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Reflexión, mejor que castigo

Andrés, a la hora del almuerzo prefiere jugar y su mamá va detrás de él intentando que ingiera unos bocados de carne. Mientras la familia que está sentada alrededor de la mesa critica la conducta permisiva de la madre, aconsejándole que aplique un castigo.

¿Son los castigos recomendables? La psicóloga Scherezada Exeni cree que, en todas las edades, el castigo solo tiene sentido si logra el objetivo de que el hijo entienda que la mala conducta tiene consecuencias negativas; pero enfatiza que éste debe estar “libre del abuso de poder” de quien lo inflige.

Por su parte, su colega Tatiana Jáuregui considera que antes del castigo lo esencial es “poner límites y no ser padres permisivos”, así se previene que el castigo sea una constante.

Muy importante, dice Exeni, es que el hijo “debe entender bien las razones del castigo” y que quede claro cuál fue su mal comportamiento. Asimismo, “es importante que los padres enseñen a los hijos a pedir disculpas por alguna mala conducta”.

Si éstos optan por castigar al hijo, “no debe ser una actitud impulsiva, sino una decisión consciente y responsable”, enfatiza.

Ninguna de las dos especialistas aconseja el castigo físico, que puede ir desde jalar el cabello hasta los golpes. “Es mejor evitarlos, ya que pueden ser muy humillantes y poco efectivos”, afirma Exeni.

“No hay castigos recomendables, lo que se sugiere a los padres es que reaccionen en función y en la medida de las consecuencias de la acción”, señala Jáuregui. Por ejemplo, “si echa algo debe limpiarlo o si rompe algo, restituirlo”.

“Con el castigo, lo mejor es que haya diálogo, explicación y una oportunidad de enmendar el error, aprender de él, pedir disculpas y que el hijo sea consciente de que lo que hizo fue malo para él o para otros”, dice Exeni.

Si los padres sienten que la situación se sale de control, deberán buscar atención psicológica, antes de que se desborde y sea tarde, opina Jáuregui.

Disciplina según su edad

Amor en abundancia (cero a un año)

El bebé aprenderá a confiar en sus padres comprobando que están presentes para responder a sus necesidades. Con el tiempo, esa confianza hará que el niño sea seguro y menos ansioso. Y cuando llegue la hora de imponer límites y normas, el hijo confiará en las decisiones de los padres.

Tiempo fuera (preescolares)

Deja al niño solo en un lugar no interesante para él, pero que no lo asuste, puede ser una silla o una esquina. Este tiempo debe ser breve (por lo general un minuto por cada año de edad). Explícale que es un tiempo para que reflexione sobre su acción. Luego, no hables sobre la mala conducta. Esto ayudará a que “enmiende su actitud”, señala Jáuregui.

Salidas (6 a 12 años)

Si por ejemplo un niño no hace su tarea y decidimos no dejarlo salir, no es bueno excedernos y extender el castigo por varios días. También puedes negociar con él: sí puede ir al cumpleaños de su amigo al día siguiente pero no podrá asistir a la fiesta del sábado.

Derechos y deberes (12-17 años)

En la adolescencia los hijos exigen más derechos y libertades, sin ver si sus acciones tienen riesgos. Lo mejor es mantener un equilibrio. Por ejemplo, si quiere salir, primero debe estar limpia su habitación y en caso de no respetar una norma, su sanción será perder ciertas libertades.

Con datos de: Tatiana Jáuregui (Psicóloga, Tel: 72074737);

Scherezada Exeni (Psicóloga, TEl: 70614427) family doctor,

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