El sonido de la máquina de coser ya no se escucha en la sala de paredes revestidas de recortes de revistas y periódicos enmarcados, pero una serie de premios y reconocimientos narran en silencio la larga trayectoria de la pionera de la moda cultural en Bolivia: la afamada Daisy Wende. Los años han pasado y ya no diseña; su último desfile fue en 2005, cuando presentó la colección Cholita Nueva, en el campo ferial de Següencoma, sellando décadas de una pasión: generar moda cultural y de identidad andina de y desde Bolivia.
En las vitrinas de su atelier, en el tradicional barrio paceño de Sopocachi, destellan algunas de esas piezas, como un mítico traje de novia de chola paceña diseñado décadas atrás y otras propuestas cargadas de bordados y lentejuelas que se conservan intactas en forma, color y textura. No hay duda, la calidad ha sobrevivido al paso de más de cinco décadas e incontables viajes por el mundo, pues esas prendas se desfilaron en las más importantes capitales de la moda, desbordando la riqueza y belleza de la cultura andina, en prendas clásicas o trajes de gala inspirados en el folklore boliviano.
Rodeada de recuerdos y llena de logros, Wende se sienta en un antiguo sofá. Es elegante, cálida, amable y sonriente. Pronto propone un café entre amigas para hablar de su carrera y del impulso que le dio al diseño boliviano, siempre con aires de identidad y con la etiqueta “Hecho en Bolivia”.
mía— ¿Recuerda su primer desfile?
Wende— Fue en 1958, en el hotel Copacabana de El Prado de La Paz, junto a Nilda Núñez del Prado, quien presentó sus joyas adornando mis diseños.
mía— Desde entonces, ¿qué mostró con sus prendas?
Wende— La esencia de una cultura única.
mía— Usted llevó el poncho ancestral a las pasarelas internacionales más importantes, lo estilizó y fue un éxito en los años 60… ¿Qué vio en esa pieza?
Wende— Vi algo práctico en el típico poncho usado por los hombres, una prenda rectangular hecha en telar. Entonces pensé en crear un poncho para la mujer, uno tejido a mano en lana de alpaca en forma triangular, introduciendo los diseños característicos de los “lluchus” que también usaban los hombres en el campo. Viendo el éxito que tuvo esta prenda es que la llevé a pasarelas internacionales, diseñándola además en diferentes largos como ser midi y maxi. Este poncho también lo puse en catálogos, por lo cual tuve importantes pedidos para exportación. El poncho dio trabajo a muchísimas familias de tejedores, en los departamentos de La Paz, Cochabamba y Oruro.
mía— Hay algo que sienta que le falta hacer…
Wende— Sí. Creo que me queda agradecer infinitamente a todas las personas que me acompañaron en el camino hasta el día de hoy; tejedoras y tejedores, costureros, artesanas y artesanos, bordadoras y bordadores, músicos, bailarines, modelos y tantos bolivianos y algunos extranjeros, a las autoridades y a la prensa, que sin ella no se hubiera difundido todo mi trabajo.
mía— ¿Cuál fue su meta desde 1950 hasta hoy?
Wende— La de buscar en nuestras propias raíces las fuentes de inspiración y la creación de mano de obra en todos nuestros parajes, para incrementar los ingresos, el progreso y el orgullo de las familias bolivianas.
mía— ¿Cuál es el premio que más atesora?
Wende— Haber logrado el sentimiento de orgullo por lo nuestro.
mía— Actualmente, otros diseñadores siguen su estilo, ¿qué opina?
Wende— Me alegra mucho el apego a lo nuestro, ya sea con aires andinos u orientales. En mis diseños también me inspiré en elementos culturales de muchas regiones del país.
mía— Cuando mira sus creaciones, ¿qué siente?
Wende— Cada pieza de mi colección que he podido mantener es única, es un verdadero tesoro que me enorgullece mantener intacto.
mía— En su carrera no solo aportó a la moda, sino que impulsó a la producción de fibra de alpaca, llama y vicuña…
Wende— Con la ayuda de mi esposo (Ernesto Wende) paulatinamente fui visitando y organizando grupos familiares en la producción de tejidos, especialmente en las cercanías del lago Titicaca, en Oruro, Cochabamba, Potosí y El Alto, como también en la ciudad de La Paz; estas familias trabajaban de forma independiente y me vendían su producción. Esto les permitía organizar sus propios volúmenes de producción sin tener que alejarse de sus hogares. Asistí a muchas ferias internacionales, lo cual fue incrementando los pedidos y por tanto también la producción de tejidos. La moda para desfiles o venta fue realizada en talleres propios con la ayuda de costureros, bordadores, peleteros y artesanos, a quienes dirigía personalmente.
mía— ¿Cómo describe a una mujer elegante?
Wende— Una mujer elegante es para mí quien mantiene sencillez, sin exageraciones en ningún aspecto, ya sea en vestimenta, peinado, maquillaje o accesorios.
mía— Y ¿en personalidad?
Wende— La actitud y la educación con la que se desenvuelve una mujer es muy importante, porque se unen vestimenta con elegancia y distinción.
mía— En mayo de este año se presentó un libro sobre usted…
Wende— Sí, es el libro de mi historia: El Universo Daisy Wende (editado por la Universidad Católica Boliviana) y se constituye para mí en un valioso y verdadero premio. Por ello, mi profundo agradecimiento a Cecilia Mariaca y su equipo, además del fotógrafo Patricio Crooker, el periodista Alex Ayala, a Liliana Castellanos y Marcelo Antezana.
Fotos: Pedro Laguna