«No se afrontan las situaciones complejas con optimismo, sino con tranquilidad, con la tranquilidad que da saber que soy inocente de lo que se me acusa. Como hombre respetuoso con la ley, sólo me queda asumir la decisión de mañana (hoy) ejerciendo mi defensa para que quede absolutamente clara cuál es la situación».

Así se ha despedido el juez Baltasar Garzón, ante las preguntas de los periodistas, del acto en la Casa de América de Madrid, probablemente su última intervención como juez en actividad si finalmente el Consejo General del Poder Judicial lo suspende hoy de sus funciones, una vez que el magistrado del Tribunal Supremo Luciano Varela ha decretado la apertura de juicio oral por haber investigado los crímenes del franquismo y la dictadura.

Entre las víctimas del franquismo había ayer un ambiente de prefuneral. «Es el último acompañamiento que le podemos hacer al juez Baltazar Garzón y aquí estamos», dijo Fausto Canales, hijo de un fusilado, quien agregó que  «lo que está pasando es una vendetta, algo anómalo, aberrante».

Adelantó que hoy estarán presentes en los tribunales para manifestarse. Aunque dijo que «ya será tarde, porque habrán conseguido echarlo». Ayer lo recibieron con caretas con el rostro del magistrado que acabaron quitándose para no perjudicarle, a petición de los organizadores del evento.