Tules, gasas, sedas y organzas juegan vaporosas con el andar femenino en una noche especial o un día de romance. Esa es la tendencia en vestidos largos de fiesta, donde hay mucha tela para crear y decorar, y donde los sobrepuestos y las fusiones de texturas ponen la puntada final a los diseños que no reparan en ceñir las curvas femeninas y dejar algo de piel al descubierto.
Partiduras, escotes o transparencias muestran, pero a la vez esconden, entre encajes y estampados o bien, por debajo de telas monocromáticas que coquetean con otras. En esa complementariedad de texturas se logran contrastes y combinaciones, arruchados y lisos, apliqués y bordados, con strass o pedrería. Un destello de elegancia y otro de sensualidad.
Fotos: Raúl Ramírez
Modelo: Diana Cuéllar
Diseños: Daniela Claure