fueron los más coreados en sus presentaciones al vivo. Climax, con aquel bagaje, se distanció años luz de la propuesta de la Nueva Ola de sus bandas colegas.

En una de aquellas actuaciones realizadas en el Círculo de Oficiales del Ejército, tuvieron la visita en camerino de un hombre cuya contextura física llamaba la atención. Se trataba de un regordete “marine” estadounidense de servicio en el país llamado Bob Hopkins, quien pidió colaborar con el trío tocando su armónica.

La química fue instantánea, los músicos bolivianos habían quedado tan impresionados por la forma de tocar del norteamericano, que junto a él se lanzaron a la composición del material de su segundo EP. Hacia 1970, vería la luz el nuevo lanzamiento del ahora cuarteto con las canciones El abrigo café de piel de gallina, (original de Otis Rush) cantada por Hopkins, y las primeras composiciones The Seeker y Ritmo de la vida.

Pese al retraso en su salida a la venta, aquel disco se agotó por completo, abriendo el camino para mejores condiciones en la grabación de las futuras producciones del grupo. Pero luego de algunas presentaciones por ciudades del interior del país, la carrera de Climax entró en un breve receso. El primero en marcharse había sido Hopkins y le siguió Pepe Eguino. Hacia 1971, los otros dos miembros fundadores llaman a Nicolás Suárez en los teclados y Félix Chávez en la guitarra, formación con la que viajan a Buenos Aires, Argentina, para algunas presentaciones.

Al retorno, los músicos bifurcaron sus carreras por Estados Unidos y Argentina. En este último país, Saldías y Córdova integrarían el grupo Mahatma con el guitarrista argentino Jorge Montes.

RETORNO.

Tras algunas idas y venidas, finalmente en 1974 el trío original confirma su reunión, que tendrá como producto Gusano Mecánico, título de aquel Long Play con composiciones propias en su totalidad. Se trataba de un disco conceptual con canciones como Pachacutec (Rey de Oro), Transfusión de luz y Cristales soñadores, entre otros títulos.

La excesiva confianza en el producto final les permitió un detallado proceso de post producción, que se tradujo en un álbum de tapa doble con un grabado del artista plástico MC Esher, en el que se distinguía un laberinto surrealista de escaleras en clara alusión a la mecanización del hombre en sociedad, como sugería el nombre del disco.

El LP, como su predecesor, también se agotó y hoy es una reliquia muy apetecida por coleccionistas. Lamentablemente, aquel material no iba a ser muy promocionado, pues al trío no le quedaría mucha vida pese a una breve experimentación con el jazz-rock. Hacia fines de 1975, el eterno baterista emigrante hacía maletas una vez más, dejando colgados a los otros dos músicos.

Tiempo más tarde, Córdova retornaría en 1977 y daría vida, nuevamente, junto a Saldías y Eguino bajo el nombre de Años Luz.

Con los años, y ante retornos intempestivos de Córdova, Climax volvió a presentarse en festivales de música, como el organizado por FM Contemporánea, ex Radio Chuquisaca, en 1992.

A fines de 2002, tras casi 10 años de ausencia, el baterista retornó de modo definitivo a La Paz, y en abril de 2003 brindaron un concierto inolvidable en el Teatro Municipal de La Paz, donde recibieron un Diploma al Mérito por su carrera. 

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Marqueces siglo XXI

La nueva generación de los Marqueces acaba de celebrar 38 años de fundación con enorme fervor cívico y la intención de sepultar su pasado violento

Los Marqueces en los años 70. Al centro, su líder Freddy Márquez

Por Marco Basualdo

/ 30 de octubre de 2022 / 00:17

Marqueces siglo XXI, el mito urbano narra que se trataba de un grupo de motociclistas que arriba de sus monturas de metal infundían terror en las adoquinadas calles paceñas de los años 70.

Influenciados por la película Buscando mi destino y agrupaciones foráneas como los Hell’s Angels, los hermanos Márquez, Javier, Freddy y Miriam, dieron vida a Los Marqueces.

Pandilla que marcó parte de la historia de los últimos años del siglo XX.

Fueron acusados de agresiones, extrema violencia, de haber tomado la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) para perseguir a comunistas y, entre otras cosas, de apoyar a la dictadura de Hugo Banzer Suárez.

