Los habitantes de Duisburgo y la plana mayor de la política recordaron ayer en un funeral a las 21 víctimas de la «Loveparade», una semana después de la tragedia precipitada por un caos organizativo que ha sumido a Alemania en el dolor y la indignación.

La primera ministra del «Land» de Renania del Norte-Westfalia, Hannelore Kraft, instó, desde la Iglesia evangélica del Salvador, a actuar «con sentido del deber» en el esclarecimiento de una tragedia en la que murieron 21 «personas jóvenes, llenas de vida».

Las víctimas murieron cuando una ola de pánico provocó una estampida provocada durante la celebración del festival de música electrónica Love Parade.