Hay demasiados intereses en juego, «y en el fondo lo del coronel es sólo folklore». Con esta frase ha tratado de calmar el gobierno de Silvio Berlusconi las protestas de la oposición, el malestar de la Liga del Norte y el embarazo del ala católica del Pueblo de la Libertad ante el espectáculo montado por el dictador libio Muammar Al Gaddafi en Roma.

La prédica islamista del líder libio, el domingo ante 500 ‘velinas’ que cobraron entre 70 y 100 euros por asistir al encuentro, se ha repetido ayer ante 200 azafatas pagadas. El nuevo intento proselitista ha indignado a muchos católicos y a muchas mujeres italianas. La presidenta del Partido Democrático, Rosy Bindi, ha afirmado que la visita «humilla a las mujeres italianas», y ha criticado a Berlusconi por «ofrecer un escenario a un señor pretende rodearse de muchachas bellas».

La visita del líder panarabista, que sella el segundo aniversario del Tratado de Amistad italo-líbico, ha soliviantado a miembros de la debilitada mayoría de gobierno. El ala católica, representada por el secretario de Estado, Carlo Giovanardi, ha mostrado su amargura: «Mientras Gaddafi puede venir a Roma a decir lo que le apetece, el Papa no puede ir a Trípoli, o a Arabia Saudí, a hacer lo mismo. Es desagradable». El grupo parlamentario Futuro y Libertad, creado por Gianfranco Fini tras su expulsión del PDL, ha expresado reproches bastante más laicos: «Italia es la Disneylandia de Gaddafi», han dicho.

Según ha contado una de las 500 jóvenes azafatas, los organizadores les recomendaron recibir al «dictador» con una ovación.