Tras la hazaña que realizó ayer la perforadora T-130, apodada La Milagrosa, bajarán por el tubo cámaras para revisar su estado y definir la necesidad o no de revestirlo, de lo cual depende la fecha exacta del rescate.

Después de perforar por 33 días —en un período no exento de complejidades—, la T-130 culminó su recorrido de 622 m y llegó al lugar donde están los mineros sepultados. Tras marcar ese hito, sus operadores iniciaron el desmonte de las piezas y la maquinaria empezó a ser retirada de la mina San José en camiones, entre aplausos de familiares.

Una vez concluida esta operación, una cámara de televisión recorrerá todo el tubo para realizar un scanner de sus paredes y poder definir si es necesario o no instalar tubos para fortificarlo.

De esa decisión dependerá la fecha exacta del rescate, que podría ser en tres días más si no se reviste o en un máximo de ocho si se decide hacerlo. «La operación de encamisar todo el tubo es un desafío muy grande que no se ha hecho nunca en Chile con estas distancias tan altas», dijo el ingeniero asesor de las labores de rescate, Miguel Fortt.

A la T-130, los familiares de los mineros la apodaron La Milagrosa, por su velocidad en perforar un orificio para el cual no estaba diseñada. Con herramientas utilizadas por primera vez, pasó de fabricar pozos de agua a ablandar las entrañas de la tierra y elaborar un ducto de unos 70 cm de ancho. «Aplicamos la tecnología más moderna, aquí no podíamos jugar. Fue una exigencia mucho mayor, pero lo logramos», dijo el ingeniero James Stefanic, de Geotec, la empresa dueña de la máquina.