Todo ello desencadenó una ola de represalias como su casi linchamiento en puertas de su domicilio en 1970 en el barrio de Miraflores y la muerte de Miriam, con tan solo 18 años.

En un confuso episodio en una fiesta carnavalera en 1972. Pertenecer a Los Marqueces por esos días  no era digna tarjeta de presentación.      

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Marqueces

Cuando estos muchachos recorrían las arterias de las calles paceñas, los adolescentes salían a su encuentro solo para admirarlos.

Eran chicos impresionados por esas poses extravagantes y semblantes desafiantes, envueltos en jean, cuero y gafas oscuras, además de llevar el cabello largo.

Y querían ser como ellos.

Pero aquellos no gozaban de buena fama, así que cuando los fans hacían conocer sus deseos de pertenecer a la afamada congregación, sufrían la censura de familiares y cercanos.

Y es que hablar de Los Marqueces en los círculos conservadores paceños de los 70 y principios de los 80 estaba prohibido.

Pero estos muchachos seguidores, entre asentimientos y condenas, terminaron saliéndose con las suyas, aunque virando por completo los designios de quienes los habían inspirado. 

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La familia Marqueces en la actualidad

New generation

Hacia el año 1984, en tiempos del descalabro hiperinflacionario de la Unidad Democrática y Popular (UDP), entre otras novedades de la ciudad destacaba un recién inaugurado Centro Comercial.

Santa Anita, en frente de la plaza Alonso de Mendoza, donde se reunían grupos de jóvenes de la zona Norte paceña.

Entre ellos se encontraba Marco Antonio Rodríguez, uno de los fundadores de esta historia, hoy considerada heredad de la hoyada.

Él tendría 14 años cuando empezó a reconocer las andanzas del grupo de los Márquez y compañía y, como muchos de sus amigos, quería ser parte del mito. Sin embargo, se topaba con un pequeño gran problema: era muy joven para hacerlo, aunque terco para desechar la idea.

“Por esas cosas de la vida, conocí a Alberto ‘Beto’ Márquez, el medio hermano menor de la familia que era más o menos de mi edad”.

Fue él quien me introdujo en esa nueva tendencia entre jóvenes que vestían ropa de cuero y escuchaban música rock.

Juntos, nos propusimos formar una suerte de filial entre quienes admirábamos al grupo de su hermano mayor”, recuerda.

El inicio fue problemático. Además de recibir el rechazo y repudio de sus padres frente a sus disparatadas intenciones, también sufrió la negativa del líder máximo del grupo.

“Freddy no quería saber nada en un principio. Y fue frustrante porque nosotros les teníamos admiración y hasta un poco de temor”.

Estos chicos, avezados, habían sido los autores de innumerables grafitis en las paredes citadinas con la palabra “Marqueces”, motivo por el que fueron citados por Freddy para aclarar el tema.

“Nos convocó y nos dio una gran ‘puteada’, fue impresionante para nosotros”.

“Nos dijo que, si íbamos a formar un grupo, que no le pongamos el mismo nombre. Pero pese a las advertencias, nosotros continuamos”, explica Marco.

“Y de a poco, Freddy nos fue aceptando”.

Conocidos en aquel inicio como Marqueces de la Alonso, el grupo fundado el 20 de octubre de 1984 llegó a sumar cerca de 50 miembros.

Que mudaron su punto de encuentro del Santa Anita hacia la plaza Alexander, a metros de una comisaría de la Policía Nacional.

“Los policías ya nos conocían, siempre nos recomendaban que no hagamos macanas y que nos vayamos nomás a nuestras casas”, dice el líder de la segunda generación de Marqueces.

Sus principales actividades se repartían entre celebraciones estudiantiles y conciertos de rock.

Muy alejadas de cometidos delincuenciales como muchos pensaban, aclara el presidente del colectivo.

“Nos dedicábamos a ir a fiestas, siempre nos invitaban colegios como el Inglés Católico, Lourdes, Rosa Gattorno. Muchas chicas querían como paje a uno de nosotros”, ríe Marco.

“También asistíamos a conciertos rockeros; estaban de moda grupos como Stratus, Collage, Luz de América, y donde nos encontrábamos con otros grupos”.

“Peleas hemos tenido como todo aquel que vive su adolescencia con mucha pasión”.

