— ¿Qué siente ahora que sabe que su esposo está vivo y que volverá a verlo?
Verónica Quispe (VQ). Estamos muy felices y alegres porque Carlos volverá con nosotros. Además nos sentimos mejor por la llegada a Copiapó del Cónsul de Bolivia (Walker San Miguel). Nos hemos reunido con él y hablamos de nuestras necesidades. Pero lo principal es que los 33 están vivos y sanos. Toda la familia está esperando a Carlos y eso nos pone muy felices.
— ¿Hace cuánto que llegaron a Chile? ¿A qué se dedican?
VQ. Yo estoy hace seis años y mi esposo cinco, el tiempo que vivimos en Copiapó. Primero trabajaba en los cultivos, pero hace un año que él trabaja en la mina. Cinco días antes del derrumbe empezó en la mina San José.
— ¿Cuál será su futuro, se quedarán en Chile o volverán?
VQ. Antes quiero decir a la familia de mi esposo, en Cochabamba y La Paz, que estén alegres porque Carlos está bien. Que toda Bolivia sepa que está vivo. Él tiene parientes en el campo y espero que no se preocupen, él está bien.
— ¿Cómo será el recibimiento?
VQ. Tenemos que esperar un tiempo, pero volverá porque todos están bien. Seguro extrañará a su hija porque él es muy cariñoso con ella, se preocupa mucho de su guagua y seguro que al volverla a ver se alegrará mucho.
— Usted es minero, ¿cómo vivió estos días que terminaron con una gran noticia?
Johnny Quispe (JQ). Quiero agradecer a Dios porque me siento el hombre más feliz del mundo, porque los 33 mineros están bien, especialmente mi hijo, porque aunque es mi yerno yo le digo hijo. Dios me salvó. Yo estaba trabajando con un camión y salí minutos antes del derrumbe. Mi hijo es operador de maquinaria pesada. Ahora que sabemos que todos están bien, no tengo palabras para agradecerle a Dios y a los equipos de rescate que siguen trabajando.
— ¿Cómo es la vida de Carlos en Copiapó, más allá de la mina?
JQ. Él tiene una hija de un año y dos meses, Emily Judith Mamani Quispe, producto del amor que tiene con mi hija.
— ¿Usted ya tuvo contacto con él, pudo hablar o escribirle?
JQ. Hay un dispositivo que llamamos paloma a través del cual los mineros enviaron notas. Carlos nos dice: «No se preocupen, estoy bien. Pronto estaré con ustedes. Quiero a mi señora y a toda mi familia. Manden harta comida» (risas). Nosotros le mandamos una nota junto a mi esposa, su señora y su hermano Luis, que llegó de Cochabamba.
— Con su experiencia de minero, ¿cómo será el rescate?
JQ. La mina San José tiene unos 700 metros de altura. Ahí abajo hay un taller de mecánica y hay un refugio de 50 metros cuadrados donde hay comida, agua y oxígeno. Por eso ellos dosificaron cada 45 horas su alimentación y encontraron agua trabajada y de manguera que viene del pozo. Ahora, sacarlos de ahí no será fácil, felizmente no hay víctimas. Está llegando una maquinaria para perforar una salida.