Aung San Suu Kyi, la Nobel de la Paz y símbolo de la lucha por la democracia en Birmania, fue liberada ayer después de siete años y medio de cautiverio, al expirar la pena de 18 meses impuesta por la Junta Militar, e instó a sus seguidores a trabajar unidos por el bien de su nación.

La liberación provocó una explosión de júbilo entre los cerca de 3.000 seguidores que desde primeras horas de la mañana aguardaban en Rangún, frente al control de seguridad que impedía el acceso hasta la residencia de la líder del movimiento democrático.

Entre los congregados se produjeron llantos, abrazos y gritos de emoción cuando Suu Kyi, de 65 años y radiante de felicidad, se asomó por encima de la verja de su casa vestida con una blusa de color lila y flanqueada por tres destacados miembros de su partido, la Liga Nacional por la Democracia (LND). Un seguidor se encaramó para entregarle en mano un pequeño manojo de flores de jazmín como los que Suu Kyi solía lucir en el pelo en sus apariciones públicas, y ella lo cogió y se lo puso radiante de felicidad.

«No lo puedo creer, no me lo puedo creer, Aung San Suu Kyi está libre», repetía uno de sus seguidores.

Suu Kyi pidió silencio y el gentío calló para escuchar de su voz un mensaje de unidad para afrontar los retos, en el nuevo marco surgido a raíz del triunfo del partido de los generales en los comicios celebrados el pasado día 7. «Tenemos que trabajar unidos para alcanzar nuestros objetivos», dijo la mujer que ha vivido 15 de los últimos 20 años en cautiverio por luchar para restaurar la democracia en su país.

El régimen militar firmó el viernes la orden de liberación de Suu Kyi, según fuentes de la LND, partido que la Comisión Electoral disolvió este año cuando decidió boicotear las elecciones por considerar que éstas eran una estrategia de los militares para perpetuarse en el poder.

Aung San Suu Kyi, hija de Aung San, el héroe nacional que logró la independencia del Reino Unido en 1947 y posteriormente asesinado, sufrió intermitentes arrestos domiciliarios desde 1990, cuando los militares anularon las elecciones generales en las que resultó victoriosa. Esta situación le valió la concesión del Premio Nobel de la Paz en 1991 por ser «extraordinario ejemplo del poder de los que no tienen poder», destaca www.europapres.es.

El vicepresidente de la LND, Tin Oo, un octogenario curtido por los largos encarcelamientos, aseguró a la prensa que «nunca» Suu Kyi «aceptará una libertad con condiciones». El último arresto de la líder de la oposición fue por cobijar en su domicilio a un desconocido que llegó hasta allí a nado por el lago.

En Birmania hay más de 2.000 presos

Cárceles
La Asociación de Asistencia a los Presos Políticos de Birmania tiene una lista con 2.193 nombres, 256 son monjes budistas y 176 mujeres que malviven en las cárceles de Birmania. La Junta Militar les impidió participar en las elecciones del domingo pasado.

Líderes del mundo esperan cambios

La liberación de la opositora birmana Aung San Suu Kyi provocó alivio en la comunidad internacional, que espera que éste sea un paso hacia un cambio en Birmania y la liberación de otros políticos.

El presidente Barack Obama, premio Nobel de la Paz 2009, llamó «mi héroe» y  rindió homenaje al «combate valiente» de Suu Kyi. «EEUU espera ver un día a todos los birmanos liberados del miedo y de la persecución», expresó.

Hillary Clinton hizo un llamado a las autoridades birmanas para que pueda «viajar, reunirse con sus compatriotas, expresar sus opiniones y participar en actividades políticas sin restricción».

La liberación de Suu Kyi «debería haberse producido hace tiempo», estimó el primer ministro británico David Cameron. El Consejo de Europa espera que pueda emprender «la vida política» y «contribuir a un nuevo futuro».

Pekín, que mantiene en la cárcel al disidente Liu Xiaobo, premio Nobel de la Paz 2010, protege a Birmania de posibles sanciones de la ONU por la situación de los derechos humanos.