En la enseñanza, durante la niñez, hay un punto sumamente importante: Se enseña a los niños que no deben llorar. “No llores, machito, machito” o “¿acaso eres mujercita para llorar?”. Así dicen muchas mamás y muchos papás a su hijo varón.
Esta enseñanza produce el concepto común de masculinidad. Pero como vemos ahora, es un concepto de masculinidad tóxica, porque nos daña a nosotros mismos y a todas las personas alrededor.
No mostrar emociones, por ejemplo, de tristeza, soledad, angustia, miedo, ternura y amor llevará a este niño, adolescente o adulto a ser una persona frustrada, dolida, dura y, al final, violenta.
Pues, desde la frustración hay un paso corto hacia la violencia. Y esa violencia puede dirigirse hacia sí mismo o hacia otras u otros.
El suicidio es una forma de violencia hacia sí mismo. 75% de los suicidios son de varones y gran parte de esos suicidios son causados por no expresar emociones, ni vulnerabilidad, por no pedir ayuda.
El no mostrar emociones y tener que estar fuerte todo el tiempo también nos lleva hacia la violencia contra otras personas. En Estados Unidos, las matanzas masivas las ejecutan, en un 98%, varones.
Los feminicidios son otra consecuencia del concepto de la masculinidad tóxica. El macho sabe cómo tiene que ser él y su pareja. Y si su pareja no coincide con este concepto, el varón se frustra y se vuelve violento hasta matar.
La violencia extrema expresada en suicidios, masacres y terrorismo es solo la punta del problema de la violencia. Por debajo hay toda una gama de violencia cotidiana, pero menos visible: violencia contra mujeres y niños y niñas, contra animales, contra la naturaleza, etc.
La violencia es el resultado de esta educación que ha recibido toda la sociedad: ante las dificultades el varón no debe mostrar vulnerabilidad, ni pedir ayuda, sino debe ser fuerte, y determinante, sin vacilaciones. ¡Hay mucho para reflexionar!
El mensaje detrás de estas frases es:
✔ Tienes que aguantar el dolor.
✔ No tienes que estar triste.
✔ No debes tener miedo.
✔ Tienes que ser duro.
En resumen: Se enseña que un niño varón no debe mostrar emociones ni mostrarse vulnerable.
No mostrar emociones llevará a este niño, adolescente o adulto a ser una persona frustrada, dolida, dura y, al final, violenta.
Pedro Brunhart
Investigador y miembro de Círculo Achocalla.
Se dedica hace seis años al tema de sociedades
matrifocales y patriarcales (brunhart@entelnet.bo)