Los padres tienen hábitos de conducta muy arraigados, y cambiarlos requiere esfuerzo, dedicación y, sobre todo, paciencia. Escuchar atentamente es el primer paso que te permitirá conocer qué preocupa a tu hijo y cuál es su estado emocional.

“Me cuesta comunicar con mi hijo, y eso que me intereso mucho por lo que hace, pero nunca sigue mis consejos ni confía en mí cuando tiene problemas”. ¿Te has sentido así alguna vez? ¿Crees que necesitas revisar la manera de comunicarte con tu retoño?

Escuchar atentamente es el primer paso que te permitirá conocer qué preocupa al menor y cuál es su estado emocional.

Observa el tipo de comunicación que llevas a cabo con tu hijo. Dedica unos días de observación libre de juicios y culpabilidades. Funciona muy bien conectar una grabadora en momentos habituales de conflicto o de sobrecarga familiar. Es un ejercicio sano pero, a veces, de conclusiones difíciles de aceptar cuando la dura realidad de actuación supera todas las previsiones ideales.

Escuchar activa y reflexivamente cada una de las intervenciones de tus hijos. Valorar hasta qué punto merecen prioridad frente a la tarea que estés realizando; en cualquier caso, tu respuesta ha de ser lo suficientemente correcta para no menospreciar su necesidad de comunicación.

Si no puedes prestar la atención necesaria en ese momento, razona con él un aplazamiento del acto comunicativo para más tarde. Puedes decir simplemente: “dame 10 minutos y enseguida estoy contigo”. Recordemos después agradecer su paciencia y su capacidad de espera.

Evita emplear el mismo tipo de respuestas de forma sistemática para que tu hijo no piense que siempre eres una persona autoritaria, que lo haces sentir culpable, le quitas importancia a las cosas o que le das sermones.

Deja las culpabilidades a un lado. Si hasta hoy no has sido un modelo de comunicador, piensa qué puedes mejorar y adáptate a una nueva forma de comunicación que revertirá en bien de tu familia, suavizando o incluso extinguiendo muchos de los conflictos habituales con los hijos.

Cuando decidas cambiar o mejorar hacia una comunicación más abierta, es aconsejable establecer un tiempo de prueba, como una semana o un fin de semana, terminado el cual puedes valorar si lo que estás haciendo funciona o no, y si debes modificar algo más.

ESCUCHA. El primer paso es dejar a un lado tus argumentos y estar abierto a escuchar de forma atenta aquello que tu hijo siente y lo que quiere decir.

EVALÚA. Resulta útil grabar cuando hablas, para que te des cuenta acerca de tu forma de comunicarte con la gente, para, si es preciso, corregirla.

CAMBIA. Evita hacer sentir culpable a tu hijo, dándole siempre sermones, pues te sentirá como una persona autoritaria que no escucha sus opiniones.

*Cada mes, la presentadora de Tv Camila Canabal nos acompaña en Mía. Síguela en su web: http://www.asilovecamila.com/