Pero no andábamos buscando pleitos, aunque era una época con presencia de muchos grupos juveniles”.

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Parte del equipo que participa en el campeonato de
Km 7

El paso del tiempo

“Los Movack, Los Niños, Los Flash o Los Locos eran algunos de los grupos de esos años”.

Era como una moda y, si bien había ciertas rencillas por el tema de territorio, estaban muy lejos de dedicarse a la delincuencia”.

“Pasaron los años, muchos han estudiado y formaron sus hogares”, cuenta Víctor “Ducky” Durán, también miembro de la agrupación y de su directorio.

“Hoy nos vemos con algunos miembros de los otros grupos y nos saludamos de manera muy cordial, los años han pasado y hemos crecido”, añade “Ducky”.

Ese paso del tiempo del que habla refiere a la postura que de a poco fue asumiendo la agrupación rebautizada como Familia Marqueces el 20 de octubre de 1995.

Pues varios de los Marqueces de la Alonso se casaron con algunas de sus integrantes, tuvieron hijos, algunos nietos, y las cosas fueron cambiando con ese pasar de años.

“Las mujeres fueron incluidas en el grupo de una manera más formal, ya no éramos solo hombres en busca de fiestas y conciertos”, dice “Ducky”.

“Y como sucede con todas las familias, empezamos a reunirnos para celebrar cumpleaños, matrimonios, bautizos”.

“También fuimos sumando un sinfín de actividades como encuentros deportivos, visitas a la virgencita de Copacabana, que es nuestra patrona”.

“Labores de beneficencia y hasta misas de salud, que se han intensificado con la pandemia por el coronavirus”, explica Marco.

Esta gran familia es muy devota. Además de oficializar sus peregrinaciones por Semana Santa a Copacabana de manera anual.

Sus miembros también han institucionalizado un preste que se realiza cada 20 de octubre, desde hace 20 años.

En honor a su figura reconocida como “Patrona de los Marqueces”.

Este papel de promotores de tareas cívicas también definió que, a fines de 2019, previo a la pandemia.

El grupo decidiría crear su directiva en elecciones democráticas para varias carteras, con el objetivo de clarificar sus tareas.

Las actividades más importantes tienen que ver con sus labores sociales y de beneficencia, como la realización de “chocolatadas” para niños de la calle en fechas como el Día del Niño o Navidad, entre otras.

“Es increíble cómo un chiquito puede sonreír con un regalo y un buen desayuno, para mí, esas actividades de fin de año son las que más gratitud me traen”, dice “Ducky”, emocionado.

Marco acota: “En cuanto a nuestras obras sociales, solemos hacer colectas para ayudar a muchos de nuestros miembros en estado de necesidad o también a gente ajena al grupo que ha sufrido alguna desgracia”.

Otra de estas actividades refiere a las disciplinas deportivas.

El grupo cuenta con dos equipos de fútbol en competición, uno de ellos representado por los hijos de la Familia Marqueces en el campeonato de la liga Obrajes.

Y otro formado por los miembros cincuentones en el campeonato que se juega en Km 7 con los colores rojo y negro.

“El equipo lo integran amigos que no necesariamente pertenecen a la familia, no somos un grupo cerrado y aquel que quiera jugar en nuestro equipo tiene las puertas abiertas”.

“Pero tiene que jugar bien”, ríe y explica Marco, sobre el cuadro que en principio se llamaba Alonso de Mendoza.

Asimismo, la agrupación también empezó a heredar parte del patrimonio de los motoqueros iniciales al frente de Freddy Márquez.

La idea es levantar un museo —ya cuentan con un terreno en Achocalla— que reconstruya el pasado motoquero y su perfil actual.

Entre esas prendas, figura una bandera de franjas roja-blanca-negra con una Cruz de Hierro. Entonces, la pregunta es inevitable: ¿Alguna ideología extrema dentro de la Familia?

“Nosotros no tenemos ninguna ideología ni militancia política. Sabemos muy bien lo que representaba la simbología con tendencia de derecha entre los primeros Marqueces.

Pero nosotros queremos descartar cualquier acercamiento. Por mayoría, hemos decidido que no tenemos nada que ver con nacionalismos ni neonazismos.

En nuestra familia hay gente de derecha, de izquierda; somos libres en nuestras decisiones y no mezclamos las cosas.

