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Mujeres medicina: ‘Nuestra menstruación es nuestra mayor ofrenda’

Las argentinas Victoria Cocconi (44) y Silvana Landi (36) se autodenominan mujeres medicina caminantes del Tawantinsuyo. Cada una lleva más de una década de trabajo con las plantas medicinales y sagradas, aprendiendo junto a maestros de varias tradiciones.

Ellas están seguras de que vivimos un tiempo de Pachakuti de luz, en el que los antiguos conocimientos originarios se abren para aportar equilibrio al ser humano, pues urge que éste deje de parasitar y destruir —y autoaniquilarse en el camino— a la Pachamama o naturaleza.

El mes pasado fueron iniciadas por los maestros kallawayas Aurelio y Justina Ortiz, del ayllu Lunlaya, cerca de Charazani (La Paz). El 21 de septiembre, en el equinoccio de primavera, oficiaron la ceremonia del Coya Killa Raymi, en Santiago de Okola, a orillas del lago Titicaca, una celebración que desde antes de la colonia es la fiesta del agua y las mujeres.

Mía—¿Qué es una mujer medicina?

Victoria—Mujer medicina es cualquier mujer que se está autodescubriendo y ayudándose a sí misma para poder desarrollarse, realizarse, superar bloqueos, traumas y cada vez sentirse mejor. Cuando puede irradiar eso y brindarlo a su contexto familiar, a la comunidad y a la sociedad es una mujer medicina, aunque no le toque el rol de estar específicamente brindando una planta maestra o haciendo terapias para otras personas.

Mía—Decían en la ceremonia del 21 de septiembre que los incendios en la Amazonía eran un reflejo de lo que uno está viviendo internamente, ¿cómo se apaga tanta ira interior?

Silvana—Tiene que ver con todo este enojo e ira que tenemos y con la sexualidad también. Nuestras agüitas, sobre todo en las mujeres, están en nuestro útero, entonces esa energía desordenada a veces genera mucho calor interno. El poder trabajar con nuestra sexualidad de una manera sagrada y poder ordenar eso…empezar a cuidarme (es una forma de apaciguarlo).

Victoria—Todas las memorias de abuso y maltrato han generado mucha rabia reprimida… Primero hay que reconocerlo y saber externalizarlo… ‘sí, yo guardo enojo porque he sido abusada, maltratada’ y ese es el primer paso para que ese enojo se disuelva y ya no nos esté carcomiendo por dentro… después, haciendo lo posible por trascender y no volver a repetirlo consciente o inconscientemente en nuestros propios hijos. En este proceso de exteriorizar lo que nos ha pasado nuestras medicinas nos están ayudando mucho.

Mía—¿Cuáles son las plantas sagradas?

Victoria—Bueno, en realidad todas las plantas son sagradas, desde la hierba más pequeña hasta la más grande que pueda ser vista como más poderosa, y todas tienen su medicina…Igualmente hay ciertas plantas que son llamadas plantas maestras, por sus cualidades de generar procesos de desarrollo de la consciencia y de mover cosas en los cuerpos físico, emocional y mental: la hoja de coca, el tabaco, la aguacoya o wachuma, la willca y el maíz o mamá Sara.

Mía—¿Por qué la hoja de coca es sagrada?

Victoria—La hoja de coca es madre, maestra y doctora de Los Andes. Esta planta es una gran tejedora de vínculos sociales y de todo el Kausay Pacha, que sería como el mundo vivo de las relaciones, no solo entre los seres humanos, sino también con todas estas energías espirituales que nos acompañan, energías de la naturaleza, como pueden ser las montañas, las lagunas, los ríos, la tierra, de las cuales nosotros necesitamos absolutamente, sin las cuales no vivimos.

Mía—¿Cómo es que esta planta tan sagrada llega a ser una droga adictiva y destructiva como la cocaína?

Silvana—Las plantas, al ser los primeros seres puestos en la tierra —la primera vida—, guardan esa memoria de cómo vivir en esta Tierra y tienen toda una información cuando están en su estado natural y completo, que no tienen cuando se aisla parte de ella. Esto es lo que ha pasado con la hoja de coca y con el tabaco también, en forma de cigarrillo. Esto es para mí otra manera de seguir dominando y manteniendo a la gente dormida.

Mía—Ustedes enfatizan la importancia de ofrendar…

Victoria—La ofrenda es un arte muy hermoso que nos permite equilibrar el ayni o reciprocidad… nos hace conscientes de lo importante que es devolver un poquito de toda la gran abundancia que recibimos y también nos permite reconectarnos con todas esas energías de la naturaleza de la que somos parte… Nosotras mismas podemos asumir ese hermoso arte, aunque sea de una manera muy sencilla, simplemente haciendo un hueco en la tierra y dándole algo que sea muy valioso para nosotras o que hayamos hecho con nuestras manos… algo que sintamos que es hermoso y que va a alimentar a ese ser al que le estamos brindando.

Silvana—O algo tan poderoso como nuestra propia sangre.

Victoria—Nuestra menstruación es nuestra mayor ofrenda, es como oro para la Pachamama. Si todos los meses le entregamos nuestra sangre, como algo muy hermoso y valioso que tenemos y que ella lo va a recibir porque la va a nutrir, eso nos va a reconectar, pero de una manera impresionante. Es una ofrenda muy poderosa que hasta puede ayudar a que se acaben las guerras en el mundo.

Mía—Y a nivel práctico, ¿cómo hacemos eso?

Victoria—Primero necesitamos algo en qué depositar esa sangre, podemos incorporar la copita menstrual, algodón o toallitas de tela, en lugar de las descartables que además son recontracontaminantes. Esas toallitas de tela las ponemos a clarear en agua pura, en un recipiente, vamos a un lugar donde haya tierra y la entregamos.

Silvana—A mí me gusta menstruar en algodón, también tengo toallitas de tela, mas yo entrego mis algodoncitos… Ahora estuve regando una chacra, haciendo ese acto también de reconexión, porque esa es la manera que tiene la tierra de poder leer qué es lo que le está pasando a la sociedad que está viviendo en ella. Imagínate, (con las toallas desechables) ¡estamos tirando nuestro oro a la basura!

Victoria—Es por eso que nos sentimos en carencia, porque estamos desperdiciando lo más valioso que tenemos y eso puede ser como una inversión, piensa que eso va a volver multiplicado, porque el poder que tiene la intención, cuando pones esa sangre en la tierra, es muy grande; pero no lo podemos explicar hasta que no lo vivas y lo compruebes.

Perfil

Victoria Cocconi “Maná” es hampi warmi (mujer medicina), caminante del Tawantinsuyo. Nació el 30 de abril de 1975 en Buenos Aires, Argentina.  En la tarea de recuperar prácticas ancestrales ha recorrido comunidades y acompañado maestras y maestros andinoamazónicos. Aunque estudió Periodismo y se dedicó a esa labor, hace 15 años vive del trabajo con plantas medicinales y maestras, esencias florales y cosmética natural. Creó la línea de productos naturales Santa Estepa.

Perfil

Silvana Soledad Landi nació el 28 de febrero de 1983 en Tartagal, Salta (Argentina). Estudió Psicología, Biología e Ingeniería Química. Después de graduarse como ingeniera química y trabajar en un laboratorio comenzó a aprender sobre las plantas medicinales y maestras. Cursó una maestría en Medioambiente. Se considera una caminante y guardiana de la Tierra. Creó la marca Haramara, en la que elabora productos cosméticos y de medicina natural.