El rostro del único superviviente de la catástrofe aérea de Trípoli ya tiene nombre. Se llama Ruben van Assouw, tiene nueve años y es de Tilburg, al sur de los Países Bajos. Convertido en el único símbolo de esperanza de un accidente que ha costado la vida a 103 personas, 70 de ellas de nacionalidad holandesa, se ha quedado huérfano.

Todavía muy sedado, el chico no sabe que ha perdido a sus padres, Trudy y Patrick. Su hermano mayor, Enzo, tampoco ha sobrevivido. La familia había ido de safari y regresaba aprovechando las vacaciones escolares de mayo, que concluyen hoy. Tras el choque, lo único que dijo Ruben a sus rescatadores fue: «Holanda, Holanda», de ahí las dudas sobre su identidad. En el vuelo había también pasajeros británicos, libios y de otras nacionalidades. El niño tiene los dos pies rotos y múltiples magulladuras, pero su vida no corre peligro, según los médicos.

Abrumada por lo ocurrido, su familia ha ido a buscarle. Sus tíos, Jeroen (hermano del padre) e Ingrid (de la madre), llegaron a Libia y se quedarán hasta que Ruben pueda regresar a casa.

En el mismo avión oficial, fletado por el Gobierno, viajaban seis forenses que ayudarán en la investigación sobre las causas del siniestro.

Mientras los expertos recogen muestras sobre el terreno y alrededores del aeropuerto de Trípoli, en Holanda hará lo propio otro equipo con las familias del resto de las víctimas.

El accidente del vuelo 84771 de la compañía Afriqiyah Airways, procedente de Johannesburgo, se estrelló durante el aterrizaje en Trípoli. Fue en una escala técnica que debía servir para que buena parte de los pasajeros, en especial los holandeses, abordaran otros aviones camino de Alemania y Bélgica.

Su vida no corre peligro

«Se está recuperando, empieza a hablar y ha pedido comer», dijo el médico que lo atiende y le curó las fracturas sufridas en las dos piernas. Añadió que su memoria es buena.

Empiezan las investigaciones

Los expertos internacionales empezaron a investigar las causas del accidente del Airbus A330-200 que se estrelló el miércoles en Trípoli matando a 103 personas, cuyo único superviviente, un niño holandés, seguía hospitalizado pero en «buen» estado.

Ayer se celebró una primera reunión de la comisión encargada de esclarecer la tragedia. El grupo está formado por dos expertos franceses del Buró de Investigaciones y Análisis (BEA), cinco del constructor aeronáutico europeo Airbus, y otros investigadores libios y sudafricanos, además de dos observadores holandeses.

El ministro libio de Transportes, Mohamed Zidane, entregó las dos cajas negras del aparato a la comisión.
Según las convenciones internacionales, Libia debe dirigir la investigación, en la que también participa el país constructor del aparato comprado por la compañía Al Afriqiyah, en este caso Francia.

El viernes se espera que lleguen a Trípoli otros expertos, anunció el presidente del consejo de administración de Al Afriqiyah, Sabri Shadi, quien añadió que «se espera la publicación de un informe preliminar en los próximos días», aunque previno que «los resultados definitivos no se conocerán hasta dentro de varios días o incluso varias semanas».
El Gobierno libio descartó el miércoles la hipótesis de un atentado terrorista contra el vuelo del A330.