La Cruz de Hierro nos identifica en cuanto a la simpatía que siempre nos generaron Los Marqueces y que siempre nos ha unido”, dice rotundo el presidente Marco Rodríguez. 

La Familia Marqueces planea tramitar su personería jurídica e invita a los interesados a visitar su página por si quisieran integrarse.

Recién festejaron su preste anual y aún los aguardan las fiestas de fin de año para cerrar una gestión de actividades cívicas y solidarias.

Actos que los alejan por completo de aquel rugir de motores que causaban espanto.

Fotos: Familia Marqueces

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Carlos Sbarbati, el ‘Cóndor’ en las alturas

Carlos Sbarbati, voz actual de la banda argentina de rock Bersuit Vergarabat, llegará a presentar su nuevo disco en Bolivia

Artista. Carlos Germán Cóndor Sbarbati nació el 1 de marzo de 1971 en Buenos Aires

Por Marco Basualdo

/ 4 de abril de 2022 / 16:01

Mi compromiso con la música fue de muy pequeño, en un hogar donde siempre estuvo presente. A los siete años me regalaron mi primera guitarra y desde ese momento comencé a desarrollar el camino por el cual sigo transitando. Ya a mis 13 años de edad vivía de la música, cantando en peñas y otros eventos, asumiendo que hacer música iba a ser el arte que me acompañaría toda la vida”. Carlos Germán Sbarbati, alias el Cóndor, resume en una frase su compromiso con el oficio sonoro. Nacido en Buenos Aires, Argentina, en 1971, desde muy pequeño ya mostraba sus dotes de intérprete y compositor. A los 14 ingresó a un coro, comenzando a cantar en el género lírico; posteriormente inició su carrera artística junto a su compañero de ruta Daniel Suárez, hacia 1988, en una agrupación llamada Resortes Antagónicos, en la que tocaba el bajo y también hacía la segunda voz. Luego recibió la noticia de su ingreso a los afamados Bersuit Vergarabat en 1997, junto con Suárez tras la salida de Rubén Sadrinas, también cantante, corista y frontman del grupo. Y ya reafirmado en la banda, desde los años 1998 a 2009 fue el corista de la numerosa cuadrilla que impuso hits como Yo tomo, El tiempo no para y Sr. Cobranza, hasta que se dio el alejamiento del líder de la agrupación, Gustavo Cordera, quien iniciaba su carrera solista y fuera reemplazado por Sbarbati.

Este Cóndor de vuelo amplificado llega en los próximos días a Bolivia para presentarse en las ciudades de La Paz y El Alto con un disco independiente de corte folklórico denominado Rabia al silencio, el cual representa un homenaje a Atahualpa Yupanqui, nombre artístico de Héctor Roberto Chavero, aquel cantautor, guitarrista, poeta y escritor argentino, considerado como el músico más importante de la historia del folklore de su país.

—¿Así que nacido para la música?

—Mi primera influencia fue mi padre, que a pesar de no ser músico era un melómano que nos hacía escuchar a muchos artistas de géneros variados que después me influenciaron artísticamente. Entre ellos puedo nombrar a Atahualpa Yupanqui, Los Tucu Tucu, Mercedes Sosa, Los Carabajal y hasta Goyeneche y Julio Sosa, para nombrar a algunos.

—¿Por qué folklore?

—Porque fue con el primer género musical que conecté en mi vida. Ya dije anteriormente lo que se escuchaba en mi casa y luego al momento de agarrar una guitarra, las canciones que yo sabía eran de folklore. Y cuando me lancé a escribir fue todo folklore. Luego, mi carrera tomó otros rumbos (los cuales también me hacen ser quien soy y lo agradezco), pero siempre tuve la intención de poder hacer un disco de ese género y por fin se dio la oportunidad.

—Yupanqui parece ser la luz a seguir…

—Es uno de mis grandes referentes, y de quien, con respeto y admiración, reversiono uno de sus clásicos Le tengo rabia al silencio, el cual le da nombre a este nuevo disco y que promete ser una de las perlas del álbum. Este trabajo propone un viaje que comienza con alegría y baile hasta la introspección de lo más profundo del ser. El disco tiene 10 canciones, propias, inéditas y clásicos del folklore argentino; cuenta con la participación de invitados como Nahuel Pennisi, Peteco Carabajal, Sebastián López (del grupo Tekis) y Los hermanos Núñez, entre otros.

