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Otro idioma, ¿cuanto antes mejor?

Muchos padres prefieren para sus hijos una educación bilingüe a muy temprana edad. Sea en un colegio, en un centro, en la guardería o con clases particulares se cree que aprender otra lengua desde los dos o tres años es lo óptimo. Sin embargo, otro grupo de padres prefiere que sus hijos primero dominen la lengua materna y recién, a los seis o siete y en adelante, aprendan otro idioma. Pero, ¿qué es lo mejor?

“El cerebro de los niños, a partir de los cuatro años, tiene la capacidad de registrar todos los sonidos imaginables, por ende son potencialmente más receptivos a aprender otro idioma, aparte del materno”, explica María del Carmen Ortega, fonoaudióloga boliviana.

En la revista online Crecer Feliz, el neurocirujano español Manuel Pedrosa comenta que  “durante los cuatro primeros años de vida es cuando se generan más conexiones neuronales. Este periodo, en el que se forma el cerebro del niño, es perfecto para alimentarlo con información y con estímulos lingüísticos”.

De acuerdo con las explicaciones, la fonoaudióloga boliviana detalla que a temprana edad es fácil aprender otro idioma, ya que las capacidades del cerebro se siguen desarrollando por los estímulos de la vista, oído y sensaciones que se experimentan. “Para las personas mayores es más complejo porque ya tienen arraigada su lengua materna”, dice Ortega.

Sin embargo, como existen ventajas en ese proceso de aprendizaje, también hay inconvenientes. Ortega explica que los pequeños tienden a confundir palabras y significados. “Están aprendiendo su idioma materno y a ello se le suma otra lengua y esto crea confusiones”. De igual manera puede que su vocabulario sea limitado en ambos idiomas, pues adquieren palabras de los dos, pero sin ampliar el lenguaje en ninguno.

En esos casos, los especialistas recomiendan ahondar en casa la lengua madre.

Los pros y los contras

Si el aprendizaje comienza a los cuatro años, el niño dominará el nuevo idioma que practica como si fuera el materno. Incluso la pronunciación será buena, gracias a que su sentido auditivo está en desarrollo.

Los niños bilingües tienden a obtener ventajas en el aprendizaje posterior de otros idiomas.

Una educación bilingüe puede complicar el dominio de la lengua materna.

La comunicación puede dificultarse si los padres no hablan o no entienden el idioma que el hijo aprende fuera de casa.

Fuentes: María del Carmen Ortega (Fonoaudióloga) y Crecerfeliz.com (Revista online especializada en educación).