De historieta

En la escuela, el pequeño Carlos llevaba consigo la historieta chilena Condorito para leerla durante los recreos. Fue a partir de ello que lo empezaron a conocer como el Condorito; cuando pasó a la secundaria y ya adolescente, sus compañeros lo rebautizaron como Cóndor, apodo con el cual se lo reconoce hasta hoy. Su gran momento le llegó cuando ingresó a Bersuit Vergarabat en 1997, con los que ha participado en la grabación de 10 trabajos discográficos además de colaborar con otros artistas del ambiente porteño.

—Reemplazar a Cordera ¿fue todo un desafío?

—Por supuesto que fue todo un desafío, no muchos grupos sobreviven a algo así, pero Bersuit siempre fue una banda sólida más allá de sus integrantes, con mucha trayectoria y canciones que son mucho más importantes que quienes integramos el grupo. Por eso entendimos, a pesar del alejamiento de Gustavo, que el público tenía que seguir disfrutando de Bersuit y nosotros de ellos.

—¿Cómo ves el ambiente musical argentino en la actualidad? (De artistas salidos de un conservatorio se pasó a generar estrellas de villa).

—En primer lugar, considero que no hace falta ir a un conservatorio para ser un gran artista, aunque siempre es bueno formarse en caso de tener la oportunidad. Dicho esto, con respecto al nuevo ambiente musical argentino, siempre que la música se renueve es como una bocanada de aire puro. Sea cual sea el género. Incluso las mezclas actuales son totalmente novedosas y a mí me resultan muy atractivas. Entiendo la resistencia de quienes están acostumbrados a otros formatos, pero la música se actualiza y no solo va tomando otros caminos, sino que se adapta a lo que hoy interpela a la juventud. Como en algún momento el tango y en otro momento el rock, solo para dar algunos ejemplos, fueron una novedad. Hoy lo es el estilo callejero y ojalá tenga la fortaleza para perdurar en el tiempo.

—¿Haces política con tu propuesta?

—Con la música en general hago política, cuento historias, momentos vividos, anécdotas, etc. Y mi proyecto personal no escapa a ninguna de esas aristas porque es la vida misma. Lo que nos pasa, lo que nos atraviesa, lo que compartimos y con lo que empatizamos.

En el camino

El año 2009 Bersuit Vergarabat se desintegró y Sbarbati, junto a Suárez en voces, Oscar Righi en la guitarra y Pepe Céspedes en el bajo, formaron el grupo De Bueyes, con los que ha editado un solo material de estudio, el cual titula Más que una yunta. Hasta que dio vida a sus composiciones en modo solista.

—¿Por qué elegiste Bolivia para la presentación de tu disco?

—Creo que Bolivia es un lugar con mucha tradición folklórica. Se une en toda nuestra región andina en lo musical. Además, con Bersuit visité varias de sus localidades y quedé encantado con su gente. Por eso creo que mis canciones pueden ser un gran canal para mantener vivo ese vínculo. Tengo las mejores expectativas. Siento que me van a conocer más allá del pijama. Hoy tengo un proyecto personal que me muestra tal cual soy y que creo va a generar un momento para disfrutar, sea en el teatro o en donde los acompañe mi música.

—¿Qué destacas del ambiente musical boliviano?

—En particular conozco a Los Kjarkas y a Los Chaskas, hace bastante tiempo que escuché su música y me gustó mucho. Además, escuché algunas sugerencias que ofrecen las plataformas digitales y seguro este viaje a Bolivia será una buena oportunidad para disfrutar de otros artistas.

—¿El público boliviano tendrá oportunidad de escuchar algo de Bersuit?

—Claro que sí. Mi repertorio es amplio, incluye canciones de mi disco Rabia al silencio, clásicos populares del folklore argentino y hermosas canciones que interpreto hace muchísimos años con Bersuit, que la gente quiere y con las que se emociona.

Alta agenda

El ‘Cóndor’ Sbarbati se presentará en la radio Wayna Tambo de El Alto el miércoles 6 de abril (19.30), junto a la rapera local Nina Uma.

El viernes 8 actuará en el Teatro Nuna de la zona de San Miguel de La Paz a las 19.30.

FOTOS: AGUSTÍN DUSSERRE

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